MADRID, España.- Uno de los nombres imprescindibles en la historia del cine es el del ruso Andréi Tarkovski (1932-1986), a pesar de ser considerado un director complejo y demasiado abstracto.
Estas consideraciones se deben a que la prioridad del ruso era mostrar el pensamiento y las pasiones humanas, aunque tuviera que romper con las estructuras cinematográficas establecidas en su época. Sus películas no seguían un orden lógico en el guion, ni el habitual esquema introducción, nudo y desenlace.
El historiador de arte Víctor Solana Espinosa definió en el ensayo “El cine de Andréi Tarkovski”: Lo que verdaderamente atrae a Tarkovski sobre el cine son sus interconexiones poéticas, la lógica de lo poético. (…) La relación poética contiene mayor emotividad y estimula más al espectador, ya que le hace participar en el conocimiento de la vida, porque además, según el proceso del cineasta, no se debe decir todo literalmente sobre el objeto, y dejar un espacio libre para que el espectador componga añadiendo sus propias partes y sus propios pensamientos”.
Andréi Tarkovski nació el 4 de abril de 1932 en la localidad rusa de Zavrazhye. Su padre era el poeta Arseny Tarkovski y su madre, Maria Ivanova Vishnyakova, era editora literaria. Por lo que creció en un ambiente rodeado de literatura que posteriormente volcaría en su creación cinematográfica.
Su cine estuvo influenciado por el neorrealismo italiano y por directores como Ingmar Berman, Robert Bresson y Luis Buñuel.
Desde su primer largometraje, La infancia de Iván (1962), captó la atención de la crítica y por este ganó el León de Oro del Festival de Cine de Venecia, Italia.
Sin embargo, tras la aparición del filme comenzó a ser vigilado por las autoridades soviéticas, temerosas de que no siguiera las directrices del Partido Comunista de la Unión Soviética para el cine —y todos los ámbitos—. Por ello, entre otras restricciones, se le prohibió filmar un largometraje sobre el Evangelio de Lucas.
Andréi Tarkovski murió el 29 de diciembre de 1986, con solo 54 años, por lo que no llegó a hacer numerosas películas, pero sí icónicas. Son estas, además de la mencionada La infancia de Iván: Andréi Rubliov (1966), Solaris (1972), El espejo (1975), Stalker (1979), Nostalgia (1983) y Sacrificio (1986).
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