MIAMI, Estados Unidos.- En un rimbombante editorial publicado recientemente por “The New York Times” titulado “Represión sin fronteras”, donde repasan la intromisión internacional de los órganos de espionaje y seguridad de connotadas dictaduras para eliminar o silenciar las voces de sus antagonistas, se lee el párrafo siguiente:
“Quizás lo más importante es que Estados Unidos y sus aliados deban hacer un esfuerzo concertado para llegar a las comunidades de la diáspora en su territorio y alentarlas a informar sobre los esfuerzos desfavorables de los líderes o los servicios de inteligencia de sus antiguas tierras para amenazar, infiltrar, espiar, asaltar, o acosarlos de otra manera. Las personas que buscan refugio en países libres, como hizo Khashoggi en Estados Unidos, deberían estar claramente fuera del alcance de los déspotas ávidos de poder”.
La información del editorial no es nada original o desconocida, sobre todo en la comunidad de exiliados cubanos del sur de la Florida, y se basa en un reporte que la organización Freedom House ha dado a conocer con respecto a esta ninguneada y peligrosa circunstancia, donde aparece una lista de violadores transnacionales consuetudinarios entre los que figuran Rusia, Turquía, Arabia Saudita, Rwanda, Irán, China y Egipto.
De acuerdo con la organización, los regímenes de estos países asesinan, ejecutan deportaciones ilegales, secuestros, amenazas digitales, uso abusivo de la Interpol e intimidación familiar. Padecen, patológicamente, de la voluntad de coartar a los ciudadanos que escaparon de su sistema represivo.
Según el informe, tales persecuciones criminales provocan el silencio en otros miembros de la comunidad, creando una atmósfera de miedo, aunque estén a buen recaudo viviendo en democracia.
Paradójicamente los órganos represivos transnacionales del castrismo que tanto daño han provocado a los exiliados cubanos durante 62 años, bajo la artimaña de ser defensores secretos de la revolución agredida por la “mafia de Miami”, apenas aparecen mencionados en el reporte.
Yo conozco de amigos que no se atreven a denostar públicamente del castrismo por represalias a sus familiares o por la prohibición de ingresar a la isla, donde sus padres ancianos u otros familiares sufren necesidades que solo ellos pueden remediar.
Durante toda su desafiante carrera el gran escritor Guillermo Cabrera Infante debió lidiar en sus presentaciones públicas con beligerantes actos de repudio de izquierdosos ignorantes, convocados por los nidos de espías y alborotadores que son las embajadas cubanas.
Durante una cumbre en Panamá, en el año 2015, representantes cubanos de la oposición fueron agredidos a patadas y piñazos por diplomáticos cubanos, duchos en golpes de karate, cuando depositaban una ofrenda floral ante el busto de José Martí en la localidad.
El reporte de Freedom House analiza casos de represión transnacional desde el 2014 a la fecha.
Se incluye todo un acápite de la tramitación consular como modo de chantajear y perturbar la vida de los exiliados. En este sentido la tiranía castrista ha desarrollado uno de los aparatos más agresivos e impunes de que se tenga noticia en asuntos referidos a la emigración.
Hasta el día de hoy se arogan el derecho de permitir o cancelar, a su antojo, la entrada de nacionales a la isla, quienes, por demás, deben pagar pasaportes cubanos y actualizaciones de documentos sobrevalorados, aunque sean ciudadanos de otros países.
La población cubana del sur de la Florida ha debido convivir con la infiltración del aparato de espionaje castrista desde los años sesenta.
Operaciones de la artera y cobarde Red Avispa provocaron la muerte de exiliados dedicados a rescatar a balseros en peligro cuando cruzaban el estrecho de la Florida en 1996.
Los culpables de ese crimen, detenidos en prisiones americanas, luego fueron intercambiados en una maniobra llamada a reanudar las relaciones diplomáticas de Estados Unidos con la dictadura.
Los familiares de los exiliados pulverizados por aviones castristas en aguas internacionales debieron sufrir la liberación de dichos asesinos y sus cómplices.
En el 2019 volvieron a ser vejados con el estreno del filme “Wasp Network”, colmado de estrellas internacionales, donde los mártires siguieron mancillados, mientras la labor de los espías se encomiaba como una necesidad de supervivencia de la llamada revolución.
Sin embargo, según el informe de Freedom House, a la dictadura cubana no se le puede incriminar por el uso de la represión transnacional. Eso sí, reconoce que ostenta una historia agresiva de espionaje contra la comunidad cubana de los Estados Unidos.
El control de la movilidad de sus ciudadanos, sobre todo aquel que se refiere a la habilidad de salir de la isla, sigue siendo, según Freedom House, un instrumento represivo del régimen, que funciona a la inversa de otras dictaduras porque cuando ha liberado a sus disidentes los deporta directamente de la cárcel al aeropuerto.
La vieja y decadente dictadura de los Castros, fundadora de la represión transnacional, “sin fronteras”, que ahora deslumbra a los analistas, sigue sin recibir el justo castigo que merece.
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