LA HABANA, Cuba. – Los gobernantes cubanos continúan obsesionados por aumentar las exportaciones. Esa actividad constituye un componente básico de la denominada “batalla económica”, una de las cuatro prioridades fundamentales -junto con el enfrentamiento a la “plataforma colonizadora del imperio”, la defensa del país y el ejercicio legislativo previsto en la Constitución- que han definido para el actual 2020.
En ese contexto han decidido aplicar un sistema de planificación más flexible -es decir, con menos indicadores directivos- a un grupo de ochenta empresas que se han destacado en la labor exportadora. Por supuesto, con el objetivo de que exporten aún más en el actual año. Aunque no lo manifiesten explícitamente, se trata de un reconocimiento a las trabas que supone el exceso de centralismo en la conducción de la economía.
En una dirección parecida clasifica la creación de las Empresas de Alta Tecnología (EAT), que tienen entre sus fines fomentar las exportaciones en el sector empresarial.
A propósito, se piensa que una de las primeras entidades que obtendrá la condición de EAT sea el Grupo Empresarial BioCubaFarma, encargado de producir los medicamentos que necesita el país.
Hace poco BioCubaFarma celebró la asamblea de balance de su gestión en el 2019, la que contó con la participación del mandatario Miguel Diaz-Canel Bermúdez. Trascendió que la producción durante ese lapso solo representó el 57% del cuadro básico de medicamentos que necesita el país. Lo anterior significa que en el año faltaron, como promedio, 47 fármacos, ocho de ellos de la tarjeta de control que poseen aquellos pacientes aquejados de enfermedades crónicas.
Sin embargo, al benjamín del poder pareció no preocuparle mucho esa situación. Toda su atención se centró en la faena exportadora de BioCubaFarma, la que -según se dijo- cumplió su plan anual de exportaciones con la comercialización de más de 300 productos en 43 países.
Tras aseverar que no hay ninguna organización cubana que produzca ese número de renglones y pueda exportarlos a tantas naciones, Díaz-Canel apuntó que “cuando uno comparte con ustedes y los escucha hablar de cómo han sorteado y vencido muchos obstáculos, uno se va soñando y con mucho aliento. Nos tiraron a matar en 2019, pero BioCubaFarma está viva, con nuevos sueños, pensando en nuevas realizaciones”.
Aquí cabría la siguiente pregunta: ¿Estarían comprendidos en la relación de medicamentos exportados aquellos fármacos que faltan en el mercado interno, o que su escasa presencia provoca interminables colas en las farmacias del país? Todo hace indicar que sí.
Situaciones como esta de los medicamentos explican el porqué de la mala voluntad con que el cubano de a pie contempla con frecuencia las exportaciones que realiza el país, del mismo modo en que muchas veces ha rechazado los privilegios que disfrutan los turistas internacionales en las instalaciones hoteleras y recreativas. Porque cualquiera podría entender que Cuba precise de aumentar sus exportaciones o prestar servicios que generen ingresos en divisas, pero de ahí a hacerlo a costa de las necesidades de la población, va un trecho considerable.
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