MADRID, España.- En uno de los sitios más concurridos de La Habana Vieja, la Plaza de Armas, se encuentra El templete. Sus valores arquitectónicos, históricos, artísticos y el integrarse a los mitos y tradiciones del pueblo cubano, lo han convertido en visita obligada de nacionales y extranjeros.
Obra de estilo neoclásico, monumento en forma de templo dórico griego, fue inaugurado el 19 de marzo de 1828, en el mandato (1823-1832) del Capitán General Francisco Dionisio Vives. Allí existió originalmente una ceiba considerada testigo de la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana el 16 de noviembre de 1519, por lo que desde hace décadas, con motivo de cada aniversario, se estableció la tradición de darle tres vueltas a los sucesores de aquel primigenio árbol, en sentido contrario a las manecillas del reloj, y pedir un deseo.
Compone la fachada de El Templete un pórtico de seis columnas dóricas, que sostienen un friso decorado, y un frontón con inscripción conmemorativa. La contrafachada tiene cuatro pilastras con capiteles dóricos. En el interior se exhibe un busto de Cristóbal Colón; en los jardines se alza la Columna de Cagigal en honor al gobernador español Francisco Cagigal de la Vega, que mandó a construirla en 1754, al morir la primera ceiba plantada.
El recinto atesora tres lienzos del pintor francés Juan Bautista Vermay, residente entonces en Cuba, quien fuera director de la Academia de San Alejandro. Las pinturas ilustran la primera misa y el primer cabildo de la Villa de San Cristóbal de La Habana. Después se añadió un lienzo de Vermay con una escenificación del acto de bendición del lugar y la misa del obispo de Espada, en presencia del Capitán General y funcionarios del Gobierno colonial.
Aún son cientos las personas que acuden año tras año al Templete —que hoy resulta uno de los más importantes monumentos del país— ubicado en el centro histórico de la capital cubana, en lo que ha devenido celebración popular.