Malo, feo y caro: la fórmula de la Tarea Ordenamiento en Cuba


HOLGUÍN, Cuba.- “El pan está cada día peor”, dice una cliente que acaba de comprar el codiciado producto en una panadería del reparto Piedra Blanca de la ciudad de Holguín, pero la calidad deja mucho que desear.
La corteza de color blanco, la figura amorfa y el olor a viejo se perciben en el pan que muestra la indignada señora. En la cola todos se miran y hacen gestos de resignación ante un problema que ha cumplido 60 años en Cuba sin que el gobierno comunista lo haya resuelto.
Aunque la Empresa Productora y Distribuidora de Alimentos de Holguín anunció que “ha intensificado por estos días las estrategias de control hacia sus unidades, especialmente las encargadas de la elaboración del pan para la canasta familiar normada”, los resultados no son palpables.
Mientras los panaderos culpan a la materia prima con la que trabajan, se sabe que el desvío de recursos es el que más incide en la calidad. “El pan siempre ha sido malo. He hecho este planteamiento en muchas reuniones de rendición de cuentas del delegado. Estoy cansado de reclamar lo mismo”, dice Ramón Martínez, un jubilado de 74 años.
Muchos pensaron que la subida de los precios impuesta por la Tarea Ordenamiento, vigente desde inicio de año, estaría aparejada al aumento de la calidad de los productos y los servicios, pero, a un mes de su implementación, la diferencia entre calidad y precio se acentúa. En un reto para sobrevivir, la escasez y la ausencia de opciones en el mercado de la Isla obligan a los cubanos a comprar productos sin tener en cuenta su calidad.
El 2021 inició con el incremento de un 700% del precio del agua. La nueva tarifa no implica una mejora en el servicio, según Yunior González, vicepresidente de la Organización Superior de Dirección Empresarial (OSDE) de Agua y Saneamiento.
En Holguín no sólo el ciclo de abasto del preciado líquido ha sido inestable, sino que en reiteradas ocasiones llega turbia. “Es injusto que un mal servicio sea caro”, dijo a CubaNet Adelaida Rosales, vecina del reparto Vista Alegre.
Los alimentos de la canasta familiar normada también han sido blanco de las críticas. “El arroz de la bodega no tiene la calidad para que lo vendan a siete pesos la libra. Yo lo llamo ‘el buzo’ porque cuando lo echo en la olla con agua se va pa’ el fondo. Es un arroz muy malo y no crece cuando lo cocinas”, dice Dora Peña, vecina del reparto Luz, quien tampoco comprende que el gobierno haya subido el precio de un azúcar refino “de pésima calidad” a seis pesos la libra. “Se supone que esta azúcar sea blanca, pero no lo es. Tiene un color casi igual a la del azúcar parda y endulza poco”.
De un peso a cinco subió el precio de los 917 mililitros de yogurt que reparten por la libreta de racionamiento a los niños con edades entre los seis y 12 años. Arturo Pérez, cliente de una bodega del reparto Harlem, comenta que “cuando el yogurt costaba un peso lo vendía en una bolsita y ahora que subió a cinco lo venden a granel”. Denuncia que los tanques que se utilizan para la transportación y almacenamiento carecen de condiciones higiénicas. También dice que el yogurt está aguado y su sabor no es bueno. “Mi hijo de diez años rechaza esta cosa que erróneamente le dicen yogurt”, afirma.
Por su parte, los mercados estatales del agro muestran una situación similar. En el de la calle Mártires, Julia Rodríguez compró dos frutabombas a cuatro pesos la libra que no pudo consumir. “Yo no sé con qué la maduran, porque están verde por una parte y podrida por la otra”. Mientras en el estatal mercado Mambí, que ofrecía a tres pesos la libra de yuca, la señora compró diez libras “y también las tuve que botar porque no se ablandaron”.
Rodríguez cuenta que las cuñas de panetelas que se venden en los merenderos estatales, que costaban un peso, ahora son a cuatro pesos, sin embargo “no tienen calidad y están aplastadas”.
Por la escasez y la falta de opciones, los cubanos están obligados a adquirir estos productos. “Tenemos que comprar las cosas malas a un precio alto, si no lo hacemos así entonces pasamos más hambre”, dice Rodríguez.
Durante un recorrido por las cafeterías estatales, CubaNet comprobó que la ración de café de 45 mililitros subió de uno a dos pesos, mientras que la misma cantidad de café exprés que se ofrecía a un precio de 1.20 ahora cuesta tres.
La Cubita, situado en el céntrico tramo del bulevar, entre las calles Aguilera y Frexes, se vanagloria de ser el local emblemático de la gastronomía estatal holguinera especializado en la confección y la venta del café. Sin embargo, el título queda en entre dicho por la cuestionable calidad del producto que ofrece. “El café tiene un sabor extraño y parece un cocimiento. Nos sentimos estafados cuando pagamos algo caro y malo. Si así está el café de aquí, imagínate cómo estará el de las otras cafeterías”, comentan Pablo y Alexis, dos amigos que al entrar se extrañaron de encontrar el local con pocos clientes. “Vimos mesas disponibles y decidimos entrar, pero después de probar el café ahora entendemos por qué el local está vacío”.
En la subida de precio también se incluyeron los periódicos locales y nacionales, que de 20 centavos subieron a un peso. Una trabajadora de la Empresa de Correos que solicitó el anonimato, por temor a ser despedida, dijo a CubaNet que con el aumento del nuevo importe a cobrar muchos suscriptores no han renovado su contrato alegando que no pueden asumir el incremento del precio.
Los revendedores de periódicos han visto declinar su negocio. “Muy pocas personas compran el periódico a dos pesos. La gente dice que no vale la pena pagar tanto para leer las boberías que están escritas en este papel”, afirma un vendedor.
También se cuestiona la relación precio-calidad en el sector privado. La ración de comida criolla compuesta por un cárnico, arroz, vianda y vegetales casi duplicó su precio, y ahora se vende a 80 pesos en los establecimientos situados en el parqueo del estadio “Calixto García”. La afluencia de clientes a este lugar, conocido popularmente como la Candonga, ha bajado no solo por el precio alto, sino por baja calidad de la comida. “Almorzamos aquí porque no encontramos otro lugar. La oferta es cara y mala. Yo entiendo que hayan subido el precio porque todo está caro, pero tienen que mejorar la calidad sino quebrará el negocio por falta de clientes”, asegura Felipe Pascual, residente en el municipio de Mayarí y quien junto a su esposa está de paso por la ciudad de Holguín.
Este reclamo se extiende a los elaboradores de pizzas, que decidieron vender su producto a 15 pesos sin mejorarlo. Mientras, el precio del cucurucho de maní a tres pesos no está acorde con la cantidad y la pequeñez del grano. “Hay que echar alimentos y agua en la mochila antes de salir de la casa. En la calle todo es muy caro y de pésima calidad”, dice Leonor Rodríguez, una joven estudiante de un politécnico.
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