QUITO, Ecuador.- El papa Francisco, máximo líder de la Iglesia Católica, y el patriarca ortodoxo ruso Kiril, representante de la Iglesia Ortodoxa Rusa, se encontraron el pasado viernes en la sala presidencial del aeropuerto de La Habana. La reunión se ha considerado todo un acontecimiento histórico por tratarse del primer encuentro de las figuras cimeras de ambas ramas tras el cisma de 1054. Se desarrolló en medio de un ambiente de cordialidad y mutuo respeto por parte de ambos líderes de las ramas más importantes del Cristianismo Mundial.
Francisco llegaba desde Roma, en viaje rumbo a México, e hizo escala en Cuba sólo para encontrarse con Kiril, quien se hallaba en la isla con motivo de una visita a Latinoamérica. El portavoz del vaticano, Federico Lombardi, se refirió a un encuentro “muy cordial” entre ambos, que tuvo lugar antes del coloquio privado que sostuvieron los mandatarios religiosos.
La idea de una reunión de esta naturaleza se remonta a los tiempos de Juan Pablo II y Alexis II, la que no se logró concretar. Para esta ocasión desde hace más de dos años se están preparando las condiciones, hasta que finalmente, y de forma inesperada se acordó La Habana como sitio ideal para el encuentro. Según John Allen, esta determinación está en relación con el hecho de que Cuba sea considerada como un territorio neutral, “mayoritariamente secular”.
Este no es el contexto para detenerme en un análisis acerca de las diferencias entre la Iglesia Latina o Católica, la más conocida y con más seguidores en América y algunos países europeos, y la Iglesia Oriental u Ortodoxa, con miles de seguidores en países como Rusia, Bielorrusia, Grecia, Bulgaria, Chipre, Moldavia, Macedonia, Rumanía, Serbia, Ucrania, Letonia, Albania, Lituania, etc. En realidad el Cristianismo es uno; pero como ha sucedido en todas las religiones del mundo, se han suscitado ciertas diferencias que llevaron a las divisiones entre los seguidores del oriente y occidente, lo que originó la primera fragmentación en católicos y ortodoxos.
Las autoridades políticas más importantes del mundo, sociólogos y politólogos de todas partes, así como, diversos medios de prensa, han visto en esta aproximación, no solo un símbolo del ecumenismo, algo por lo que ha luchado el Papa desde de su elección hasta el presente; sino una estrategia política como vía para el acercamiento entre Rusia y el resto del occidente. Sin embargo, no es esto precisamente lo que ha provocado el mayor interés; sino el hecho de que ambos líderes religiosos se encontraran en un país, en el cual sus gobernantes y líderes políticos pretendieron imponer un estado de ateísmo, además de ser actualmente un verdadero símbolo de violación de los derechos humanos, y donde se ha perpetuado la dictadura política más cruel de la historia del continente.
La reunión pudiera ser comprendida como un acontecimiento circunstancial, solo si se tratara de un encuentro en otro país de cualquier continente, siempre que reúna los mínimos preceptos de democracia, derechos humanos, libertad de expresión y tolerancia religiosa; pero tratándose de Cuba, donde ha prevalecido la peor dictadura de América por más de medio siglo resulta inconcebible, lo que debe ser considerado como la gran paradoja de este siglo.
¿Acaso están ajenos Kiril y Francisco a la represión a que fue sometida la Iglesia Católica en la isla caribeña? ¿No saben ambos líderes de la proclamación del carácter socialista de la nación cubana y su consecuencia inmediata, el ateísmo y las doctrinas marxistas? Una visita papal reciente, la aparente apertura para profesar la fe católica, ciertos encuentros protocolares de los máximos religiosos de ambas partes con el dictador cubano Raúl Castro, las construcciones del templo ortodoxo en La Habana, entre otros aspectos, son solo hechos aislados en el contexto político y social actual de Cuba, los que no demuestran en modo alguno, una verdadera apertura hacia todo aquello que tenga que ver con el sentido de la religiosidad de un pueblo, que por tradición, ha sido católico desde siempre.
Como todos saben, durante las concentraciones masivas para los oficios religiosos que ofreciera Francisco en Cuba en meses recientes, se movilizaron a centenares de agentes del gobierno encubiertos que rodearon los escenarios en los que estaría el sumo pontífice. Las detenciones por esos días a líderes opositores fueron hechos patentes, el control de los medios de comunicación fue incrementado, lo que reafirma la represión del gobierno comunista de los Castro.
La presencia de agentes de la seguridad del estado en los templos, ya sean católicos o de las denominaciones protestantes, es innegable. Están para informar de lo que acontece en el mundo de la religión. El temor del gobierno comunista cubano a los sitios de reunión ante la posibilidad de conspiraciones en su contra, ha dado lugar a un fortalecimiento de la vigilancia en este sentido. Ya se ha reportado, hace solo unos días, acerca de la persecución, arrestos y demolición de un templo cristiano en la región oriental de la isla.
No obstante, el Papa Francisco se mostró muy contento con la “calurosa” bienvenida por parte del mandatario Raúl Castro; pero indiferente ante la situación de represión, violaciones de los derechos ciudadanos, aislamiento extremo, desigualdad, discriminación y hambruna del pueblo cubano, que no es precisamente la misma situación de los mandatarios del gobierno, ni la de los líderes religiosos de Cuba.
De cualquier forma, el histórico encuentro podrá ser benéfico para ambas ramas de la Cristiandad, los lazos de unión entre ambas figuras podrán contribuir a limar las asperezas de un distanciamiento de siglos; pero el sitio de reunión continuará despertando el interés de las mentes especulativas del mundo de la religión y la política. La hipótesis asumida por ciertos funcionarios del vaticano acerca de un “sitio neutro” y que “la relación entre ambas iglesias está muy cargada por la historia europea”, no resulta convincente. El tiempo y los hechos venideros podrán vislumbrar lo que hoy resulta un enigma y lo que considero la gran paradoja en lo que va de siglo.