LA HABANA, Cuba.- Últimamente ha habido varios escándalos en las redes sociales por la publicación de imágenes del banquete de algún que otro poderoso, que se regala exquisiteces mientras su pueblo padece una dura situación alimentaria. Las fotos del majestuoso cake y de los refinados dulces que acompañaron el 98 cumpleaños de Alicia Alonso han ofendido, naturalmente, a muchos.
Al margen de sus sobrados méritos artísticos, que le permitirían vivir holgadamente dondequiera, ya sabemos que la Prima Ballerina Assoluta es la persona de mayor poder político en el mundo cultural cubano; sea como sea, lo cierto es que las súper golosinas del revuelo fueron un regalo amistoso que no se pagó con dinero del Ballet Nacional de Cuba (BNC).
La Alonso se da una vida sin dudas muy por encima de la media, incluso en el especial mundo que habita, pero, en cuanto a su cumpleaños, hizo ella la costumbre de que cada año fuera llevado a la sede del BNC un cake gigante para que allí, sobre una mesa en el patio central, los bailarines y los trabajadores en general de la compañía hicieran una celebración colectiva, con prensa incluida.
Por supuesto, después ella se iba para la Dirección con su petit comité y allí se festejaba de manera más selecta, con champán y otros etcéteras de clase. Pero este año ocurrió la penetración del mar, que afectó las instalaciones del BNC y no se pudo hacer la celebración tradicional, aunque, claro, sí se festejó el cumpleaños en la casa de la Directora General, con las viejas amistades habituales.
En cuanto a la compañía en sí misma, este cumpleaños no ha tenido tanta importancia. Claro que 98 años no son poca cosa, pero lo relevante es el estado en que se encuentra Alicia Alonso y lo que eso significa para el BNC, del que ella es mucho más que su fundadora y máxima autoridad. Y nadie sabe qué ocurrirá en los próximos meses.
Según las fuentes habituales y anónimas de Cubanet en la institución, la Alonso, que hasta hace relativamente poco tiempo controlaba con rigor, aunque por su ceguera dependiera del auxilio de otros, todo lo que sucedía en la compañía, llegando a detalles muy personales, hoy —además de su delicado estado de salud— se da cuenta de pocas cosas y pasa casi todo el tiempo adormecida.
Lo normal en esos casos lamentables es que otro asuma la responsabilidad, pero no es así en el BNC, para su mal. Ya ni siquiera es que la Alonso se aferre al cargo pese a su decrepitud, sino que todos los que medran a su sombra se encuentran anonadados y sin saber qué hacer exactamente, esperando órdenes supremas, pues ninguno de ellos tiene poder para decidir nada.
El desmadre administrativo, el desorden en los elencos y en el funcionamiento elemental de la institución y la desinformación absoluta están dañando profundamente, aparte de las carencias de tipo material, el cuerpo mismo del BNC. Para muchos, la prueba más clara del estado en que se halla la compañía estuvo en el último Festival de Ballet de La Habana, que quedó muy lejos de las mejores ediciones de este célebre evento mundial.
Por el momento, ya no habrá, ni siquiera simbólicamente, un remedo de celebración colectiva con toda la compañía. Al brindis por el fin de año del día 27, no se espera que asista la Directora. Pero ya nada de eso tiene mayor importancia. Las expectativas están puestas en el comienzo del nuevo año, en el mismo enero, pues hay insistentes comentarios de que llegará “alguien”, de cuya identidad no hay la menor pista, a encabezar la Dirección General del BNC.
Como siempre, no hay manera alguna de confirmar o desmentir los rumores hasta que ocurran, o no, los hechos, porque ni siquiera los miembros de la jerarquía saben nada con certeza. De igual modo, se habla de una dirección compartida, lo cual de hecho ya está ocurriendo y está dando como fruto el creciente descontrol y el generalizado estado de ánimo de “gallina sin cabeza”.
De la bailarina número uno de la institución, Viengsay Valdés, no se sabe nada desde hace dos meses, aparte de que no fue a la actuación reciente en China y de que no bailará en las próximas funciones de El Lago de los Cisnes en enero. Ni siquiera se sabe si se halla en Cuba o en España, de donde es su esposo.
En fin, el Ballet Nacional de Cuba tendrá que ser otro diferente del actual en 2019. Si todo sigue del mismo modo que ahora, su deterioro será tal que lo hará irreconocible y, desgraciadamente, de todas formas será ya otro, aunque sea su propio fantasma.