LA HABANA, Cuba.- Entre los tantos y excelentes compositores de guarachas que ha dado Cuba, como uno de los más grandes se encuentra Faustino Oramas, más conocido como “El Guayabero”, y considerado por muchos como el último juglar de la música tradicional cubana.
Cantante, tresero y autor de un repertorio amplísimo, nació en la provincia de Holguín, en un hogar de extrema humildad. Desde joven dio muestras de una impresionante facilidad para componer complejos relatos cantados, salpimentados con hilarante picardía y doble sentido; aunque él solía decir, jocoso, que “el doble sentido lo tenían los demás”.
Sus rimas le ganaron la simpatía y el aplauso de todos los amantes de la música popular cubana. Sus guarachas han hecho reír y reflexionar a generaciones de cubanos, que hasta hoy no dejan de maravillarse con su capacidad única de improvisar larguísimas historias en décimas, enredando y desenredando anécdotas en las que afloran el humor, el equívoco y el más respetuoso choteo.
Cientos de guarachas compuso Faustino Oramas, pero particularmente famosas son “Cuida’o con el perro que muerde callao”, “Marieta” y “El Guayabero”. Estas tres piezas le han dado la vuelta al mundo y han sido interpretadas por grandes cantores de la música popular.
Poeta virtuoso y músico aplicado, siempre elegante con su sombrero de pajilla blanco, su eterna corbata y sus zapatos lustrosos, El Guayabero se presentó en escenarios internacionales, donde causó admiración por la originalidad de sus interpretaciones y sus chistes ocurrentes, que contaba muy serio aunque el público se desternillara de risa y lo vitoreara hasta el delirio. Todavía sus guarachas deleitan a los bailadores, y no hay cubano que se precie de serlo que no conozca al menos un par de ellas. Hablar de El Guayabero es ponderar la alegría de sus composiciones y el virtuosismo a la hora de expresarlas.
Fue, sobre todo, un comunicador excepcional de lo cotidiano, que tuvo el don de llegar al público, involucrarlo en sus historias personales y en el acto mismo de componer, improvisando versos sobre el escenario.
El rey del doble sentido murió en su natal Holguín el 27 de marzo de 2011, tras una larga vida dedicada a la música cubana, que amaba con devoción.