MADRID, España.- El periodista y escritor estadounidense Ernest Hemingway (1899-1961), quien vivió alrededor de dos décadas en Cuba, llegó por primera vez a la bahía de La Habana el 1 de abril de 1928, acompañado de su segunda esposa, Pauline Pfaiffer; aunque sería a partir de 1932 que se afianzaría su vínculo con la Isla.
Se alojó en el hotel Ambos Mundos, en La Habana Vieja, donde se hospedaría en sus siguientes viajes y donde se considera que escribió su célebre novela Por quién doblan las campanas. La habitación en la que se instalaba atesora objetos personales suyos que constituyen atracción para los turistas.
Desde 1939 radicaría en Finca Vigía, en San Francisco de Paula, distante del centro de la ciudad, con su tercera esposa la periodista Martha Gellhorn, a quien sustituiría allí la cuarta y última, Mary Welsh, de 1945 a 1960, que tras el fallecimiento de Hemingway, cumpliendo su última voluntad, donó a Cuba la propiedad con la mayoría de sus pertenencias.
Convertida en Museo Ernest Hemingway en 1962, resultó la primera institución establecida en el mundo para promover, estudiar y divulgar la obra y la vida del ganador del Premio Pulitzer en 1953 por su novela El viejo y el mar y del Premio Nobel de Literatura en 1954.
Otras de sus obras son Fiesta (1926), Adiós a las armas (1929), París era una fiesta (1964). Y entre los sitios más frecuentados por él en la capital insular, en los que dejó su huella, están el bar-restaurante Floridita, la Bodeguita del Medio, la actual Marina Hemingway, La Terraza de Cojímar y ese poblado costero que bien conocía porque en su ribera anclaba el yate Pilar.
Cojímar, sus pescadores y La Terraza son recreados en El viejo y el mar. Ese bar-restaurante se menciona reiteradamente en la novela; el protagonista, Santiago, dice al muchacho que lo acompaña: “A veces en los viejos tiempos, solía venir también a la Terraza”.