FORT PIERCE, Estados Unidos.- Por suerte para “Nuestra América”, la amplia y compleja zona que José Martí enmarcara desde el Río Bravo o Grande hasta la extensa Patagonia, ya solo quedan, además de Cuba, cuatro naciones bajo la dominación del Socialismo del siglo XXI, el engendro que ha destruido a Venezuela con su Revolución Bolivariana y transformó de manera radical la política y la sociedad de Ecuador, Bolivia y Nicaragua, naciones en las que sus gobiernos totalitaristas han impuesto el modelo promocionado por Hugo Chávez y Fidel Castro.
Venezuela comienza el 2017 inmersa en la peor crisis económica del hemisferio. Según las últimas investigaciones, la falta de productos en 2016 llegó a estar entre un 70 y 80%, y el nivel de inflación de 500%, la más alta del mundo. La economía decae un 10% y se estima que decrezca para el 2017 en un 4,5%. Los pronósticos para este año no son nada alentadores. El Fondo Monetario Internacional estima que la inflación pudiera llegar a 1 660%, la tasa de desempleo aumentará de un 18,1% al cierre del año, a un 21,4% para 2017.
No obstante al desastroso presente y el incierto futuro del país, Nicolás Maduro, con solo un 19,5% de los venezolanos apoyando su gestión de gobierno, según sondeo de Datanálisis, en medio de una enajenación total ha augurado que en el 2017 el país será “victorioso” e “indestructible”, de manera especial frente a los ataques de los “ejes imperiales”, los que según su opinión son los responsables de los males de la patria de Bolívar, al pretender desestabilizar la economía y destruir la Revolución Bolivariana.
Mientras que en la destruida nación suramericana los mercados son saqueados para robar los escasos productos que van quedando, y así garantizar la sobrevivencia, el presidente hace sus primeras presentaciones de este año no precisamente para poner fin a los conflictos venezolanos, sino para solidarizarse con la causa palestina al pronunciarse por el fin de la “ilegítima ocupación israelí”.
Ciertos hechos trascendentes en la nación durante los últimos meses dejan el terreno preparado para una continuidad de acciones en este 2017. La expulsión del Mercosur, el diálogo entre el gobierno oficialista y la oposición ―acción que se prolongó sin solución alguna―, la intervención del Vaticano y especialmente del papa Francisco en dichas negociaciones, el duro enfrentamiento entre el chavismo y la Asamblea Nacional, que terminó con agresiones violentas entre ambas partes, y las múltiples acciones de protesta contra el chavismo y por la realización de un referendo revocatorio, no solo en Caracas ―con su histórica toma― sino en todo el país, han marcado el acontecer de la patria de Bolívar.
Justamente el domingo primero de enero, como inicio del nuevo año, Maduro sorprendió con la liberación de seis opositores considerados presos políticos, algo que ha exigido la oposición para mantener un diálogo abierto, entre ellos el exgobernador del estado de Zulia, Manuel Rosales, candidato a la presidencia en 2006.
Tras una década de experimentos políticos y sociales desde la perspectiva del nuevo modelo ―esta vez presentado como proyecto de Revolución Ciudadana―, en Ecuador, como ha ocurrido con todos los países que asumen formas socialistas de gobierno, se experimenta una grave crisis económica, lo que unido a los escándalos de corrupción, determinan un sombrío inicio de año.
Los ecuatorianos están preocupados por su crisis económica, algo que les deja un presidente, que al parecer comenzó su mandato con muchos proyectos encaminados a atenuar la pobreza y ayudar a los desposeídos ―como han hecho todos los que han seguido los pasos de Stalin y Castro―, y en la medida que fue envolviendo a las multitudes con su entusiasmo, se fue transformando en un prepotente dictador capaz de atacar con su ejército a cientos de cubanos que pacíficamente se manifestaban en la capital del país, y ahora mantiene sitiada a la provincia de Morona Santiago, en la que se ha declarado un estado de excepción con prohibiciones de todo tipo ante el conflicto con la etnia Shuar en su defensa de la tierra.
De acuerdo a los resultados de las investigaciones realizadas por la encuestadora Cedatos, el 28% de la población manifestó estar preocupada por la situación económica del país, seguido de sus inquietudes por el desempleo, subempleo y problemas familiares, con un porcentaje de 26% ―actualmente hay medio millón de desempleados y un millón y medio de subempleados―, lo que visto en su totalidad como parte de un mismo problema ―es decir, del problema económico―, abarca el 54% de la población encuestada.
Le siguen los hechos de corrupción denunciados en los últimos meses, lo que interesa al 19% de los ecuatorianos. Por temas como la corrupción de Petroecuador y Odebrecht, un 17% de la población lo consideró como los acontecimientos más importantes del país, luego de la solidaridad con los damnificados del terremoto de Esmeraldas, y de la crisis económica.
Pero lo más significativo de esta investigación, realizada en 15 de las 24 provincias, es que un 65% considera que el país va por mal camino y que el 52% de los ecuatorianos desaprueba la gestión del presidente.
Respecto a la forma de ser de Correa, el 63% lo desaprueba, y lo peor, el 62% no cree en su palabra. Al preguntar sobre quien es el personaje más importante de Ecuador, solo el 20% consideró a Correa.
Los movimientos de la Empresa Pública de Hidrocarburos del Ecuador (Petroecuador), han provocado un verdadero escándalo, lo que se ha considerado el peor caso de corrupción en la última década, según ha reconocido el propio presidente.
Recientemente, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos reveló que en Ecuador la empresa Odebrecht pagó 33,5 millones de dólares como sobornos a funcionarios del Gobierno. De acuerdo con los informes de los expedientes judiciales, la compañía se benefició por más de 116 millones de dólares como resultado de sobornos o multas entregadas entre el 2007 y el 2016, justamente durante toda la década que lleva Rafael Correa en el poder. ¿Coincidencia?
Los documentos del Departamento de Justicia de los EE.UU. no detallan nombres de los funcionarios ecuatorianos, de lo que se ha aprovechado Correa para pasar por alto este nuevo escándalo de corrupción, según él carente de valor y con fines geopolíticos para perjudicar el proceso eleccionario que se avecina.
En Bolivia, una de las naciones de mayor pobreza de la región, el socialismo del siglo XXI fue presentado a través de la Revolución Democrática y Cultural, proyecto que acaba de cumplir sus once años, y que según las aspiraciones del mandatario Evo Morales podrá mantenerse hasta el 2025, siempre que él, junto a su partido Movimiento Al Socialismo (MAS), logren continuar violando las leyes constitucionales y las decisiones de la mayoría del pueblo que dijo “no”, con un 51,3%, a su continuidad durante el referendo efectuado en febrero de 2016.
Por su parte Daniel Ortega, con una modalidad que no puede enmarcarse precisamente en las desafortunadas claves del socialismo del siglo XXI, pero de cualquier modo es un régimen dictatorial, aseguró su mandato presidencial mediante la manipulación del poder judicial, con lo que lograba acabar con la oposición y dejar al Partido Liberal Independiente (PLI) prácticamente en la proscripción. El pueblo nicaragüense lo repudió con una abstención en el simulacro eleccionario del 6 de noviembre, algo jamás visto en la historia electoral de Nicaragua.
El nuevo año comienza, pues, en Nicaragua, con la reciente revelación del Centro de Investigación de la Comunicación (CINCO), una ONG especializada en asuntos democráticos, según la cual el mandatario se reeligió en medio de una abstención de más de 70%, lo que ha tratado de atenuar Daniel Ortega junto a su esposa con sus “cálidos” y “emotivos” mensajes de felicitaciones a un pueblo que no los quiere en el poder.
Como Cuba es una nación con peculiaridades especiales, no la incluimos en este análisis; a pesar de formar parte del contexto latinoamericano, aunque con un modelo inclasificable que ya ni es socialista ni del siglo XXI.
De cualquier modo, su régimen dictatorial decidió recibir el año nuevo, y al propio tiempo, el aniversario 58 de su revolución socialista con un pomposo desfile militar, con cuyos gastos se hubiera podido atenuar el dolor de los desposeídos del punto más oriental de la isla, destruido recientemente por un huracán. Pero la necesidad de demostrar al mundo una inexistente fuerza a través de un obsoleto y corrupto poderío militar fue prioritario.
Comienza así un nuevo año, que pudiera traer cambios significativos para Venezuela, si la oposición sigue logrando el espacio que merece, y en Ecuador, si finalmente no se logra el triunfo del candidato de Alianza País, aunque lamentablemente Cuba, Nicaragua y Bolivia continuarán en ese estado que les ha anquilosado y llevado a un abismo, del cual resultará difícil poder salir, al menos durante este nuevo año.