Leo en uno de los periódicos editados en Miami que dan cobertura a la prensa independiente de Cuba un artículo de la periodista Angélica Mora cuyo párrafo inicial dice “he admirado siempre la iniciativa empresarial de los cubanos, quienes prosperan con su propio esfuerzo cuando llegan al exilio…..” evidente reconocimiento al espíritu emprendedor que caracteriza al pueblo de Cuba.
Buen artículo indudablemente, bien argumentado, me agrada porque soy cubana y sé lo certero de tal afirmación; el reconocimiento de una cualidad evidente en todo cubano que planta su pie en cualquier parte del mundo, tal como ella refiere mas, para ser justa, reconozco que ésto no sólo se aplica a los cubanos sino a todo emigrante que tiene la oportunidad de desarrollar sus capacidades donde pueda, teniendo las condiciones objetivas y subjetivas para ello. No es una condición exclusiva de los cubanos sino de las miles de personas que arriban a un país cuyas condiciones económicas le garanticen mejoría y seguridad, tal y como hicieron los peregrinos cuando decidieron venir buscando libertad y calidad de vida y fundaron esta gran nación.
Estados Unidos es una nación de inmigrantes y para inmigrantes y por ellos se erige, lo dice su Constitución que contempla que la búsqueda de la felicidad es un derecho inalienable para todo individuo. Por ello lo largo de las más de dos centurias de fundado sigue brindando oportunidades a los inmigrantes que dejan su tierra natal en viaje hacia lo desconocido enfrentando toda una serie de adversidades alentados con la única esperanza de un mejor futuro.
Ya esto es historia pero es bueno recordar que en la década de los sesenta, obligados por el atroz sistema socio-político que aún desgobierna la nación cubana llegaron de manera masiva miles de cubanos que coadyuvaron a fomentar el desarrollo de la entonces casi incipiente ciudad de Miami, lo cual no ha parado desde entonces porque a ello se ha ido sumando también la llegada de muchos inmigrantes de todas partes del planeta, sobre todo, de aquellas regiones donde asoma su rostro descompuesto la desigualdad social, la pobreza, la opresión, la falta de libertad de expresión y la violación de los derechos humanos, por sólo mencionar algunos aspectos deplorables que dañan cualquier sociedad humana.
Años de angustiosa sobrevivencia en Cuba han obligado a los cubanos de a pie a desarrollar habilidades peculiares y formas de vida alternativas para lograr la subsistencia en un medio hostil donde la carencia de lo más nimio es la norma de vida diaria. Por ello cuando tienen la oportunidad de escapar de la opresión social desarrollan –ahora con recursos suficientes- toda su inventiva y progresan en la misma medida en que aplican y concentran su esfuerzo en lograr sus metas.
Loable reconocimiento al mérito de ser emprendedores pero no única condición de los cubanos sino de todos los que tienen esa misma oportunidad en el país que nos acoge con bondad y rigor y al que debemos adaptarnos de manera inteligente para insertarnos en una sociedad altamente dearrollada.
Gracias por la parte que nos corresponde en el reconocimiento de una manera de ser que conforma la naturaleza humana de quienes nos hemos visto obligados a desarrollar habilidades poco comunes para subsistir en la Isla que se derrumba a ojos vistas pero la capacidad de ser emprendedores y exitosos, de luchar por una meta, y concentrarse en lograr un futuro mejor la he visto también en los emigrantes de otros pueblos que arriban a diario a otros lugares del mundo y este gran país donde la libertad no es una quimera sino una hermosa realidad conquistada con esfuerzo y tesón.