LA HABANA, Cuba. ─ Este 2 de junio se cumplen 30 años de la redacción en 1991 de la Carta de los Diez. Dicho documento fue el mayor desafío por parte de escritores que tuvo que enfrentar el régimen de Fidel Castro, quien en 1961, en su ominoso discurso conocido como “Palabras a los intelectuales”, había advertido que “contra la revolución, ningún derecho”.
Redactada por la poetisa María Elena Cruz Varela y otros nueve escritores, la Carta de los Diez fue una valiente declaración que habló sin cortapisas y puso los puntos sobre las íes, al demandar cambios democráticos y la liberación de los presos de conciencia. En un momento como aquel, cuando a pesar de los vientos de cambio que soplaban de Europa Oriental, pocos se atrevían a chistar frente al régimen, y muy pocos en el mundo prestaban atención a los cubanos que lo hacían, fue un acto heroico.
El periódico Granma, órgano oficial del partido único, ripostó con un infame editorial cargado de odio, donde acusaban a María Elena Cruz Varela de “agente de la CIA” por haber creado el grupo disidente Criterio Alternativo, al que tildaban de “grupúsculo contrarrevolucionario”.
A pesar de que Cruz Varela había recibido en 1989 el Premio Julián del Casal por el libro Hija de Eva, y junto con Reina María Rodríguez era considerada la más importante autora de su generación, en el editorial del Granma, derrochando vileza, la calificaban como “una poetisa desconocida y semianalfabeta, de dudosa conducta moral y enferma de neurosis histérica”.
Aquel editorial del Granma fue solo el preludio de lo que vendría. Los firmantes de la declaración (Raúl Rivero, Manuel Díaz Martínez, Nancy Estrada, José Lorenzo Fuentes, Bernardo Marqués Ravelo, Manuel Granados, Fernando Velázquez Medina, Roberto Luque Escalona y Víctor Manuel Serpa) fueron sometidos a todo tipo de represalias y acosos. Pero lo peor recayó sobre María Elena Cruz Varela.
La habitual vigilancia de la Seguridad del Estado y sus chivatos sobre el edificio donde residía en Alamar fue redoblada. Finalmente, llegó la orden de allanar el apartamento de la poeta y detenerla. Luego de golpearla, los esbirros la bajaron a rastras por la escalera del edificio. Y como si fuera poco, una arpía, a la que luego mostraron en el NTV presumiendo de su proeza, le hizo tragar alguno de los papeles hallados en el registro.
En una farsa disfrazada de juicio sumarísimo, Cruz Varela fue condenada a dos años de prisión. Después que salió de la cárcel, en 1994, se fue al exilio, primero a España y luego a Estados Unidos.
El resto de los firmantes también fueron forzados al exilio. Solo se negó a irse del país el poeta y periodista Raúl Rivero, que en 1995 creó la agencia de prensa independiente Cuba Press. Pero tras ser encarcelado durante la ola represiva de marzo de 2003, también se vio obligado a exiliarse.
Ninguno de los firmantes de la carta renunció jamás a continuar en la lucha por la libertad y la democracia.
Ojalá en la UNEAC, donde medran tantos payasos, cobardes y simuladores, hubiese hoy unos pocos, ante tanto abuso e ignominia, que tuvieran el valor y la dignidad de aquellos intelectuales que en 1991 se atrevieron a firmar la Carta de los Diez.
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