BUENOS AIRES, Argentina -Durante más de 50 años los comunistas cubanos han vendido la imagen de una Cuba desafiante ante los EEUU, el enemigo. Para muchos, especialmente en América Latina, ese ha sido su legado, pero la realidad será totalmente opuesta.
Las relaciones entre lo que es hoy Cuba y los EEUU datan de más de 250 años atrás. Con solo tomar en cuenta el Tratado de Paris, firmado en 1763 entre el entonces reino de Gran Bretaña y España, donde entre otros puntos los ingleses devolvían a España La Habana, y los españoles daban a cambio la península de Florida.
Existen otros hechos no menores, como la participación de Theodore Roosevelt en la guerra de independencia cubana, para más tarde convertirse en presidente de los EEUU de 1901 a 1909.
Ante esta realidad histórica y cultural, que incluía el hecho de que en 1959 había más norteamericanos viviendo en Cuba que cubanos en los EEUU, ¿qué hizo el régimen comunista para implantarse? Pues romper de cuajo un vínculo tan fuerte que sería como prohibir en Uruguay el mate, en México los tacos, o en Brasil el fútbol.
Recuerdo que mi padre, luego de dos años en África como médico, trajo de regalo a mi hermana unos jeans con una minúscula bandera norteamericana bordada. Hilo a hilo, se eliminó “la parte de las estrellitas”, para evitar que aun siendo una niña de 12 años, mi hermana fuera acusada en la escuela de “diversionismo ideológico”.
El inesperado resultado final de la confrontación
¿Cúal ha sido el resultado de esta política de confrontación y demonización de todo lo norteamericano? Por una parte, que Cuba sea hoy un país totalmente arruinado con una población que trata de huir en estampida. Apenas existe un joven cubano, incluidos los supuestos comunistas, que no sueñe con irse de la Isla para “coger un aire”.
Refuerzan esta visión, las últimas encuestas que muestran al presidente de los EEUU con mejor imagen en Cuba que la gerontocracia comunista. Esto sin tomar en cuenta al 15% de la población, los nativos y descendientes cubanos viviendo en los EEUU, donde la preferencia debe llegar al 100%. Cualquier chileno o argentino podría hasta sentirse ofendido si le preguntaran: ¿Prefiere, a su presidente o a Obama?
La confrontación ayudó además a que hoy los cubanos somos proporcionalmente la minoría con mayor representación en el congreso de los EEUU y tenemos dos pre candidatos presidenciales para las elecciones de 2016.
Con ello, la influencia y poder de los cubanos en Estados Unidos es muy superior al que hoy tuvieran de no haberse implantado el comunismo en Cuba. ¿Habría senadores, congresistas o aspirantes a presidente cubano americanos? Lo dudo, pues eran muy pocos los cubanos que emigraban y hoy muy probablemente esos políticos estarían compitiendo por su candidatura en Cuba.
En 1966 el Congreso de los EEUU aprobó la “Ley de Ajuste Cubano”, que aun permanece vigente y se resume: ” si un cubano permanece en los EEUU durante un año, y un día, sin importar su estatus, puede ajustar su condición y convertirse en residente permanente”. O sea, un cubano, que es rechazado en cualquier rincón del mundo y expulsado de países como Honduras, Haití y las Cayman Islands, al año y un día de pisar suelo norteamericano, si lo desea puede obtener la tan preciada “green card” que tantos ansían en todo el planeta ¿No es eso un efecto colateral increíble?
Hoy el régimen se ha visto obligado a permitir que los cubanos viajen al extranjero y puedan permanecer fuera de Cuba hasta 24 meses.
Cualquier cubano con dos dedos de frente, al viajar a los EEUU ya sea por estudio, trabajo o turismo, optará al cabo de un año por la “green card” y cuatro años más tarde por la ciudadanía norteamericana.
Si pensamos en el futuro, teniendo en cuenta los miles de cubanos que con su pasaporte o green card norteamericanos regresarán a la Isla, más los cientos de miles que vivirán en Estados Unidos, a media hora de vuelo de La Habana, tendremos una enorme parte de la población cubana que gravitará hacia la tan demonizada Unión, como vaticinara John Quincy Adams en 1823.
“Hay leyes de gravitación política, como físicas; como mismo una manzana no puede elegir no caer en la tierra, Cuba, separada de España, tiene que gravitar hacia la Unión, y la Unión, en virtud de la propia ley, no iba a dejar de admitirla en su propio seno” – John Quincy Adams, 1823, Presidente de Estados Unidos
Resulta en extremo irónico que el régimen comunista dejará como su legado más importante el efecto que menos deseaba: que los cubanos sean posiblemente el pueblo de América Latina más pro norteamericano, el más ligado a Estados Unidos.
En unos años, creo que no muchos, de hacerse un plebiscito en Cuba, gran parte de los votantes optaría por que el país fuera un Estado más de la Unión. ¿Habrá sido esto parte de un “plan secreto de la CIA”, o simplemente un caso de justicia poética, el producto de la “contra finalidad de las cosas”?