LA HABANA, Cuba.- La galería independiente Riera Studio y Art Brut Project Cuba comenzaron con “El silencio susurrante”, de Federico García Cortizas, un nuevo ciclo de exposiciones personales de los artistas que conforman su catálogo.
Samuel Riera, artista dueño del espacio y Federico García Cortizas, el primero en exhibir, hablan para CubaNet sobre Art Brut, Out Sider y la sociedad que decanta a “los diferentes”.
Riera lleva cinco años en la confección de un catálogo que agrupa a artistas de toda la isla y Federico ha estado toda la vida dibujando paisajes que hasta el otro día no tenían valor alguno y que Riera como especialista clasifica como “psicológicos” porque son selvas que solo se localizan en las preocupaciones del artista.
“’Fede’ es nuestro mejor paisajista, pero es todavía muy difícil que nos acepten en los circuitos comerciales. Aún no se reconoce el trabajo de nuestros artistas”, apunta Samuel Riera, refiriéndose al Art Brut/ Out Sider como la novedad que es para muchos. “Vivimos una institucionalización dentro de la cultura y la incorporación de nuevos procesos de arte que no han sido estudiados ni tamizados por los centros de poder no se reconocen”.
“Creo que soy ‘Out Sider’ porque nunca me he vinculado a nada que tenga que ver con este país”, se autodefine Federico G. Cortizas, aunque Riera asegura que “es muy difícil que un ‘Out Sider’ se defina como tal a sí mismo”.
Si el talento de Federico cabe en los circuitos formales del arte o no, es cuestionable, pero su historia puede servir como patrón para contar la historia de la intolerancia revolucionaria.
Art Brut Project Cuba llegó a él con “terror”. Según Riera las referencias eran muy radicales: “Nos dijeron que era un tipo agresivo y nos dimos cuenta de que simplemente su forma de establecer interconexiones sociales son complejas, un tipo sin herramientas para conectarse con la sociedad; y a la gente le preocupa tener un vecino que vive rodeado de troncos de árboles”. A eso se le suma que Federico es un artista que “no participa en la realidad social ni política”, él mismo se llama “chivo expiatorio”, y cuenta: “Cada vez que pasaba algo decían que yo estaba metido”.
Con los años la sociedad simplemente lo aisló.
Riera se detiene en su condición de “Out Sider”: “En el caso del artista ‘Out Sider’ muchas veces ni siquiera saben qué cosa es estar dentro del sistema. No es una actitud ni un deseo ni una forma estructurada y Federico es uno de ellos”.
“Yo soy un tipo muy inconforme y puede que yo mismo me haya creado ese estigma de que la gente crea que soy un loco”, dice el artista, pero quienes lo conocen saben que le tiene miedo a la locura. “El mundo está lleno de gente ignorante y cuando te ven en esto te vinculan con los locos. Tengo una pila de amistades que están ‘quimbás’ (locas), pero no veo por qué yo tengo que ser loco si yo me mantengo”, y enumera por cuántas clasificaciones ha pasado. “Cuando oía rock era un antisocial, un frikie. Ahora ya no soy un antisocial porque me pelé, pero sigo siendo un loco. La idea es siempre pegarle a la gente un cartel de algo”.
Sobre sus “amistades ‘quimbás’” Riera cuenta: “Federico puede que pertenezca a un grupo social de gente rebelde, a una subcultura. Habría que ver en la misma exposición a sus amigos con las mismas ideas, la misma proyección que evidentemente chocan porque no se aparejan con un orden específico y menos con el nuestro que es tan estricto”.
Para Federico la sociedad cubana es “monótona” porque aquí “todos son iguales, todos tienen un patrón a seguir y yo detesto los patrones. A mí me gusta la gente original. Y del otro lado están la gente común, que son unos aburridísimos”, y para él las personas comunes son “las que se visten igual, se hacen los mismos pelados, que no leen, no ven buen cine, ni oyen buena música”.
De alguna manera tiene conciencia de por qué lo tildan de loco.
“Te ven mirando un árbol y eres un bicho raro”, dice Federico, “porque son incapaces de observar hasta la naturaleza. Este país está hecho de gente así”.
Riera, en calidad de marchand, cree que la obra de Federico tiene algo de “retorcido” porque no existe “el orden ni la complacencia, aunque existe el silencio pero no la pasividad, a diferencia de lo que estamos acostumbrados a ver en el paisajismo cubano”. Comparte otras impresiones: “Para mí, también son expresiones neuronales donde la gente se pierde”, y cuenta que la última tendencia de Federico es dibujar escenas o personajes a partir de las ramas o las raíces que conforman sus dibujos.
El aislamiento social no solo obligó al artista a retardar su salida a escenarios públicos o a compartir su obra con otros, sino que lo lleva a tener “miedo a veces de tener la persiana de la casa abierta porque no sabes si te están vigilando o no; y no creas que estoy paranoico, es que hay una pila de equipos modernos que te pueden ver en la oscuridad”, estado que se acentúa en tanto piensa más en el vecino que según él mismo, quiere quitarle su apartamento, aunque no tenga ni la menor posibilidad legal de hacerlo.
Historias personales, ficticias, paranoicas, delirantes o no, son las que sustentan la obra Federico García Cortizas y los demás artistas del catálogo de Art Brut Project Cuba que comenzarán a exponerse en la sala de Riera Studio, y de las que “El Silencio Susurrante” es la primera expresión.