CDMX, México.-Como nadie, Armando Hernández logró captar la belleza de los artistas cubanos desde los años cuarenta hasta inicios de la década del 60 cuando salió de Cuba.
Su estudio era una ventana al estilo Hollywoodense y sus retratos los más demandados de la época. Él era muy meticuloso y cuidaba cada detalle: la iluminación, el maquillaje, el vestuario, el encuadre, el set. Además usaba para sus impresiones papel plata-gelatina, más costoso pero de más calidad. Era tan apasionado con su trabajo que no esperaba menos que la perfección.
Esa entrega, junto a su talento, lo convirtió en el fotógrafo más demandado por el mundo artístico cubano, que quería retratos similares a los que tenían los artistas de la meca del cine mundial.
Según publicó la revista cubana Radioguía, en enero de 1945, un artista no se “…considera enteramente consagrado mientras el artista genial que es Armand no lleva su silueta al celuloide, dejando en el mismo, para la posteridad, la fama y el recuerdo, la mejor de las constancias, ya que con su arte exquisito hace resaltar de la mejor manera, rasgos, bellezas y encantos”.
Por su lente o el de su discípulo, Narcy, pasaron los rostros más conocidos de la farándula nacional. Las mejores fotos de Celia Cruz mientras vivió en Cuba las tomó él; así como los icónicos retratos de Bola de Nieve, Rosita Fornés, María de los Ángeles Santana, Rita Montaner, Olga Guillot y Josephine Baker.
¿Quién era Armando Hernández?
Hay varias hipótesis sobre en qué ciudad nació el fotógrafo, pues el mismo se presentaba como santaclareño. Sin embargo, la mayoría de las fuentes históricas consultadas explican que realmente nació en Matanzas. De ahí se mudó con su familia a las Villas y posteriormente a Cienfuegos.
Una vez en la capital de Cuba empezó a darse a conocer como declamador y como tal trabajó en el Círculo de Amigos de la Cultura. Eso no duró mucho tiempo pues Armando recibió una oferta de empleo que le atrajo mucho más. Se trataba de fotografiar junto con su hermano Angelo, propietario de un estudio de fotografía en la calle Reina, en La Habana.
Allí comenzó a pulirse en las artes de las cámaras y los estudios, y tuvo tanto éxito que en 1943 abrió su propio negocio, primero en Centro Habana y depués lo movió al Vedado. Se le llegó a considerar el más famoso retratista cubano en los años cuarenta y cincuenta.
También para su cámara posaron tres de los mexicanos más internacionales: Pedro Vargas, Jorge Negrete, Agustín Lara y la gran diva María Félix.
“El estilo de Armand imponía tendencias” lo resumen así entre otros halagos los expertos Rosa Marqueti y Tommy Meini. “Caracterizado por el uso impecable e innovador de la iluminación y la inteligencia en la composición escénica a partir de una mirada sicologista asociada a la proyección pública de la persona, con lo que lograba exponer en su fotografía lo mejor de la imagen de su modelo”.
Armando salió de Cuba tras el Triunfo de la Revolución cuando ese mundo de glamour que retrataba se derrumbó. Vivió más de 15 años en Puerto Rico y luego se mudó a Miami donde murió a los 86 años. Pero en ningún destino tuvo el éxito que logró en La Habana en sus años de gloria, como el fotógrafo de las estrellas.
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