LA HABANA, Cuba. – El 11 de enero de 1818 fue fundada la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, primera de su tipo en Hispanoamérica y segundo centro docente más antiguo de Cuba, precedida únicamente por la Universidad de La Habana.
Inicialmente establecida como Escuela Gratuita de Dibujo y Pintura en el Convento de San Agustín, en La Habana Vieja, no fue hasta 1832 que recibió su nombre definitivo en memoria de Don Alejandro Ramírez, quien fuera superintendente general y director de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, entidad que impulsó la creación de la academia como un símbolo del desarrollo cultural que conoció la Isla en el siglo XIX.
En 1866 fue oficialmente nombrada Escuela Profesional de Pintura y Escultura de La Habana y en 1883 se unió al Consejo Universitario. Con la instauración de la República en 1902, se trazó un nuevo plan de estudios para la academia, que en el año 1926 creó becas para estudiantes de pocos ingresos y ya en 1927 poseía la facultad de otorgar títulos de profesores las ramas de Dibujo y Pintura, y Dibujo y Modelado. En 1934 ganó la categoría de Escuela Nacional Superior de Artes Plásticas, con un programa de cuatro años de estudios y una Escuela Anexa con dos años previos de preparación, para un total de seis años.
Su primer rector fue el francés Jean Baptiste Vermay (1818-1833), quien había sido nombrado Pintor de la Real Cámara por el monarca Fernando VII en 1826. Otros excelentes artistas, tanto cubanos como extranjeros, ocuparon el cargo y se dedicaron a la docencia, añadiendo importantes modificaciones en el plan de estudio. Hacia 1848 Joseph Leclere inauguró las clases de modelado; el grabador Federico Mialhe reforzó la temática del paisaje como uno de las más socorridas durante el siglo XIX; y Miguel Melero fue, además de un reformador en cuanto al uso de los pigmentos, el rector que abrió las puertas de la academia a la mujer, en 1879.
También dejaron una huella indeleble Leopoldo Romañach y Armando Menocal, quienes transformaron los métodos de enseñanza y acogieron bajo su tutela ―sobre todo Romañach― a la generación de artistas que conformarían la vanguardia plástica cubana.
La mayoría de los más renombrados pintores y escultores cubanos de todos los tiempos estudiaron en San Alejandro: Amelia Peláez, Wifredo Lam, Fidelio Ponce de León, Carlos Enríquez, Agustín Cárdenas, Rita Longa, Antonia Eiriz, Servando Cabrera, Raúl Martínez, Juan Francisco Elso, Tomás Sánchez, Roberto Fabelo, Belkys Ayón y un larguísimo etcétera que en cada época ha dado fe de la calidad del claustro de profesores como un rasgo distintivo de la academia, aunque en los últimos años también haya sufrido el deterioro que azota al sistema cubano de enseñanza, en sentido general.
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