MADRID, España.- El fotógrafo, editor y cineasta cubano Germán Puig Paredes (1925-2021) fue una de las personalidades relevantes de la intelectualidad cubana en la década del 50.
Nacido en Sagua la Grande el 25 de febrero de 1925, Puig Paredes, que luego adoptaría el nombre artístico Herman Puig, fundó en 1951 junto a Ricardo Vigón el primer cineclub del país, que al año siguiente pasaría a ser la Cinemateca de Cuba. Después del 59 la institución fue expropiada por el estatal Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), que pasó a estar a cargo de Alfredo Guevara.
Puig, que había estudiado cine en Europa, en 1954 fundó con el periodista Carlos Franqui una pequeña sociedad bajo el nombre de Producciones FILMO para producir cortometrajes. Entre estos estuvo Carta de una madre (1955), rodado en 35 mm y en blanco y negro.
Antes había rodado, entre otros, el corto Sarna (1952), inspirado en un relato del escritor Edmundo Desnoes.
En la década de los 60 emigró a España, donde desarrolló una exitosa carrera como fotógrafo de moda y cineasta publicitario. Además, desarrolló una importante fotografía de desnudo masculino. Por ello el franquismo lo persiguió y acusó de pornógrafo. Esto lo llevó a establecerse en París, donde continuó esta vertiente de su carrera, convirtiéndose en pionero del desnudo masculino en la fotografía.
Sobre este trabajo Herman Puig explicó en una entrevista con El País: “No es que yo sea lo que los ingleses llaman un `male chauvinist´ (un chovinista macho). Precisamente mi postura, contraria a ese machismo, es la que me lleva a fotografiar al hombre, que ha ocultado siempre su cuerpo por pudor, por miedo a su propia imagen, quizá por temor a un reflejo homosexual”.
El artista falleció el 25 de enero de 2021 en Barcelona, a sus 92 años.
Sobre él apuntó el ensayista cubano Rafael Acosta de Arriba: “Realmente Germán Puig fue un embellecedor de la imagen del cuerpo humano, un enamorado de las significaciones estéticas del signo cuerpo. Conocido en Europa y en el mundo, fue en su país donde más tardíamente se le reconoció. Su vida fue entregada a ese sublime propósito, y creó un imaginario del cuerpo humano de altísimo nivel. Corresponde ahora a la cultura cubana organizarle, en algún momento y lugar, el homenaje que se merece, una vez que la normalidad regrese a nuestras vidas”.