LA HABANA, Cuba. – Kenilia Ramos Beltrán, esposa del recluso Arquímedes Milán Bustamante, confinado desde hace un año y medio en la prisión Combinado del Este por los supuestos delitos de “atentado” y “daños” en grado de tentativa, denunció en conversación con CubaNet los atropellos a los que es sometida su pareja en ese centro penitenciario.
De acuerdo con Kenilia, a su esposo “le quitan visitan [regulares] y solo se le ha permitido una visita conyugal durante el tiempo que lleva recluido”.
Además, le negaron la rebaja de su condena como medida disciplinaria por reclamar con el jefe del campamento, Reinerio Pico, la vulneración de sus derechos como interno.
Arquímedes estuvo confinado junto al preso político Luis Robles Elizástigui en los edificios 2 y 3 del Combinado del Este y actualmente se encuentra en la llamada Zona Cero, un campamento de mínima seguridad al lado de la prisión.
Kenilia asegura que se ha reunido con varias autoridades penitenciarias del Combinado del Este, incluido Pico. Ese militar “no dice nada con exactitud y no mira a la cara a las personas”, precisa.
“En el campamento, Pico se cree que es el padre de los internos. Allí los maltratan, las visitas son a la hora que les da la gana y, cuando un familiar trata de llegar a ellos para preguntar lo que sucede con un interno, les quitan el pase, como le ha pasado a Arquímides”.
El esposo de Kenilia fue sancionado a cinco años de privación de libertad por el Tribunal Militar Territorial Occidental (El Calvario).
El delito
El 2 de enero del 2021 ―cuenta su esposa―, luego de salir de una fiesta familiar en el reparto Capri del municipio Arroyo Naranjo, y bajo estado de embriaguez, Arquímides pidió a los custodios del Policlínico “Fernando Álvarez Pérez” que le encendieran un cigarro, pues la fosforera que portaba consigo no funcionaba.
Kenilia agrega que, “como los custodios no le dieron candela, él dijo que este país era una mierda, que tenía que caerse y otras cosas. Enseguia los custodios fueron a denunciar a la estación de Policía del Capri ―que está al lado del policlínico― que él quería darle candela al Servicentro”.
Según indica su sentencia, por la euforia provocada por la ingestión de bebidas alcohólicas, Milán Bustamante cruzó la calle, tomó la bomba del Servicentro Capri y, en reiteradas ocasiones, intentó prenderle fuego.
Rápidamente, los agentes de Seguridad del policlínico se dirigieron hacia el Servicentro para detenerlo. Kenilia vio cuando los policías le daban golpes y lo tiraban contra el piso en el momento de la detención, indica.
Comienza la batalla legal
El 28 de junio de 2021 se llevó a cabo el juicio contra Arquímedes en el Tribunal Militar de El Calvario. Según su esposa, el preso fue trasladado con manos y pies encadenados “como si fuera un criminal”.
Ese día lo sentenciaron a cinco años de privación de libertad por los delitos de “atentado” y “daños” en grado de tentativa.
Al no estar conforme con la sentencia, Ramos Beltrán solicitó a través de la abogada que representa a su esposo un “procedimiento de inspección judicial” y una revisión de la causa.
La solicitud de esos procedimientos indica que quedó probado que, “de ningún modo”, se produciría un incendio ni algún daño en el Servicentro del Capri, ya que, según declaró el capitán Alexander Columbié, oficial perito de Averías, Explosivos e Incendios, la chispa generada por la fosforera no era suficiente para producir un incendio o dañar materiales combustibles sólidos (mangueras).
Asimismo, la solicitud lamenta que no se tuviera en cuenta el dictamen pericial donde se concluyó que la fosforera no funcionaba y que el Servicentro hacía cuatro días que no operaba.
Sin embargo, la sala de lo militar del Tribunal Supremo Popular negó el procedimiento especial a favor de Arquímides, por lo que este debe mantenerse cumpliendo su condena en la Zona Cero del Combinado del Este.
De acuerdo con un documento del Tribunal Supremo revisado por CubaNet, Arquímides nunca descartó el chisporroteo de la fosforera que llevaba como fuente ígnea capaz de desatar fuego. No obstante, no llegó a detonarse la combustión debido a que no existían residuos ni gases en la boquilla del dispensador de gasolina.
Estas circunstancias no las conocía el acusado, lo que “pone de manifiesto su voluntad criminal”, dice el Tribunal Supremo.
¿Connotación política?
Kenilia considera que la sanción de su esposo pudiera tener connotación política pues “hace unos años frente al Hotel Saratoga y tras un altercado con policías gritó ‘¡Abajo el comunismo!’”.
“Dijo también que esto se tenía que caer, y que el Comandante se tenía que morir. Al parecer todo eso también tuvo que ver con su sentencia, la cual podría haber sido de muchos más años porque el fiscal militar entró al juicio con [la petición de] 20 años por sabotaje”, dice.
Sobre el caso, la abogada de Cubalex Giselle Morfi señala que, “si se habló de sabotaje en algún momento, sí hubo motivaciones políticas, porque esto es un delito contra la Seguridad del Estado”.
Según el propio Arquímides, en una rápida llamada telefónica desde la cárcel, el delito de sabotaje no se lo pudieron probar.
Por otro lado, Morfi cree que “en ningún momento” hubo atentado y “mucho menos daño”.
Hoy día y sin más recursos a los que apelar, Kenilia reclama justicia “para que no se sigan cometiendo atropellos dentro del Combinado del Este”.
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