FORT PIERCE, Estados Unidos.- Pocos días nos separan para la primera vuelta de las elecciones en Ecuador, evento que tendrá lugar el próximo 19 de febrero, luego de una discreta campaña que se inició oficialmente el pasado tres de enero.
“46 días para convencer a los votantes ecuatorianos”, dice un titular del conocido diario La Hora, publicado el pasado miércoles, justo cuando solo habían transcurrido unas horas de la puesta en marcha de la campaña promocional.
Este no es el contexto, ni tampoco es motivo de interés para los cubanos ―que constituyen el mayor por ciento de nuestros lectores― conocer algunos datos biográficos de la extensa lista de candidatos; aunque sí propongo que se puedan precisar ciertos aspectos generales en torno al acontecer que envuelve al proceso previo a la votación, los que deben ser motivo de preocupación para todos si consideramos que en el país andino existe una comunidad de cubanos, y porque estas elecciones resultarían definitorias para que en Ecuador se prolongue o se acabe de manera definitiva el socialismo del siglo XXI.
El pueblo ecuatoriano decidirá sobre su futuro, en el que por primera vez después de una década no estará Rafael Correa, y este es el factor que mueve a los ecuatorianos ―a pesar del estado de apatía que hasta ahora han demostrado― a acudir a las urnas.
No importa a quién van a elegir, sino de quién va a salir, y este es el principal tema de los debates previos al inicio de la campaña. La mayoría de los ecuatorianos no quiere más a Correa en el poder.
¿Pero por qué hay que convencer a los ecuatorianos y también a aquellos extranjeros cuyo estatus migratorio les permita tomar parte activa en las próximas elecciones? Veamos a través de las opiniones de algunos ecuatorianos y de cubanos residentes en Ecuador el ambiente previo a las elecciones, al menos en las dos ciudades más importantes del país: Quito, su capital, y Guayaquil, la más populosa y extensa, y donde la oposición es más fuerte.
Mi primer entrevistado, aunque cubano, es un conocedor de la política ecuatoriana, siempre al tanto del acontecer social del país: “Yo creo que no votaré por nadie, ningún candidato sirve. Va a ganar Lenín ―refiriéndose a Lenín Moreno, representante del partido oficialista Alianza País―. La oposición está dividida y hasta entre ellos se atacan. Aunque no me gustaría una continuidad del sistema, pienso que Lenín hará algún cambio en su momento. Los últimos casos de corrupción han venido de malas; pero hay mucha desinformación y al final Alianza País saldrá ganando. Correa es inteligente y la oposición ataca sin responsabilidad y al final sale mal parada. Lo de Odebrecht al final les va a beneficiar”.
Luego, al referirse al ambiente de campaña en la capital ecuatoriana, dijo: “La gente está dividida y hay muchos que aun ni saben. Los opositores son tan malos que la gente no quiere saber de ellos. Lasso es un mini Trump. Un tipo de plata que no sabe de economía y habla tonterías. Cynthia Viteri era asambleísta y no ponía una. La gente que los apoya es por ir en contra de Correa más que por ser una buena elección. Al final correa nos hizo mucho daño a los cubanos con lo que pasó en julio; pero olvidando eso y otros problemas de su carácter, ha sido lo menos malo para este país”.
Para otro cubano que desde hace varios años vive en Quito y su trabajo como enfermero y docente le ocupa demasiado tiempo, el tema de la política no es lo que más le apasiona, sin embargo, insistió en el punto clave que ha dañado la imagen del actual gobierno. Mi entrevistado precisó: “Yo veo enredos y trampas. El escándalo con Petroecuador y Odebrecht tienen a la gente desencantada”.
Para este joven maestro, historiador, con inquietudes políticas y dominio de lo que acontece en torno al tema, ninguno de los candidatos reúne los requisitos necesarios para poder dirigir una nación. “Las opciones de la población van por Lenín Moreno. Si la oposición no se une hay posibilidades de que gane en primera vuelta. Del lado opositor tenemos un par de candidatos que prometen: Paco Moncayo y Cynthia Viteri. Lasso tiene sus electores, pero tiene mala fama y el pueblo le tiene tiña, el tipo no tiene arraigo popular. Tiene una plataforma bien armada. En cuanto al ambiente, está muy tranquilo, las elecciones no han caldeado el espíritu de nuevo año”.
La visión de este médico, establecido hace algunos años en Quito, es muy precisa y, a diferencia del resto de los interrogados, se ha pronunciado por uno de los candidatos que no goza de un lugar privilegiado en las encuestas: “Hermano, las encuestas son un fraude. El mismo Abdalá Bucaram tiene más seguidores que nadie, y muchos del gobierno de Correa son del partido del padre, que se cambiaron. Me cuadra Bucaram. La gente bien apática, le hace el juego a Moreno, pero no llega al 30%”.
Para este espirituano, ingeniero en telecomunicaciones, residente en Quito, Lenín Moreno es el candidato más fuerte, y aunque reconoce ciertos logros del gobierno de Correa, está convencido de la necesidad de un cambio. Según él: “Pronostican que no lo tiene todo ganado, hay muchos escándalos por parte de Alianza País y pudiera recibir el ‘voto de castigo’ de la gente. Lasso es el otro que lo sigue más de cerca según las encuestas, y muchos creen que saldrá él. La competencia es muy floja. Por un lado está el tema de que Lenín Moreno viene de Alianza País, el partido de Correa, que además es un tipo de izquierda; por otro lado está el hecho de que muchos aseguran de que a pesar de pertenecer al mismo partido no son exactamente la misma cosa, y finalmente, nada de lo que resta es mejor. En honor a la verdad, Correa llegó al poder en un momento de turbulencia: tres presidentes en siete años y una pésima situación económica. El tipo estabilizó el país hasta que cayó el precio del petróleo. No es que sean buenos, sino que lo demás no es mejor”.
Según este ecuatoriano, psicólogo y promotor de salud de la capital, la mejor opción es Guillermo Lasso. “Toca salir del modelo que está empobreciendo al país, y más que todo fiscalizar los diez años de correísmo”, expresó.
Los entrevistados de Guayaquil, cuatro ecuatorianos y seis cubanos, mostraron cierta apatía política. No obstante, coinciden en ciertos puntos comunes, entre ellos: la idea de dejar en blanco su voto, la desconfianza en los líderes del país, y las pretensiones de enriquecimiento con los recursos del pueblo una vez que se asume el poder. Además de hacer referencia a Guillermo Lasso ―en lo que coinciden con los interrogados de Quito―, uno de los ecuatorianos mencionó a Paco Moncayo, hasta el momento ignorado por todos; aunque ocupa el cuarto lugar en la preferencia.
Así, entre la incertidumbre de unos y la decepción de otros, la ausencia de un verdadero líder a pesar de la diversidad de opciones, así como el desconocimiento y el desinterés respecto a temas de naturaleza política, pasan estos días de campaña.
Salir del correísmo es una necesidad inminente. El triunfo de Lenín Moreno permitiría la continuidad de una línea de izquierda en el país, lo que terminaría de hundirlo hasta dejarlo como Cuba o Venezuela. Lasso es el hombre de la experiencia y el poder, Cinthya Viteri tiene la juventud ―al menos en la apariencia―, el ímpetu y el vigor necesario; y lo mejor, es antiizquierdista, lo que ha reafirmado en estos días en los que ha anunciado sacar a Ecuador del ALBA, incrementar salarios, disminuir impuestos, entre otros cambios.
El 19 de febrero se decidirá si finalmente sale otro país del “socialismo del siglo XXI”, con lo que solo quedarían Bolivia, Nicaragua y Cuba. Ojalá mejoren los ánimos en los próximos días y no se necesite “convencer a los votantes ecuatorianos”, sino que por verdaderas convicciones acudan a las urnas como un compromiso sagrado, lo que tal vez pueda determinar un mejor futuro para el país.