“Acerca de los padres”, la canción que hizo a Silvio un adelantado del orgullo gay

LA HABANA, Cuba. ─ Más de medio siglo después de haberla compuesto (ocurrió allá por 1969), Silvio Rodríguez ha vuelto a grabar la canción Acerca de los padres, que aparecerá en octubre de este año contenida en su nuevo álbum, donde de nuevo se hace acompañar por el grupo Diákara.
En dicha canción, el cantautor no solo se atrevió a abordar el tema, por aquel entonces tabú, sino que se pronunció en contra de los prejuicios y la discriminación contra las personas gay.
En Acerca de los padres Silvio lamentaba que las personas fueran juzgadas por su orientación sexual, y que los homosexuales fueran considerados “enfermos mentales”, lo que llevó a que el tema no fuera radiado en su época. La conocían, como otras canciones “conflictivas” de Silvio, sólo unos pocos que la escucharon en grabaciones caseras. No vino a aparecer en un álbum hasta que fue incluida en Al final de este viaje, grabado por el trovador en España en 1978 y que recogía varias de sus primeras canciones.
Con frecuencia suelo criticar la postura procastrista (jamás el talento autoral) de Silvio Rodríguez, pero no puedo negar que fue valiente al abordar en esa canción el tema gay en aquella época, justo cuando el machismo y la homofobia estaban en su apogeo en Cuba.
Cuando Silvio compuso Acerca de los padres hacía poco más de un año que habían cerrado los campamentos de trabajo forzado de las llamadas Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), adonde fueron a parar miles de jóvenes considerados por el régimen “moral e ideológicamente inadecuados”, muchos de ellos gays. Pero digamos que el cierre de las UMAP no significó el fin de las persecución, sino un nuevo comienzo, con renovados bríos a partir de 1971, que condujo a políticas aberrantes como la parametración (la exclusión de determinadas profesiones y de las universidades) y las sistemáticas redadas policiales contra los gays.
Que Silvio Rodríguez se atreviera a defenderlos podía interpretarse como un desafío al mismísimo Fidel Castro, porque no había que ser muy perspicaz para interpretar que los que juzgaban a los demás por su orientación sexual y “una presencia ante la vida” y desbordaban los archivos “de psicopatías y prejuicios, de mutiladas fantasías del horror, de remendados en la frente y el amor” no eran tanto los padres y las madres como el Papá en Jefe y sus papitos subalternos machistas-marxistas-fidelistas, que se proponían la creación del hombre nuevo.
En 1972, menos de tres años después de grabar Acerca de los padres, cuando se fundó el Movimiento de la Nueva Trova, todos sus integrantes, incluido Silvio, firmaron sin reparos un documento que afirmaba que su principal objetivo era cumplir los acuerdos del rabiosamente homofóbico Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura.
Ya para entonces Silvio Rodríguez estaba domado. Había cumplido su penitencia de 125 días en el barco pesquero Playa Girón y, protegido por Haydée Santamaría y Alfredo Guevara de los vientos inquisitoriales que corrían, había ido a parar junto a Pablo Milanés y Noel Nicola al Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, que les sirvió de asilo, reformatorio, academia musical y escuela político-ideológica.
Ninguno de los padres fundadores de la Nueva Trova dijo ni pío cuando, durante el Decenio Gris y unos años más después, estaba en su apogeo la represión contra las personas gay. No fue hasta unos años después que los cantautores cubanos se atrevieron a referirse a la homosexualidad en sus composiciones.
A finales de la década de 1980, muchos entendieron que la canción Amor difícil, de Amaury Pérez, se refería a una relación amorosa entre personas del mismo sexo, por la estrofa que decía: “más vale la oscuridad para un cariño que no tolera la gente, diferente”. Pero, interrogado al respecto, su autor argumentó que había compuesto esa canción inspirado por los tropiezos para ver a su hijo después que se divorció, una explicación que a pocos convenció.
Más directos en el abordaje del tema gay fueron, en los años 90, Pedro Luis Ferrer con Él tiene delirio de amar varones, Pablo Milanés con El pecado original, y Carlos Varela cantando a un hombre que “tenía corazón de mujer, estaba preso dentro de su propio cuerpo/ sin poder escapar del dolor” y que “soñaba con dejar la prisión”. Pero ya para entonces, gracias a Mariela Castro y el Cenesex, era permitido y hasta encomiable hablar del asunto, siempre que fuese “dentro de la Revolución”.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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