LA HABANA, Cuba.- “Me vinieron a buscar en plan muy decididos a llevarme. Yo les dije no, yo no voy a hablar con nadie si usted no trae una orden de detención. Entonces entraron en la casa y me sacaron con violencia”, cuenta el periodista Boris González Arenas sobre su última detención este jueves.
“Con violencia te digo porque tengo dolor en los hombros, las muñecas, los dedos, pues me pusieron las esposas muy fuerte”. A Boris González Arenas se lo llevaron para la estación de policía de Zapata y C, sin que su familia fuera informada de a dónde sería conducido.
El periodista denunció a CubaNet que le fueron aplicadas cuatro sanciones por publicar sus puntos de vista en las redes sociales.
“Ellos (la Seguridad del Estado) estaban para aplicarme un decreto ley del año pasado que impone 3000 pesos de multa por escribir en las redes sociales y confisca el teléfono”, y se refiere al Decreto Ley 370 sobre la informatización de la sociedad en Cuba.
“Estaba además el jefe de sector, con el objetivo de ponerme otra multa por no ir a las citaciones que me habían hecho y para hacerme una segunda carta de advertencia”, que podría implicar un pretexto para encarcelarlo en un futuro.
Boris González Arenas contó que lo dejaron ir, pero que la Seguridad del Estado, que “había coordinado el operativo, aunque estaban medio escondidos —los vi— no habían dado la orden”, y estando en la calle lo volvieron a encarcelar, para después trasladarlo a la estación de San Miguel del Padrón.
“Todo estuvo muy raro”, analiza Boris González Arenas lo que le sucedió después, “allí me tuvieron una hora, afuera en la patrulla, porque por alguna razón no podían o no querían darme la entrada a la estación. Según el de la Seguridad no había instructor”, pero esa historia pudo haber sido una estrategia de amedrentamiento más, porque está demostrado que ellos actúan por encima de la ley. “Ahí me soltaron en libertad porque no tenían dónde dejarme”.
La detención del periodista Boris González Arenas pudiera ser un caso de estudio de la arbitrariedad a la que están expuestas muchas personas que intentan vivir en dignidad en Cuba. Uno de los derechos que fue violado por estos “tres hombres vestidos de civil”, y sus jefes, fue el contemplado en el artículo 51, Capítulo II, del Título V de la Constitución de la República, en el que se habla de derechos, deberes y garantías. Una prueba más de que la Carta Magna en Cuba es letra muerta.
En el testimonio que Boris González Arenas ofreció a CubaNet no queda exento de culpas nadie, ni el chofer de la patrulla que pudiera parecer a muchos un simple peón.
“Cuando le dije al chofer que estos tipos estaban persiguiendo a los que criticábamos que tres niñas murieran, el tipo me dijo: ¿y eran tus hijas? Imagínate tú en manos de quien estamos nosotros”, y en esa respuesta hay indolencia e ignorancia, quizás, pero nos recuerda que la Seguridad del Estado cubano goza de esa impunidad porque tiene a otros que le siguen el juego. La policía podría empezar a decir “no, ni uno más”, pero no lo hace porque hay muchos que disfrutan de un poder que solo ostentan porque son uniformados, de lo contrario serían simples delincuentes.
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