NUEVA YORK, Estados Unidos.- Si antes había escasez y pobreza en Cuba, hoy la situación es caótica. Con el Estado incluso vendiendo los alimentos a la población, en vez de regalarlos, como sería lo lógico en un país democrático. Es patético ver fotografías en el Granma donde el Gobierno cubano tiene quioscos donde se vende la comida a los damnificados, que debería ser gratis.
El cubano de a pie, que sobrevivía a duras penas antes del huracán Irma, hoy ve seriamente amenazada su existencia frente a las condiciones en que le está tocando seguir viviendo.
La desolación es completa: No hay alimentos, ni vivienda, ni medicinas. Las pocas pertenencias de la población están arruinadas por el paso del huracán.
Los cubanos, que sufrieron por anteriores fenómenos meteorológicos y que nunca vieron solucionados sus problemas, hoy suman a sus pérdidas nuevas desgracias.
El agua permanece en las calles y en las viviendas. El calor, la humedad, los escombros y la basura tejen la red perfecta para que broten las epidemias.
No hay medicinas en las pocas farmacias abiertas luego del temporal.
Los medios de comunicación estatales usan un lenguaje optimista ante el caos.
Que se sepa, Raúl Castro no ha recorrido los sitios más castigados por el huracán Irma. El General, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba y primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, se limita a enviar un mensaje al “combativo” pueblo de Cuba:
“Calificado por los expertos como el mayor huracán formado en el Atlántico, este fenómeno meteorológico causó severos daños al país, los cuales, justamente por su envergadura, aún no se han podido cuantificar. Una mirada preliminar evidencia afectaciones en la vivienda, el sistema electroenergético y la agricultura”.
“Además golpeó algunos de nuestros principales destinos turísticos, sin embargo las afectaciones serán recuperadas antes del inicio de la temporada alta. Contamos para ello con los recursos humanos y materiales requeridos, por constituir una de las principales fuentes de ingreso de la economía nacional”.
Como se aprecia en el mensaje, la prioridad del régimen es recobrar las instalaciones para los turistas, que es después del dinero del petróleo de Venezuela, la primera entrada de divisas al país. Sin olvidar las ganancias provenientes de los médicos enviados al exterior.
Los cubanos pueden estar seguros de que, salvo algunas entregas simbólicas, la situación será peor que antes que llegara el huracán Irma. Esto, debido a la ineficacia de un gobierno que nunca ha pensado en el pueblo sino en la “indestructible Revolución”, que de paso nunca ha servido para nada, salvo mantener a una élite parásita en el poder.
Comenta la analista Mercedes Montero desde Venezuela: “En situaciones como la del Estado en que quedaron los países después del paso de Irma, es que se pueden catar la responsabilidad, humanidad y amor por la nación y el pueblo por parte de sus gobernantes”.
La actitud de Raúl Castro y su equipo de esbirros es la única que se puede esperar, proveniente de esa dictadura. Lo extraordinario hubiera sido lo contrario. Al régimen cubano no le importa en absoluto el sufrimiento y la miseria ahondada por Irma. Lo único que le interesa es que el turismo no se mude hacia otro destino. Hay que esconder la realidad en la que queda una isla cuyos gobernantes no invierten en su pueblo y al contrario el régimen atesora para sí mismo todo lo que le roba a Venezuela y lo que le exprime a los turistas, con el fin de mantenerse viviendo como rey, montado en una tarima del pasado muy de moda entre los que admiran el romanticismo revolucionario y que ha mantenido al pueblo preso… y a los seguidores del castrismo que lo aplauden, por supuesto, mientras a ellos no les toque sufrirlo.