LA HABANA, Cuba. – Para los que no se cansan de defender aquello de que “arte es arte y política es política” debe haber sido particularmente incómodo que Israel Rojas, cantautor en jefe del dúo Buena Fe, aprovechara un reciente concierto online para asegurarle al auditorio que “eso del bloqueo interno es muela”. Esa declaración deshonesta y chicharrona le ha caído a un montón de gente como un balde de agua fría, pero no a quienes desde hace años advierten que tras el aparente librepensador que quiere proyectar el compañero Rojas, se esconde un izquierdoso de molde habitual; es decir, taimado, oportunista y camaleónico, con cierto encanto personal.
La aceptable calidad de su obra ha ubicado a Buena Fe entre los pocos músicos cubanos que han navegado con éxito en el mar de la ambigüedad política. Fanáticos y detractores del castrismo gustan de sus composiciones que parecen distanciadas del afán ideologizante, y hasta cierto punto toleran los vaivenes socialistoides del dúo porque se han cuidado de ser abiertamente guatacones como Raúl Torres, o demasiado irreverentes para el gusto de la Nomenclatura.
No obstante, al negar la existencia del bloqueo interno Israel Rojas menosprecia cada reclamo de la sociedad civil que se ha estrellado contra la soberbia del castrismo; y de paso se acoge a la cómoda costumbre de culpar al embargo de todos los desastres provocados por más de medio siglo de mala administración.
Desde su punto de vista el régimen es, obviamente, un proveedor de libertades y oportunidades. Al parecer el cantautor en jefe no se enteró de que hace menos de un mes los cuentapropistas de las candongas de Santa Clara se plantaron ante la sede del Partido reclamando su derecho a vender la mercancía que traen desde otros países para sostener un negocio que les permite vivir, pero no crecer económicamente porque ese derecho solo le ha sido otorgado a la cúpula y sus allegados.
El compañero Rojas no entiende que bloqueo interno son las regulaciones absurdas e impuestos excesivos con que la dictadura presiona a los emprendedores para impedirles prosperar. Es que Díaz- Canel repita como un loro que “hay que destrabar lo que haya de destrabar para liberar la economía”, y acto seguido se recoja diciendo que el camino no es la privatización.
Bloqueo interno son los constantes atrasos del régimen en los pagos a obreros, campesinos y cooperativistas, sin que estos cuenten con el respaldo de leyes efectivas para obligar al Estado a cumplir su parte de los convenios. Es esta absoluta carencia de perspectiva que mantiene a Cuba hundida en la miseria y culpando al embargo para que el mundo entero le coja lástima.
El compañero Rojas tiene todo el derecho de afiliarse a la izquierda; pero dárselas de influencer para maquillar a la dictadura es, cuando menos, indecente. Bloqueo interno es no reconocer que si los miles de millones invertidos en financiar guerrillas y favores políticos para mantener al castrismo en el poder se hubiesen utilizado en desarrollar la industria nacional, hoy nuestra historia sería muy distinta. Bloqueo interno es que un tipo de la seguridad del estado le diga a una periodista independiente que con ella va a ser “al duro y sin guante”, o a una activista que “se la va a llevar con los pies por delante”.
Para el compañero Rojas, que se dice defensor de los derechos de las mujeres, estas amenazas de muerte no son asunto que valga la pena mencionar. Jamás se le ha escuchado pronunciarse no ya a favor de las libertades políticas, sino contra el abuso a que son sometidos aquellos ciudadanos que disienten pacíficamente, y sus familias. Su silencio ha sido categórico respecto a esas cuestiones que pueden ponerlo en zona de conflicto con las disqueras cubanas y el alto mando que decide quién canta y quién se jode.
Bloqueo interno es ese que no te permite como hombre, cubano y artista emitir un criterio justo por miedo a perder privilegios. Es el cepo disfrazado de misión internacionalista que ofrecen a los médicos como única alternativa para mejorar su calidad de vida; y es, sobre todo, ese infame castigo de ocho años sin poder pisar tierra cubana por haber escapado de la susodicha misión.
Bloqueo interno fue la obtusa respuesta de la gerontocracia a la normalización propuesta por Barack Obama. No hay duda de que la dictadura merece hasta la última gota de Donald Trump, que ha sacado de debajo del tapete toda la porquería revolucionaria, desde los médicos al servicio del G2 hasta la incapacidad de los nuevos ministros de encaminar una Cuba sin liquidez, ni industria, ni recursos humanos capaces de impulsar un cambio de gran envergadura, porque todos han emigrado o planean hacerlo apenas tengan oportunidad.
Solo un necio puede seguir insistiendo en que la culpa es de Estados Unidos cuando Fidel Castro acabó con los centrales azucareros, la industria pesquera, la producción cafetalera, la identidad nacional, la cultura cívica, la educación, la vida de Cuba. Aquellas empresas que fueron expropiadas supuestamente para colocarlas en manos del pueblo hoy pertenecen a otra oligarquía. La Empresa de Telecomunicaciones provee al pueblo el Internet más caro y limitado del mundo; la industria cafetalera reserva para el pueblo café mezclado con chícharos; el azúcar que se le vende al pueblo contiene toda clase de impurezas y los barcos pesqueros no pueden venderle su mercancía al pueblo, sino al régimen que luego la destina al turismo y a su propia despensa.
El compañero Israel Rojas finalmente está a la altura de la pseudopoesía apreciable en la mayoría de sus canciones. De tanto emular a Silvio Rodríguez es muy probable que dentro de algunos años, recordando su teque online, diga que él apenas “susurró” eso del bloqueo interno, que no era para tanto a fin cuentas.
Si tienes familiares en Cuba comparte con ellos el siguiente link (descargar Psiphon), el VPN a través del cual tendrán acceso a toda la información de CubaNet. También puedes suscribirte a nuestro Boletín dando click aquí.