LA HABANA, Cuba.- En el corazón del Barrio Chino de La Habana se halla el Centro Arte Continua, en el antiguo cine Águila de Oro, donde la institución artística internacional Galería Continua tiene uno de sus espacios ajenos a los grandes circuitos del arte, una excepción en Cuba, donde no existen proyectos de esa envergadura fuera del control del estado.
Allí ha sido inaugurada la exposición colectiva ¿Cómo está el agua?, en la que participan los artistas cubanos Iván Capote, Yoan Capote, Elizabet Cerviño, Leandro Feal, Orestes Hernández, Luis López-Chávez, Yornel Martínez, José Mesías y José Yaque.
Según un comunicado de prensa, la muestra “convoca a artistas y público a tantear las inquietudes que desde el advenimiento de internet surcan nuestros tiempos”, centrándose en “la preocupación de estar alejándonos de lo esencial en la vida, de estar perdiendo el contacto con su dimensión humana y tejiendo relaciones cada día más volátiles con otros individuos, con los objetos y la naturaleza”.
Al mismo tiempo, fue inaugurado el evento ¡PASE! (Poesía, Arte, Sonido Experimental), que nos propone un ciclo de sesiones de escucha cada viernes hasta el 9 de noviembre. Por otra parte, todos los miércoles, a las 6 de la tarde, cada uno de los artistas de ¿Cómo está el agua? presentará una pieza audiovisual sobre su trabajo.
Cada sesión de ¡PASE! irá acompañada de un periódico, fruto de la colaboración entre los críticos, curadores y artistas que diseñaron el programa, y la grabación de cada evento se posteará en una página SoundCloud estrenada para la ocasión. Si ¡PASE! nos llama a reflexionar “sobre lo que captamos con el sentido del oído y a desplazar las tradicionales aristas de poesía y sonido”, ¿Cómo está el agua? “apunta a un sentir más profundo de la vida y del arte”, a su fragilidad, que es la nuestra.
Como si hubiera sido convocada para ilustrar la exposición, ¿Cómo está el agua? comenzó con una intensa lluvia. De alguna manera, quedó más acentuada así la significación de lo que ocurría en el vasto espacio del antiguo cine chino, donde, aparte de las diversas obras, llamaba la atención una relación que se establecía entre dos escritores suicidas.
La idea de ¿Cómo está el agua? partía de una conferencia que dio en 2005 el escritor norteamericano David Foster Wallace en una graduación universitaria donde, basándose en una pequeña fácula, se refería a lo que está tan próximo a nosotros que ya no lo percibimos: un pez viejo le pregunta a dos peces jóvenes cómo está el agua y ellos se extrañan, por que no saben “qué demonios es el agua”.
Precisando que él no es “el pez viejo y sabio”, el escritor advierte al auditorio sobre la arrogancia que lleva a error y engaño, a una absurda existencia: “la mayoría de los suicidas están muertos mucho antes de apretar el gatillo” y “la verdad con V mayúscula se relaciona con la vida antes de la muerte, con llegar a los 30 años, o incluso a los 50, sin querer pegarte un tiro en la cabeza”.
Foster Wallace llegó a los 30 pero no a los 50. Se dio muerte en septiembre de 2008, tres años después de esa conferencia. Aunque es riesgoso emprender comparaciones, el autor norteamericano tiene algunos puntos en paralelo con el poeta cubano Juan Carlos Flores, que se suicidó —también por ahorcamiento— en septiembre de 2016.
No es fácil encontrar a escritores que hayan asumido su creación con tal grado de entrega, devoción y compromiso con la literatura, ajenos a los mercaderes en el templo y fieles únicamente a su propio espíritu artístico, aun cuando los demonios de la mente los atormentaran para romper tal integración entre existencia y arte, arrebatándoles por fin la vida pero dejándonos su obra.
Una de las obras en la exposición —“Nadie puede escuchar la voz de un poeta muerto”, de Yornel Martínez— consiste en una pantalla donde aparece la onda de voz de Juan Carlos Flores leyendo su poema “El buzo”. Los visitantes de la muestra, sin embargo, pueden ver la oscilación de la onda, pero no escuchar la voz registrada por ella, como señala el título de la pieza.
“Sea El buzo”, dice el poema, “ocupación que se ejerce o propiedad horizontal o hijo bobo de patria o niño con biberón, áreas densas de pasto, hay los terrenos baldíos, donde el vecindario peatonal arroja los escombros de sus vidas y entre la mala hierba crece la seta de una nueva civilidad”.
Si “Nadie puede escuchar la voz de un poeta muerto” ni tampoco la de un narrador muerto, no obstante —parecen insinuarnos el artista y acaso los organizadores mismos—, Foster Wallace y Juan Carlos Flores, como dos fantasmas sobre la atmósfera de la Galería Continua, nos siguen hablando con una voz que ningún osciloscopio puede registrar.