GUANTÁNAMO, Cuba. – Este 11 de noviembre se cumplen 45 años de la proclamación de la independencia de Angola después de que Portugal, la antigua metrópoli colonial, firmara el Tratado de Alvor.
El nuevo estado fue proclamado con el nombre de República Popular de Angola y, como se sabe, en ese acontecimiento histórico las fuerzas militares cubanas tuvieron un papel relevante que luego trascendió a todo el cono sur del continente africano.
Ese día el Dr. Agostinho Neto ―quien gobernó el país desde 1975 hasta 1979― proclamó la independencia de su patria y al Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) como la fuerza política de vanguardia del país, declarado a su vez estado socialista y fiel aliado de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y de Cuba.
Desde 1975 y hasta finales de la década de los años 80 del pasado siglo, más de 300.000 cubanos cumplieron misiones militares y civiles en ese país. Más de 2.000 perdieron su vida allá.
Por estos días la televisión cubana reitera un discurso de Fidel Castro donde asegura que Cuba fue a ese país de forma desinteresada, solo para cumplir un elemental deber internacionalista. Pero no es esa la referencia existente en la memoria de los cubanos que estuvieron allá, cuyo anecdotario deja establecida una historia bien diferente de la oficial.
Aun sin tener en cuenta beneficios materiales, es obvio que la intervención militar del Partido Comunista de Cuba en Angola, como también en Etiopía, tuvo una marcada connotación geopolítica, pues fueron acciones ejecutadas para instaurar regímenes autocráticos similares al cubano e irradiar desde ellos su influencia a todo el continente.
Recordemos que además del MPLA, que se aupó en el poder, existían otras dos fuerzas político-militares, la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) y el Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA), lideradas por Jonás Savimbi y Holden Roberto, respectivamente.
En un reciente artículo sobre el tema, el colega Luis Cino apuntó que cuando comenzó la guerra civil en Angola ambas fuerzas fueron apoyadas por los EE. UU., Sudáfrica y la República Popular China.
Se trata de una anotación interesante en el caso de China. En ese tiempo Sudáfrica era un aliado de los EE. UU. y el gigante asiático había comenzado un paulatino acercamiento al país norteño después de que el 29-2-1972 Mao Zedong recibiera a Richard Nixon. Fue, además, una época marcada por el distanciamiento político y hasta el enfrentamiento militar entre China y la URSS, algo de lo que muy poco o nada habla la prensa oficialista cubana.
A partir de la visita de Nixon a China el gigante asiático comenzó a cambiar su política, lo cual se hizo a pasos más acelerados desde que Deng Xiaoping alcanzara el liderazgo del partido comunista chino y reformara la economía, abriendo el país a las inversiones extranjeras. Ese fue el inicio del avance económico chino ―tan criticado entonces por Cuba y la URSS―, hoy considerado inequívocamente como uno de los grandes milagros económicos de la historia contemporánea, que lo ha llevado a convertirse en la segunda economía mundial.
En 1975 China calificaba a los dirigentes soviéticos como “revisionistas” y no solo tuvo serios incidentes fronterizos con la URSS y la India, sino que llegó a invadir a Viet Nam, algo que los testaferros de la dictadura comunista cubana también olvidan cuando hablan del supuesto pacificismo del gigante asiático.
Ese fue el escenario político cuando se proclamó la independencia de Angola, cuya posterior guerra civil, que involucró a militares cubanos y sudafricanos, ha sido considerado como el último gran acontecimiento militar de la Guerra Fría.
Después de las conversaciones de paz que dieron por terminada la contienda con Sudáfrica, a finales de los años 80, solo la UNITA continuó enfrentando al MPLA, dirigido a partir de 1979 por José Eduardo dos Santos, uno de los políticos más corruptos de todo el continente africano quien, sin embargo, tuvo el tino de percatarse del fracaso del socialismo real preconizado por la rancia ortodoxia cubano-soviética y por eso, en 1992, proclamó el fin de la República Popular de Angola. También declaró el multipartidismo y legalizó la incorporación de la UNITA como fuerza política legítima. Estas medidas políticas fueron acompañadas en lo económico por asimilación del libre mercado.
Desde entonces, a pesar de la desigualdad económica y social que persiste en el país, Angola ha tenido crecimientos económicos importantes, sobre todo gracias a la exportación de petróleo, y China es hoy uno de los países con mayor presencia en su economía e inversiones.
Ante estos giros de la historia, uno no puede hacer menos que admirarse. China, que ayer fue enemiga del MPLA y de los “revisionistas soviéticos” hoy es uno de los más fieles aliados de Angola y de la Rusia de Vladimir Putin, cuyo carácter autocrático se diferencia muy poco del totalitarismo soviético. China se levantó económicamente gracias al apoyo invaluable de los EE. UU. y Occidente, y hoy estos son sus potenciales enemigos económicos y políticos debido a que los comunistas chinos no han cambiado su política violatoria de los derechos humanos y aplican una competencia económica desleal.
En cuanto a Angola, me pregunto qué sentirán los cubanos que perdieron a algún ser querido en ese país al ver que hoy los que dispararon contra los cubanos y hasta los mataron, son miembros del parlamento, figuras del gobierno y hasta prósperos capitalistas.
Así de sorprendentes son los giros de la historia.
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