GUANTÁNAMO, Cuba. -El próximo domingo 19 de abril hay ‘elecciones’. Muchos compatriotas se preguntan por los cambios que se introducirán en la Ley Electoral.
¿La ley electoral más democrática del mundo?
En Cuba no hay elecciones, sólo votaciones. No hay elecciones porque para elegir deben existir diferentes proyectos y aquí está legalizado uno solo. A este responden absolutamente todos los delegados y diputados, por eso da lo mismo votar por cualquiera de los nominados.
Cada vez que se acerca alguna de las ‘elecciones’ del Poder Popular (que de popular sólo tiene el nombre), los medios de difusión oficialistas nos abruman citando las supuestas bondades de nuestra ley electoral, según ellos la más democrática del mundo.
Es una engañifa. Lo único supuestamente democrático en nuestro sistema electoral es la elección de candidatos a delegados en la circunscripción. Cierto es que los vecinos de cada una de las zonas en que se divide la circunscripción eligen a un candidato mediante el voto directo y público, pero esa es la punta visible del iceberg. La parte oculta está conformada por las múltiples reuniones de “los factores revolucionarios de la comunidad” –léase militantes del Partido, combatientes, dirigentes de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) , la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), etcétera – donde se orienta cómo debe bloquearse cualquier candidatura no deseada por el régimen y por quién votar.
Las personas que conforman la mesa electoral están subordinadas al gobierno. Ellos cuentan los votos y dan el resultado ante los interesados que se presentan en cada colegio electoral, pero no existe acceso del pueblo al conteo de los votos en la Comisión Electoral Municipal, que es la que recibe los resultados de cada colegio de la circunscripción e informa quién fue electo.
Tanto el delegado como sus electores carecen de un poder real para tomar decisiones y transformar su zona de residencia y es por eso que el primero se ha convertido en un mero tramitador de quejas.
Por último, el 50% de los delegados de las Asambleas Provinciales del Poder Popular y la misma cifra de los diputados que conforman la Asamblea Nacional no son elegidos por el pueblo sino seleccionados “a dedo” por la oficialista Comisión de Candidaturas. En estas asambleas jamás habrá un cubano decente, trabajador y patriota que difiera de la ideología comunista. ¿Cuál es entonces la democracia de esta ley?
Una Cuba “con todos y para el bien de todos”
La Constitución de 1976, en su preámbulo declara que es voluntad del gobierno que la ley de leyes esté presidida por el profundo anhelo martiano de lograr que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.
En el artículo 1 se expresa: “Cuba es un Estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como república unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana”.
Los redactores de la carta magna socialista consignaron que tal anhelo estaba cumplido. Pero la realidad, más terca que cualquier frase triunfalista, demuestra que el Estado cubano no está organizado “con todos y para el bien de todos”, como lo soñó Martí, sino para los “revolucionarios”. Los demás ciudadanos son excluidos, encarcelados y discriminados. Demuestra que un solo partido político suplantó al Estado y lo controla todo, prohibiendo la existencia de cualquier otra organización de esa índole.
En tales condiciones, no hay democracia ni libertad política. No hay justicia social, porque para acceder a determinados puestos de trabajo y estudios universitarios se exige fidelidad al Partido Comunista y a la revolución, y porque cada vez más el Estado se desentiende de los ancianos, de las personas discapacitadas y de aquéllos de bajos ingresos.
No hay bienestar individual porque los trabajadores reciben salarios miserables y tienen que comprar productos básicos en una moneda con la que no le pagan y que vale 25 veces más. No hay bienestar colectivo porque cada día los servicios públicos se degradan más y los de salud y educación están en estado precario. No hay solidaridad humana porque hay agresión física e intolerancia ante lo diverso, como quedó demostrado una vez más en la reciente Cumbre de las Américas. ¿De qué dignidad plena del hombre hablan los comunistas?
Lo que sí quieren muchos cubanos
Lo que sí quieren muchos cubanos es disfrutar de los mismos derechos civiles y políticos que tienen hasta ahora los ciudadanos de los otros 34 estados del continente.
Quieren que se descentralice el omnímodo poder del Estado y que la democracia se construya desde el barrio, porque la soberanía radica en el pueblo y éste tiene que tener los medios para expresarla. Por tal razón es espuria cualquier decisión de un dirigente que no haya sido elegido por la gente de a pie o que, sin consultar la opinión de los ciudadanos, crea que expresa los intereses de todo un pueblo.
Los cubanos quieren elegir personas que realmente los representen ante las diferentes instancias del gobierno y no a meros consentidores carentes de crítica.
Quieren que todos los delegados a las asambleas provinciales del Poder Popular y los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular sean elegidos en sus circunscripciones mediante el voto directo y secreto, verificado públicamente, y que lo mismo ocurra con quienes dirigen esos órganos de gobierno, y otros importantes como las fiscalías, los tribunales y las unidades de policía.
Quieren escoger el proyecto político que más los satisfaga y elegir a su presidente en elecciones multipartidistas, supervisadas por organismos internacionales.
Ese es el deseo de la mayoría de los cubanos y, mientras no se cumpla, los comunistas deberían tener el pudor de no hablar de elecciones ni de democracia.