LA HABANA, Cuba. – ¿Qué fue lo que realmente sucedió en la Aduana? Es lo que muchos se preguntan hoy dentro y fuera de Cuba después que se extendiera la noticia de que la entidad no aceptaría prórrogas a las cargas no acompañadas luego de vencidos los nuevos plazos establecidos en la Resolución 529/2019 publicada este 11 de noviembre en la Gaceta Oficial no. 26, extraordinaria.
De acuerdo con la nota aclaratoria aparecida tanto en el sitio de la Aduana General como en su página de Facebook, las alarmas saltaron en la población debido a “rumores” o “planteamientos falsos”, no obstante haber salido a la luz pública la Instrucción número 20, del 19 de noviembre de 2019, donde el jefe de este organismo del gobierno limita las potestades y establece las excepciones solo para quienes importan menaje de casa al retornar al país.
Ahora han salido urgentemente a explicar que para nada serán decomisados los equipajes no acompañados que arriben a Cuba después de vencidos los tiempos ‒de 90 días, para las cargas aéreas, y de 120 días, para las marítimas‒, y que incluso se prorroga lo establecido hasta el 31 de diciembre de 2020, quedando temporalmente sin efecto la Resolución, pero la verdad es que ambos textos, más allá de lo confusa que pudiera resultar la redacción para quienes no conocemos de leyes, indicaban todo lo contrario.
Así, la Instrucción 20 en el párrafo sexto establece lo siguiente: “A partir de la modificación practicada al Artículo 24, inciso e), de la Resolución No. 24, del Jefe de la Aduana General de la República, de 5 de noviembre de 2007, mediante la Resolución No. 529, de 4 de noviembre de 2019, resulta necesario dejar sin efecto la autorización para conceder prórrogas para la importación de los equipajes no acompañados y mantener esta facultad en cuanto a la importación de los menajes de casa (…)”.
La orden anterior es bien clara, de modo que la nota de este martes no es posible verla sino como la “retractación” que es, quizás, provocada por la reacción popular.
Posiblemente una estrategia del tipo “Donde dije digo, digo Diego” que quizás ha sido la solución más urgente (y prudente) para evitar que una multitud de enfurecidos se plantara en las oficinas centrales de la Aduana, incluso en el aeropuerto, para reclamar sus pertenencias y, al mismo tiempo, ofrecer el mayor espectáculo con que se pudiera despedir el 2019 en Cuba.
Aceptémoslo, no ha habido malas interpretaciones y quizás sí algunas “muy malas intenciones” pero no por parte de los medios que replicaron la noticia. Al parecer, tras la benevolencia de extender los plazos, por breve tiempo se ocultó el sablazo de una especie de “ley tramposa”.
Varias personas consultadas en la calle han confirmado que, durante el día de ayer, las respuestas que recibieron de las autoridades aduaneras, a las que consultaron vía telefónica, confirmaban que las cargas no acompañadas que arribaran a la isla pasado el tiempo establecido serían decomisadas, sin oportunidades de apelación. Suficiente para que algunos anunciaran de modo público y desafiante que, de ser afectados, acudirían a un plantón para reclamar a gritos sus pertenencias. Algo de temer en los tiempos que corren.
Tengamos en cuenta que una buena parte de los llamados “trabajadores por cuenta propia” ‒un sector al que, debido a las trabas que ha impuesto el régimen para su desarrollo, resulta muy cuestionable llamar “privado”‒ invierte capital considerable en el negocio de las importaciones y reventa de mercancías, una modalidad que en los últimos meses ha sido identificada por el gobierno cubano como “culpable” de que las divisas extranjeras se escapen al exterior.
Usando una táctica similar a la empleada contra los choferes particulares, a quienes en su momento señaló como piezas esenciales en el mercado negro de combustibles, en los últimos meses el gobierno ordenó la apertura de comercios donde las mercancías solo pueden adquirirse en divisas extranjeras, un “experimento” comercial que algunos han interpretado como el primer paso para “matar dos pájaros de un tiro”: liquidar el negocio de las “mulas” y sacar de circulación el tóxico CUC.
En tal contexto “bélico”, es lógico que los potencialmente afectados hayan vinculado la nueva resolución de la Aduana no solo con la batalla solapada contra el “cuentapropismo” sino, además, con el desabastecimiento que ya incluso afecta las nuevas tiendas, que solo estuvieron llenas de productos durante los primeros días tras la apertura.
“¿Será que intentan quitarme mis cosas para venderlas en esas tiendas?”, es lo que, casi al borde del colapso, se preguntan algunos en la calle.
El temor de las personas también se justifica en el hecho de que las importadoras, sobre todo las establecidas en la Zona Libre de Colón, en Panamá, han suspendido las cargas aéreas a la isla y solo admiten contratos de transportación marítima, con ofertas de plazos que casi nunca se cumplen en los tiempos acordados, debido a que los embarques no viajan directamente a Cuba sino que emplean rutas e itinerarios extensos y complejos.
Demasiadas coincidencias. Suficientes para que todo aquel que había realizado importaciones y se encontraba a la espera de la carga se sospechara posible víctima de una estafa “legal”.
Lo cierto es que en las últimas 24 horas, según confirman trabajadores de las distintas dependencias de la Aduana en el aeropuerto José Martí de La Habana, los teléfonos colapsaron por causa del alud de llamadas que recibieron solicitando explicaciones. Ayer respondieron una cosa. Hoy han respondido otra. Lo cierto es que la resolución está publicada y por el momento no aparece otra que la derogue o modifique a tono con la retractación. Esperemos a ver qué sucede dentro de un año.
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