CDMX, México.-Uno de los más emblemáticos actores norteamericanos de todos los tiempos estuvo en La Habana en 1956. Se trata de Marlon Brando, para muchos uno de los mejores actores de la historia. Tanto así que tras su muerte en 2010, Al Pacino diría: “ahora todos subimos un escalón más”, haciendo referencia a que Brando ocupaba el lugar más alto para los intérpretes.
Ahora bien, ¿por qué viajó a Cuba? La estrella de Hollywood era un apasionado de la música cubana, sobre todo de la percusión.
En Estados Unidos era asiduo a las noches latinas del Salón Palladium. Se incribió en clases de bailes cubanos como la conga, la rumba, el chachachá, el mambo y aprendió a tocar los tambores.
Con toda esa influencia, Brando salió desde Miami en febrero de 1956 y aterrizó en la Habana. Según el investigador Leonardo Depestre Catony se registró con el nombre falso de Mr Maker en un modesto hotel, el Packard, hoy reconstruido en la esquina de Cárcel y Paseo del Prado.
Marlon quería conocer la Cuba real y estaba fascinado con la cultura negra. Eso no lo encontró en los salones elegantes de la aristocracia habanera. Esos espacios le fueron indiferentes, mas los sitios de baile popular fueron otra historia.
Según el periodista especializado en temas históricos Ciro Bianchi, el protagonista de “Nido de Ratas” contactó a Clemente “Sungo” Carrera, un pelotero cubano que jugaba en las Grandes Ligas. “Esa misma noche irían al cabaret Sans Souci, en la carretera de Arroyo Arenas. Brando quería saludar a la actriz y cantante Dorothy Dandridge, la estrella del show que el centro nocturno tenía en escena, y de paso explorar si alguien conocía de algún bongó en venta. Un bongó ya curado por un buen músico cubano”.
Se cuenta que Brando hace un extenso recorrido por diversos cabarets: El Panchín, el Pensylvania, El Pompilio, El Ranchito, el Pennsylvania, La Taberna de Pedro, Los Tres Hermanos.
El futuro Don Vito Corleone también llegó hasta el Choricera Club, donde tocaba los cueros el Chori, el mismo a quien el periódico The New York Times había recomendado “quien visite La Habana y no llegue hasta la Playa de Marianao a ver al Chori, no ha ido verdaderamente a La Habana” escribió Drew Pearson.
Allí Brando subió al escenario y cumplió su sueño de tocar con un verdadero profesional, aunque Chori no estaba muy convencido al inicio, terminó felicitando a Brando porque no era un mal percusionista.
Marlon quedó tan fascinado con el show que arregló todo para llevarse a Chori a Hollywood. Sin embargo, ya frente a la puerta de embarque en el aeropuerto, el cubano dijo que iría por un café y no regresó. “Ni por aire ni por agua salgo yo de Cuba”, dijo luego a sus amigos.
Tres días pasó el ganador de dos premios Oscar en la capital cubana, y a pesar de todos sus esfuerzos no logró pasar desapercibido del todo. En la recepción de su hotel lo localizó Guillermo Cabrera Infante, quien trabajaba para la revista “Carteles”. El reportero le preguntó por la tumbadora que llevaba consigo
“Es una verdadera ganga –le contestó el estadounidense–. Noventa pesos. Es cara para un cubano, pero para un americano es muy barata, siendo auténtica. Yo tengo seis congas más como ésta, I jus love tumbadoras”.
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