LA HABANA, Cuba.- “¿Cómo el régimen le puede tener miedo a la proyección en la pared de mis trabajos?”, se pregunta Luis Manuel Otero Alcántara después de que su obra estuviera a punto de ser el motivo de un conflicto diplomático entre Cuba y la República Checa. “Yo no soy un político. Yo soy un artista. A mi me interesa al arte como herramienta que incide en la política, pero sigue siendo arte lo que hago”, asegura.
La inauguración del espacio “Conociendo al artista I” estaba pensado desde hacía más de un mes, según el artista, y la detención #18, del día 10 de diciembre, estaba prevista también, por lo que la estrategia era que, si “me metían preso, Claudia Gienlui Hidalgo hablaría por mi y sobre mi obra, pero me soltaron a las 5 y media de la tarde. Salí feliz y pensé, coño, qué bueno es el régimen, ahora cojo un taxi con mi peste a calabozo, voy para allá y doy mi conferencia”, pero se encontró con otra realidad, “el MINREX les dijo a los checos que la única manera que había de hacer la actividad era si yo no estaba”, contó a CubaNet Luis Manuel Otero Alcántara.
“Me entró una molestia doble, pero me di cuenta de que era una jugarreta del estado cubano, que quería, conociendo mi personalidad, que recogiera mi obra”, pero el artistas no hizo nada al respecto, porque “lo que más me interesaba era que las 30 o 40 personas que estaba allí vieran mi imaginario, mi estética, y porque mañana puede que esté en un museo o en cualquier parte del mundo y yo no voy a estar, y quisiera que me trascienda como individuo. Lo miré todo desde esa óptica para ganarle al régimen”, y de alguna manera ganó.
Gienlui Hidalgo demostró que cuando se habla de arte independiente en Cuba es imposible excluir a Luis Manuel Otero Alcántara, y que su interés por los espacios públicos, por la interacción con la gente, la confrontación con los espacios de poder no es repentina ni gratuita.
La curadora se toma la atribución de clasificarlo como “uno de los artistas más polémicos” de hoy en el arte cubano mientras hace un recorrido que comienza en el 2011, en la Galería Teodoro Ramos, con las esculturas “Los héroes no pesan” y termina con la producción actual de una serie fotográfica titulada “Causa no1 del 2019”.
Con “Los héroes no pesan” Otero Alcántara muestra las mutilaciones de guerra de los veteranos de las guerras en África, y es la escultura hecha con madera reciclada, tela y papier maché la manifestación que servirá para intervenir los espacios públicos en “Resistencia y Reciclaje” (2011-2012), o en “Made in China”, las dos series hechas para lo efímero, porque “son obras que se muestran, se colocan en la calle de forma clandestina y luego alguien las destruye”, aseguró Gienlui Hidalgo.
Y pese al carácter outsider de Otero Alcántara, en “Conociendo al artista I” se supo cómo llegó a los catálogos de dos exposiciones gubernamentales.
“En el 2014 se paseó por la muestra Post it vestido de traje, con un conejo en los brazos, el rostro pintado de blanco en su performance “Super pijo” y terminó en el catálogo de la exposición”, cuenta la curadora.
“Y así mismo sucedió durante la XII Bienal con su performance “Welcome to yumas” o Miss Bienal”, como casi todo el mundo lo reconoce.
Luego vinieron obras de más confrontación y concepto donde lo digital y las redes alcanzan un papel protagónico, como en el Museo de la Disidencia, donde se cuestiona “¿hasta qué punto te hace mala o buena persona disentir?” a la vez que coloca en una misma plataforma a Hatuey, José Martí, Fidel Castro y a Osvaldo Payá.
Del 5 al 20 de mayo de 2018 se inaugura la 00Bienal, y Gienlui la considera como su “mejor obra”. Mientras, Amaury Pacheco, conocido también como Omnipoeta, lo ve como un acto de “justicia poética, porque logramos arrebatarle, aunque sea cinco minutos al gobierno de todo lo que nos arrebató en algún momento: Rotilla, Poesía sin Fin, Puños Arriba”. Esto es también un punto de partida para todo lo que ha venido después: la batalla contra el decreto 349, el Movimiento San Isidro y las dieciocho detenciones.
“En la detención no17 me di cuenta que estamos en un estado de sitio. Todos los días estoy preparado para que se estacione una patrulla al lado mío y me lleve”, confiesa el artista.
“Mi casa está en condiciones infrahumanas, y eso es parte de mi propia psicología de estar preparado para perderlo todo todos los días. Amanezco y me acuesto con el pensamiento de que puedo morir ese mismo día. Ayer tenía un tic nervioso en los ojos y hoy estoy fresco como me ves”, y se muestra tal como es, egocéntrico, salamero, chistoso.
“Gracias a Olofin y a todo lo que existe la obra sigue creciendo con tremenda frescura. Mi creatividad está en talla”, lo que considera lo más importante, junto a la familia que ha formado con el Movimiento San Isidro, con los que mantiene presupuestos sólidos donde el arte es la principal y única divisa.
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