LA HABANA,Cuba.- Lo primero que ha hecho Andy García Lorenzo al ser excarcelado este 25 de mayo es dedicar sus palabras a mencionar a sus compañeros de causa, aquellos manifestantes del 11 de julio (11J) de 2021 de Villa Clara con los que compartió celda, esa es “mi deuda, no quiero hablar tanto de mí como de ellos”, expresó.
Pese a saber que sus denuncias pudieran provocar que la Seguridad del Estado cubana lo vaya a buscar a su casa de inmediato para llevarlo al campamento en donde deberá cumplir el resto de los cuatro años de sanción y, por tanto, pasar menos tiempo con su familia, vence esos miedos y narra sus experiencias, sabe la importancia de su testimonio.
“Tengo tanto que decir, no sé por donde empezar”, me dijo en esa llamada telefónica que sostuvimos y en la que constantemente se disculpaba, “todo el que sale de una prisión sale así, todavía estoy alterado porque he vivido la injusticia”, confesó y en sus palabras e historias se evidencia el trauma.
Qué pasó ese día
Comencemos por el principio, ¿cómo ocurrió tu detención el 11 de julio?
Yo regresaba para mi casa después de la protesta, crucé la calle de La Audiencia, la calle central, y me incorporo a la calle Caridad; intento seguir pero veo que viene una patrulla y muchos boinas rojas (Tropas de Prevención de las Fuerzas Armadas de Cuba). La patrulla me pasa por el lado y uno de los boinas rojas empieza a decir “el pelú, el del pulóver azul”, o sea, yo.
Veo que empiezan a dar golpes y empujones a otras personas, que empiezan con sus barbaridades; cerca de mi, a una muchacha que estaba grabando, le dan un empujón hacia una reja y se le cae el teléfono. Cogí miedo. Me puse en el medio de la calle, me puse las manos en la cabeza, me arrodillé y luego me acosté, en señal de entregarme. Uno de los policías me dijo que me levantara, me puso las esposas, con las manos a la espalda, y me llevó para la patrulla.
“No me vayan a dar golpes”, les dije varias veces. Todo el trayecto hasta el centro de instrucción (a unos siete km aproximadamente), uno de los policías sentado al lado mío no me dejó de dar golpes, por todos lados, por las costillas, por los brazos, incluso luego tuve un hematoma en el pómulo que me duró varios días, pero sobre todo por las costillas; fue todo el trayecto así, yo esposado y él dándome golpes, para colmo, la patrulla iba lenta. Yo le decía al otro, al que iba manejando, que viera eso, que hiciera algo, pero no me hacía caso.
Cuando llegamos a Instrucción (Unidad Provincial de Investigaciones Criminales y Operaciones-UPICO), el que me dio los golpes me entregó y me dijo “tranquilo, muchacho, aquí no se te va a dar más golpes”. Se fue sin siquiera firmar la entrega. Creo que lo hizo para que no quedara registrado su nombre, le había dicho que lo iba a denunciar. Nunca más lo vi.
Fue tremendo, imagínate, nunca me habían detenido antes. Uno no entiende bien de estas cosas hasta que las vive.
¿Te volvieron a golpear?
No. La única golpiza fue esa, cuando me detuvieron. Vi movimientos bruzcos hacia otros, y escuché sonidos de golpes, pero la gente tiene miedo a comentar ese tipo de cosas.
¿Te dieron asistencia médica?
A las 24 horas pasó un médico por las celdas pero solo preguntando si alguien tenía síntomas respiratorios, por lo de la COVID-19. Como a los tres días fue que un médico me hizo un chequeo. Tenía muchos moretones, sobre todo en el abdomen. Pero el chequeo era más bien para saber si estaba plantado (en huelga de hambre) o algo de eso.
Estuviste varios días incomunicado.
Sí, yo pedí derecho a una llamada pero no me la dieron. Como a los diez días fue que pude hablar con mi familia.
Y la primera visita, ¿cuándo y cómo fue?
Como a los diez o doce días, no recuerdo bien. Fue mi mamá a verme en Instrucción. Me hicieron ponerme un pulóver de mangas largas para que mi mamá no viera los moretones; también me advirtieron que no podía hablar del caso, ni podía contarle nada de lo que había vivido ni de lo que se me acusaba ni nada de eso. Estuvieron pendientes de lo que hablábamos todo el tiempo. ¡Qué clase violación de derechos!
También vigilaban todo el tiempo mis llamadas telefónicas.
El juicio
¿Cuándo viste por primera vez a tu abogado?
Como a los quince días. Con él sí pude hablar todo. Tengo mucho que agradecerle a ese abogado. A pesar de que pensamos diferentes, ha sido muy respetuoso y profesional. En el juicio se paró, demostró que no había pruebas contundentes en mi contra ni nada, y pidió mi absolución.
El juicio fue en enero de este año. ¿Cuéntame cómo fue?
Todo fue planificado, se veía la confabulación de la Seguridad del Estado. Recuerdo que nos mirábamos y decíamos “asere, esto es una burla, para qué vinimos aquí, esto es por gusto, esta gente ya hasta saben los años que nos van a echar”.
Testigos que, aunque nunca en la vida te habían visto, se viraban y hasta se sabían tu nombre completo. Y claro, eran todos agentes de la Seguridad. Fíjate que nadie del pueblo -los supuestamente afectados por la protesta- fue a testificar en contra de nosotros, todos eran agentes del gobierno. Fue todo una falta de respeto.
En todo este tiempo, ¿te amenazaron de alguna manera o te llevaron a celdas de castigo?
Sí, eran medidas disciplinarias. En varias ocasiones me quitaron derecho a las llamadas telefónicas.
Me mantuvieron cuatro meses aislado, en una celda con otro preso común que cambiaban constantemente y que ponían ahí solo para vigilarme, al comedor me llevaban aparte, para que no interactuara con el resto.
Y amenazas, muchas, sobre todo con mi familia, por las denuncias que ellos hacían y el apoyo que me daban. Me llegaron a decir que meterían presa a mi mamá y a mi hermana. No me dijeron lo que le hicieron a mi papá, eso de la puñalada que le dieron, pero yo me enteré. Hay cosas que ellos no las dicen, pero las hacen. Había cosas que no me las decían, amenazas que no hacían, porque sabían que yo lo denunciaba todo.
Sobre todo al principio también me interrogaban mucho, de madrugada incluso, interrogatorios de hasta ocho horas, como si uno fuera un terrorista. Me llegaron a rodear tres tenientes coroneles y dos mayores de la Seguridad del Estado, con una cámara, para que dijera que me arrepentía y renunciara a lo que pienso, pero no lo acepté. Me amenazaron con 20 o 30 años de prisión, cadena perpetua y hasta que me iban a fusilar en caso de que hubiera una intervención humanitaria en Cuba.
La prisión
En estos más de 10 meses estuviste en varias prisiones de Villa Clara. Descríbeme la celda en la que estuviste la mayor parte del tiempo.
Una de las celdas en las que estuve más tiempo fue en el área 6, cubículo 7 de la prisión del pre (centro penitenciario conocido como El Pre, porque antes de ser una prisión fue un preuniversitario), medía 4 por 4 metros, allí me tenían aislado; apenas tenía ventilación o claridad, era el cubículo más caluroso de toda la prisión, dormía en el piso porque el colchón estaba muy sucio y además, daba más calor aún, ponía la colcha en el piso y ahí dormía; fíjate si había mosquitos que la peste era constante porque justo al lado de la celda había una fosa de aguas albañales.
Y la comida, ¿cómo era?
En la prisión Guamajal la comida era mejor, nada que ver con la del Pre y La Pendiente, que fueron las otras prisiones en las que estuve. En todas la comida estaba mala, una cochinada, en Guamajal lo que dieran, croqueta o revoltillo con arroz, todo tenía peste, o el pan tenía moho, pero bueno, por lo menos la daban caliente. Si eso era en Guamajal, que es una de las prisiones modelos, imagínate el resto de las prisiones.
¿Te sentiste solo o abandonado en algún momento?
Te voy a hablar claro, yo sabía que mi familia estaba haciendo cosas por mi, por mi libertad, pero allá adentro, con todas las presiones sicológicas y demás, te sientes solo a pesar de todo.
Te sentías indefenso
Claro. Y la única opción que tuve fue enfrentarme a ellos (policía política). Si me iban a juzgar por algo, que fuera enfrentándome a ellos, no podía quedarme de brazos cruzados.
Tu familia fue de las más activas -en todo el país, debo decir- en luchar por tu libertad. ¿Crees que esto haya incidido en tu cambio de medida?
Por supuesto. No tengo forma de agradecerles. Estoy muy orgulloso de ellos. Incluso allá adentro sentí el cambio de trato cuando mi familia se hizo más visible, al principio aprietan un poco las amenazas, pero después me empezaron a tratar mejor, porque sabían que lo que me hicieran mi familia se iba a enterar e iban a protestar.
¿Recomiendas entonces a las familias del resto de los presos políticos que luchen por ellos?
Claro, es lo lógico. Es la única forma. Meter presa a todas esas familias es un costo político muy grande y ellos están tratando de evitarlo. Todo lo que pueda hacer la familia, que lo hagan. Mientras la familia sea más complicada (rebelde), al principio ellos te van a apretar más en la prisión, pero a medida que pase el tiempo, que ellos te respeten a ti y a tu familia, el trato cambia.
Si hoy yo estoy aquí (fuera de la prisión), es por el costo político que provocó mi familia al país, al exponer mi caso.
Restricción domiciliaria
¿Qué te dijeron antes de soltarte?
Nada, me sorprendió mucho. Ese mismo día fue el juicio de apelación. Sabía que me iban a cambiar para campamento porque allí lo dijeron, que me pasaban a Trabajo Correccional con Internamiento (TCI), pero no que me iban a dejar estar unos días en mi casa. Yo estaba preparado psicológicamente para lo peor, para pasar los 4 años encerrado, por eso me sorprendió esto. Simplemente, se acabó el juicio, requisaron mis cosas y me dejaron salir. Mi familia estaba afuera. A las 24 horas me dieron un papel donde decía que tengo restricción domiciliaria.
Supongo que hayas tenido vigilancia, seguimiento en estos días
¡Seguimiento! Una caravana. Me siguen a todas partes. Es increíble cómo gastan recursos.
¿Sientes que todo esto te ha afectado?
Me ha afectado pero también me ha confirmado lo que creo, es lo que me abrió los ojos. Pero psicológicamente sí, es el trauma que tengo por todas las violaciones que cometieron conmigo y las que vi. Es increíble que en el siglo XXI los seres humanos nos dejemos de tratar como seres humanos.
¿Qué viviste o viste, por ejemplo, que fuera traumático para ti?
Mi detención, por supuesto, la golpiza que recibí. Ver cómo mantuvieron a un preso esposado en forma de cruz o equis (atado de manos y pies encima de una cama de piedra) por cuatro días seguidos, como forma de castigo. Eso es duro.
En ocasiones tuve que dormir en el piso, cerca del baño turco (consiste en un hueco en el suelo en donde los detenidos deben hacer sus necesidades fisiológicas) pese a la suciedad.
También, cuando estuve en huelga de hambre, por ejemplo, iba un guardia por la madrugada a despertarme, me decía ‘despierta que tú estás plantado, no viniste aquí a dormir’, eso me lo hicieron varias veces, creo que era una forma de tortura psicológica.
Después de todo esto, ¿te arrepientes de haber salido el 11 de julio?
Esa pregunta es ofensiva. Cómo me voy a arrepentir del hecho más orgulloso de mi vida, de todos los cubanos, el día más feliz de la historia, el día en que el pueblo se levantó contra el opresor.
Coco Fariñas, Antúnez y los presos del Grupo de los 75 pasaron mucho más que yo. Pese a todo lo que yo he pasado, estoy orgulloso de ese día.
Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +1 (786) 316-2072, también puedes suscribirte a nuestro boletín electrónico dando click aquí.