LA HABANA, Cuba. – Los carteles que rodean al Capitolio parecen elocuentes: “no ingerir bebidas alcohólicas” (durante años esa fue la sede y baño público de los alcohólicos de la ciudad); “No hacer ruido, tocar o poner música” (mala educación devenida costumbre popular). Sin embargo, de todos, el que más llama la atención es el que indica “No hacer aglomeraciones de personas”. Eso, pese a que la acera de la nueva sede del parlamento es poco hospitalaria porque no hay un solo árbol donde cobijarse.
Entonces, ¿a qué viene este señalamiento? “Está más que claro. Te están advirtiendo que si se te ocurre protestar aquí, vas pa’ dentro”, dice un transeúnte que se detiene a leer el cartel también porque, “para qué otra cosa uno querría pararse aquí”.
El hombre, de paso, olvida la costumbre de fotografiarse frente al edificio, o la de tomar la sombra que brindan las escaleras en horas de la tarde y que la gente solía aprovechar sentadas en la escalinata.
Otro habanero recuerda lo que sucedió hace unos meses.
“Se unieron una cantidad de fiñes con su Toh Tiza, Toh Durakos, haciendo poh poh poh -se refiere al nuevo orden de tribus urbanas que se organizan a través de los teams de WhatsApp- esto se puso caliente, pero no por ellos que al final lo que querían era divertirse, sino por la policía que no sabía qué hacer con ellos, se cagaron de miedo”, dice.
El hombre se ríe recordando su tiempo en el parque G y de cómo no sabían qué hacer con ellos tampoco hasta que los desalojaron a golpe de calabozos y golpizas que, aunque se denunciaron, no llegaron a ninguna parte.
Cuando se hizo habitual la presencia de estos Teams los sábados frente al Capitolio, algunos periodistas de la prensa oficialista escribieron sobre el tema, aunque sin emitir juicios concluyentes y sin que fuera una defensa abierta, quizás con la intención de salvaguardarlos de cualquier abuso policial. Pero no fue suficiente, ya no se reúnen más y ahora aparece esta advertencia en forma de cartel. Ellos fueron desplazados al Paseo del Prado.
La prohibición de protestar, hacer huelgas, reunirse o asociarse libremente es uno de los derechos más vulnerados en Cuba y de los más penalizados también.
Pero ni la acera del Capitolio es la única prohibida para los cubanos ni los motivos son siempre de orden político.
Para los que se paren en los portales del hotel Gran Manzana habrá dos mil pesos de multa “porque esta acera es del hotel”, dice uno de los que acostumbra a discutir de deporte en la llamada “esquina caliente”.
“Si no que lo digan los taxistas, que están legales, tienen sus papeles en orden y así y todo a cada rato se los llevan por pararse demasiado tiempo en la acera aquella”, agrega el hombre.
“Antes era la policía, ahora es la seguridad del hotel que tiene orden de hacernos la vida imposible”, dice un parqueador de la zona. Otro apunta: “no sé si es porque el parqueo que nos asignó el mismo Estado ahora nos lo quieren quitar o es que siempre le ha interesado al hotel y nos lo quieren quitar igual”, dice.
Desde que fue abierto en el 2017, el Hotel Manzana Kempinski, antigua Manzana de Gómez, se ha abanderado como uno de los espacios más excluyentes de la isla.
La primera señal fue la contratación trabajadores indios en vez de mano de obra cubana. Luego, los precios prohibitivos para el turismo nacional. Que los cubanos no pueden acceder a su red wifi. La polémica presencia de mujeres vestidas de rojo como damas de compañía. Ahora aparece en la lista de discriminaciones el tiempo que deben permanecer los cubanos en los portales.
“Ellos, si nos ven, llaman a la policía” dice uno de los tantos cuentapropistas que se reúnen esperando montar en sus carros a algún turista.
Por su parte, la seguridad del hotel se limitan a decir: “no les toca, esta acera es del hotel”. Con sus expresiones dejan claro que no pueden dar golpes, pero si llamar a la policía.
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