MADRID, España.- La peculiar voz de Barbarito Diez, un matancero nacido en el poblado de Bolondrón el 4 de diciembre de 1909, hizo que el danzón y el bolero se volvieran populares en la primera mitad del siglo XX dentro y fuera de Cuba.
Barbarito Diez, pionero del danzón, a los cuatro años se mudó con su familia a la provincia de Las Tunas. En la escuela primaria, tras comenzar a cantar en los actos culturales, un profesor reconoció su talento y lo incorporó al coro de su escuela en los actos públicos.
Ya para finales de los años 20, residiendo en La Habana, formó el trío “Los Gracianos” con el trovador Graciano Gómez y el músico Isaac Oviedo Gómez, iniciando así su carrera profesional en la música.
El músico fue además solista en la orquesta del director y arreglista Antonio María Romeu. A partir de la unión Romeu-Barbarito, comenzó una nueva etapa en la música cubana. Obras de músicos como Sindo Garay, Lecuona y los Hermanos Grenet fueron quedando en los cubanos gracias a ellos. Tras la muerte de Romeu asumió la dirección de la agrupación y la llamó “Barbarito Diez y su orquesta” hasta los años ochenta.
En su carrera de más de 58 años grabó una veintena de discos de larga duración. Con su música viajó a Estados Unidos y a varios países de América Latina y Europa.
Apodado como “La Voz del Danzón” o “El Rey del Danzón”, Barbarito Diez murió en La Habana el 6 de mayo de 1995, a sus 85 años, a consecuencia de la diabetes mellitus tras haber sufrido la amputación de sus piernas.
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