FORT PIERCE, Estados Unidos.- Dos importantes eventos ocupan la atención de los medios de prensa, analistas y politólogos del mundo. El primero de ellos tuvo lugar entre el 13 y 18 de septiembre, en la Isla Margarita, Venezuela. Me refiero a la finalizada XVII Cumbre del Movimiento de los Países No Alineados (MNOAL), evento que pasó sin trascendencia alguna a pesar de las supuestas expectativas, al menos para sus pocos participantes. El segundo, se desarrolla del 20 al 26 de septiembre en la sede de la Organización de las Naciones Unidas, la septuagésima primera Asamblea General de dicho organismo.
La primera tenida, como se esperaba, fue un fracaso a pesar de las afirmaciones de Nicolás Maduro, el presidente anfitrión, quien en su empeño por sobredimensionar lo que quedó como una reunión de cumplimiento de agenda, declaró que había sido un éxito y una victoria de la diplomacia bolivariana.
En la Isla Margarita, convertida en bastión militar por esos días, en cuyas calles permanecían desplegados unos 14 000 hombres uniformados de las fuerzas policiales venezolanas, Maduro y los pocos representantes de los países miembros se encargaban de poner un posible orden en medio del caos en el que se encuentran gran parte de sus integrantes.
Mientras, en diversos puntos del país tuvieron lugar masivas protestas el pasado viernes 17 de septiembre, entre las que se destacó una manifestación que la oposición llamó irónicamente “La cumbre del pueblo”, de esta forma, la oposición exigía al Poder Electoral que anuncie de una vez el siguiente paso para activar el referendo revocatorio presidencial, y al propio tiempo, repudiaba el encuentro diplomático.
De los 120 países miembros, apenas asistieron quince presidentes y tres decenas de delegaciones, lo que contradice los conceptos de Maduro, y en cambio, demuestra la crisis política del MNOAL y el estado de aislamiento en que ha quedado el país suramericano.
La mayoría de los presidentes hicieron declaraciones contra el gobierno de los Estados Unidos, a quien culpan por los fracasos de sus economías en lugar de reconocer la ineptitud de sus sistemas de gobierno. El representante de Corea del Norte, Kim Yong-nam, aseguró que su país es capaz de sostener la paz de la península y del mundo “aplastando cada acto de guerra por parte de los EE.UU.”
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, denunció los calificativos que el mundo les da al llamarlos “autoritarios y dictadores”, justificando sus actitudes en la supuesta idea de la imposición de ciertos lineamientos que llegan desde el norte. Por su parte Raúl Castro insistió en no renunciar a sus principios y acudió al reiterado tema del “bloqueo económico” por parte de los Estados Unidos.
Hasán Rouhaní, presidente de Irán, se refirió a las tendencias hacia una polarización militar que está superando a las pasadas carreras armamentistas, así como a los peligros del terrorismo de los grupos yihadistas, aunque resulte paradójico que alguien que dirige sendas operaciones experimentales nucleares, las que según el Organismo Internacional de Energía Atómica, tienen la finalidad de dotarse de un verdadero armamento nuclear, aborde temas relacionados con la paz y el desarme.
Así las cosas, en medio de la peor situación económica y política de su historia, a punto de ser expulsada de MERCOSUR, con la activación de Carta Democrática Interamericana por parte de la OEA, acciones que se aplican como consecuencia de las denuncias de violaciones a los derechos humanos y la ausencia de democratización de su gobierno, Venezuela recibió el domingo 19 de septiembre, la presidencia del MNOAL.
Puntos como la necesidad de democratización y refundación del sistema de las Naciones Unidas, el fin del bloqueo a Cuba, la erradicación del terrorismo, la posible solución del pueblo palestino, entre otros, quedaron recogidos en lo que han llamado la Declaración de Margarita.
En cambio, la 71ª Asamblea General de la ONU, en Nueva York, está teniendo lugar con la presencia de unos135 jefes de Estado y de Gobierno y más de 50 ministros. El máximo órgano de deliberación de Naciones Unidas propone fijar la atención en los temas que requieren una solución urgente, entre ellos el conflicto en Siria y otras conflagraciones en Medio Oriente y África, el avance del extremismo y los millones de desplazados por la violencia en el mundo.
Latinoamérica ha estado representada por los presidentes de Argentina, Brasil, Perú, Panamá, Costa Rica, México, Uruguay, Colombia, Bolivia, entre otros países miembros. Entre los ausentes se encuentra Raúl Castro, quien participó en las deliberaciones del 2015, año en el que la ONU celebró el 70 aniversario de su creación.
En la primera jornada del debate de alto nivel de la Asamblea General intervinieron siete presidentes de la región, entre los que se destacó Michel Temer, actual presidente de Brasil, quien con sinceridad expresó su apoyo a Colombia en su conquista de la paz, lo que significa el final del último de los conflictos armados del continente.
Igualmente precisó que todo el proceso que terminó con la destitución presidencial de Dilma Rousseff tuvo lugar dentro de las normas establecidas constitucionalmente y en un marco de absoluta legalidad. De manera irrespetuosa los representantes de Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Venezuela y Cuba salieron del debate general desde el momento en que Temer hizo uso de la palabra. El presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís abandonó la sala, pero se mantuvo su embajador, quien en realidad es el representante ante la ONU.
El presidente Pedro Pablo Kuczynski tuvo su primera alocución como mandatario en un foro mundial. A solo dos meses de haber asumido su mandato, enunció algunas de las prioridades de su gobierno. Igualmente expuso los compromisos del gobierno peruano sobre el desarrollo sostenible, los derechos humanos y el Estado de Derecho.
Pero lo más significativo de su intervención fue su preocupación por la dramática situación de Venezuela. El mandatario afirmó que su país es respetuoso del principio de no intervención en los asuntos internos de los Estados; sin embargo, afirmó que “el respeto a este principio no puede contraponerse con la defensa y promoción internacionales de la democracia y los derechos humanos”. Se pronunció a favor de un necesario diálogo, sin barreras y esquematismos que pueda conducir al restablecimiento de un estado de democracia, y evitar las confrontaciones violentas entre el gobierno de Nicolás Maduro y las fuerzas de la oposición.
El presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, en su intervención el pasado martes, insistió en el conflicto migratorio de la región centroamericana, no obstante, solo se refirió a los migrantes haitianos, lo que resulta significativo si se considera que en su país se han concentrado miles de cubanos en los últimos meses, algo que originó dos grandes crisis humanitarias resueltas gracias a su gentileza y a la eficacia de su gestión.
Aún sin concluir, la 71ª Asamblea General de la ONU promete ser un suceso con trascendencia para la historia de la organización y para el mundo. Las intervenciones y debates realizados hasta el momento así lo demuestran.