LA HABANA, Cuba.- Con dos espléndidos estrenos, el pasado fin de semana se presentó la compañía Danza Contemporánea de Cuba en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. R=V (El criterio del camello) y Coil, de los coreógrafos George Céspedes y Julio César Iglesias, respectivamente, fueron las obras interpretadas por un conjunto de bailarines cuya juventud hace más admirable la elevada calidad de sus ejecuciones, así como la absoluta asimilación de los presupuestos estilístico-expresivos de una de las nóminas danzarias más prestigiosas de la Isla.
El hilo conductor de la primera coreografía es, precisamente, el criterio del camello: “¡Lo importante para mí no es la cuesta arriba o la cuesta abajo, sino la carga que llevo!” Sobre esta premisa, con un vestuario sencillo y la acertada música compuesta por Alexis de la O y Nacional Electrónica, toda la obra constituyó un prodigio de fuerza y resistencia. Fue puro albedrío, sin sujeciones a un contexto espacial o temporal específico. Solo la danza en su autonomía artística; tan rítmica, sincronizada y liberadora que el público disfrutó al máximo la acompasada marcha sobre las tablas, en un crescendo de energía y expectación, admirando las posibilidades infinitas del cuerpo.
Coil, la segunda pieza, fue sorprendente y evocadora en más de un sentido. Desde el vestuario diseñado por el propio coreógrafo, hasta las situaciones de violencia recreadas, que en principio resultaron hilarantes pero no tardaron en revelarse como crueles expresiones de un viaje a la locura. Varias personas de entre el público se levantaron mientras el manicomio danzante interpretaba una rutina poco ortodoxa sobre el escenario.
A pesar de que en algunas de sus coreografías Danza Contemporánea ha inoculado cierta dosis de violencia, Coil es una obra ruda y desconcertante que puso a prueba la tolerancia del auditorio. Desde el punto de vista físico, la brutalidad de la coreografía fue tal que en los últimos compases los bailarines lucían extenuados, como si fueran a caer muertos allí mismo. Fue una interpretación soberbia, de punta a cabo, con todo lo que distingue a Danza Contemporánea entre varios proyectos y agrupaciones que hacen lo mismo.
Ambas obras dan fe de la creatividad y el dominio técnico de los coreógrafos de la compañía. Una vez concluida Coil, el público tardó en reaccionar; pero en pocos segundos la ovación colmó aquel teatro repleto de cubanos, algo que se echa en falta durante las presentaciones de otras compañías. La experiencia en sí fue novedosa y un excelente augurio para Danza Contemporánea de Cuba, que tendrá a su cargo el cierre del International Contemporary Dance Festival de Moscú, y el Festival de Danza de Otoño del New York City Center.