“Va a llegar el momento en que no se podrá decir: ‘esto es música cubana’. Los ritmos ya no pertenecen a nadie. ¡Es la globalización!”, me dijo en su casa de Newark. Pero este autor de éxitos, tipo ocurrente, que coleccionaba cuadros de Botero, gordos de cerámica y escribía poemas para burlarse de amigos, enemigos y hasta de él mismo, ya no está con nosotros, falleció el 10 de agosto.
A Cheín versificador natural le nacía fácil la rima. Lo saben Willy Chirino, Thalia, Eddie Santiago, Lisset, Héctor Tricoche, Salsa Kids, Alejandra Guzmán, Chaka Khan, Boys II Men. Lo sabemos sus amigos, a los que nos improvisaba versos satíricos que nos mataban de risa.
Cheín, fue un raro autodidacta. Comenzó en la música de adolescente, poniendo discos para que la gente bailara. Les salió tan bueno el negocio que se pagó los estudios de Ingeniería Eléctrica trabajando de disc jockey. Pero, inquieto, artista, duró sólo una semana en los talleres de la Bell, no soportaba estar encerrado, volvió a las fiestas, donde le pagaban por divertirse.
En el verano de 1978, Cheín, en un curso de literatura, en el Kean College, compuso su primera canción y se la mandó a Diana Ross. La súper estrella fue tan decente que le contestó que no era lo que estaba buscando. Su padre protestaba: ‘¡la música es una pérdida de tiempo!’. Pero un mes después su balada Ríe quedó en segundo lugar en un concurso. Y Cheín se tomó en serio componer canciones. Y como su madre tenía adoración por Rocío Jurado, le escribió un tema a la andaluza. A los tres meses, Cheín tenía un contrato firmado con la RCA de España.
Pero fue el salsero Frankie Ruiz quien lo puso a ganar dinero con: Tú eres, Para darte fuego, Deseándote. Qué ironía, decía Chein, había crecido escuchando rock, y ganaba dinero con la salsa. El ídolo de Puerto Rico le pegó siete temas uno tras otro.
Chein estudiaba la poesía mística, cuando Enrique Iglesias le pidió un tema para su primer disco. Santa Teresa y San Juan de la Cruz lo inspiraron. Le salió Experiencia Religiosa… El resto es historia: Premio “La Canción del Año” y un Grammy. Enrique siguió grabando los temas de Cheín: Revolución, Esperanza, Alabao, Mamacita, Suéltame las riendas, Mentiroso.
En su preciosa casa-estudio de Newark, levantada con el dinerón que ganó con sus canciones, Cheín me dijo apenado:“Nunca me consideré un exiliado. Y es que, de muchacho, en mi escuela había americanos, colombianos, ecuatorianos, judíos, árabes… crecí parte de esta mezcla desarraigada que es la Gran Manzana. Pero un día comencé a trabajar con un grupo cultural cubano en Nueva Jersey, y tropecé con la patría, me envolvió la nostalgia de mi Isla”. Fue entonces que escribió Olvida, Guardarraya, Háblame de Jatibonico (éxito de Willy Chirino) y En este país, que tiene un estribillo que dice: “En este país nada es igual que en Cuba y el cubano se conforma pero nunca se transforma en este país…”.
La Asociación de Autores musicales de Estados Unidos ASCAP se siente orgullosa del legado que Cheín García Alonso deja a las nuevas generaciones de compositores y artistas. Yo perdí un amigo.
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=Yp8mZjTb6ic[/youtube]