FORT PIERCE, Estados Unidos.- “Faciliten nuestra salida de Ecuador para llegar a Estados Unidos”, así han subtitulado los 1668 cubanos que se encuentran en territorio ecuatoriano su petición a José Serrano, Ministro del Interior del Gobierno de Ecuador. El documento es una de las acciones que el grupo “Cubanos en Ecuador unidos con un propósito” ha realizado en pos de poder salir de aquel país suramericano.
Los motivos se han expuesto con precisión: “Somos muchos los cubanos que quedamos varados en Ecuador (se calcula que más de 3000) y que a diario debemos soportar la discriminación, la falta de oportunidades, y las trabas para legalizarse u obtener trabajo debido a nuestra condición”.
“Por eso, queremos tener la posibilidad de viajar a Estados Unidos. Lo único que pedimos, es poder ser tratados de la misma forma que muchos de nuestros compatriotas en Panamá y Costa Rica que gracias a tratados humanitarios están siendo acogidos en México para eventualmente llegar a Estados Unidos a salvo”.
La migración de cubanos, devenida en verdadero fenómeno social, constituye uno de los principales puntos de atracción que engloba no solo a aquellos que protagonizan la oleada migratoria; sino a numerosas organizaciones y grupos involucrados en estos asuntos.
El lunes nueve de mayo se inició el traslado de miles de cubanos desde Panamá hasta México, y de aquí a los Estados Unidos, gracias a un convenio entre estos países para solucionar la crisis migratoria que ya adquiría el carácter de conflicto humanitario en territorio panameño. Desde el momento en que se comenzó la operación, las fronteras panameñas fueron cerradas para los cubanos que continuaban llegando a las localidades de La Miel y Puerto Obaldía, procedentes de Ecuador y en menor medida de Guyana.
La heroica acción, que habrá que agradecer por siempre al gobierno panameño y en especial a su presidente Juan Carlos Varela, vista a distancia y sin conocimiento real de la situación desatada en Panamá, pudiera parecer el fin del conflicto. Sin embargo la realidad es diferente. A pesar del cierre selectivo de fronteras, los migrantes buscarán otras alternativas para continuar un éxodo que comenzó hace más de cincuenta años y que no parece tener fin.
Estos movimientos de grandes masas poblacionales perjudican sobremanera aquellos territorios que sirven de vía hacia los Estados Unidos. La solución al conflicto humanitario panameño no representa el fin del éxodo. Estas medidas son paliativas. Se sabe que volverán a producirse grandes concentraciones de migrantes, lo que ya ha sido previsto por el canciller de Panamá José Eduardo Ritter.
Actualmente se encuentran en la localidad de Turbo, al norte de Colombia, en sitio fronterizo con Panamá, unos cuatrocientos cubanos que no pudieron entrar a este último país o que han sido regresados, la mayoría procedentes de Ecuador. A estos se suman los más de 3000 que aún no han podido asumir la travesía y que se encuentran en este país andino, así como los cientos que desde Cuba pretenden salir rumbo a Guyana y desde aquí continuar viaje por Centroamérica, lo que sugiere que la próxima crisis se desencadenará en breve.
En medio de esta difícil situación, la comunidad cubana en Ecuador ha emprendido, de manera organizada y pacífica, la lucha por sus derechos. Lamentablemente sus propios compatriotas desde otros sitios no los comprenden y les han criticado de manera muy injusta. Protestan en este país porque es allí donde están, y donde se enfrentan cada día a la discriminación por parte de los ecuatorianos, los que declaran abiertamente su aversión contra los cubanos. Tal vez si estuvieran en Cuba muchos lo harían a pesar de la represión cada vez mayor en la isla caribeña, por lo que las expresiones relacionadas con la idea de que protesten en Cuba y no en Ecuador, o que regresen a Cuba, son solo muestras de la xenofobia y la discriminación que denuncian los cubanos.
Las posibilidades de empleo cada vez son menores, no solo para los cubanos, sino para cualquier ciudadano. Ecuador se dispersa en medio de una crisis económica y de un conflicto político generado por el gobierno izquierdista de Rafael Correa, lo que ha contribuido al desempleo a partir de la reducción de miles de plazas; algo que, sin duda, ha influenciado en las opciones mínimas para los ciudadanos extranjeros así como en la explotación al recibir salarios no acordes a su calificación o la labor que desempeñan, y a la inestabilidad en los pagos salariales. A esto se agregan aquellos aspectos inherentes a la idiosincrasia de un país en el que la xenofobia, la discriminación, los prejuicios de todo tipo, los convencionalismos y vivir de la apariencia reinan por doquier.
Los más de mil cubanos involucrados en esta acción han denunciado en el documento sus males: “Buscamos una salida a nuestra crítica situación económica y migratoria. Hemos sufrido abusos, humillaciones, discriminación y problemas para alimentar a nuestras familias. Lo único que queremos es mejorar nuestra condición de vida”.
Por otro lado la “Alianza Nacional Cubana de Ecuador“, continúa convocando a reuniones en diversas zonas céntricas de la ciudad de Quito, las que cuentan con el apoyo de los más importantes medios de prensa, con lo que se fortalece la lucha emprendida por los cubanos en reclamo a sus derechos ciudadanos y a ser escuchados por instituciones internacionales que puedan solidarizarse con el objetivo común de todos: la posibilidad de salir de manera segura de Ecuador rumbo a Estados Unidos, lo que centralizó los encuentros que han tenido varios representantes de los movimientos cubanos en la embajada de México en Ecuador.
“México sigue de cerca los acontecimientos, y se observa en el mediano plazo, alguna posibilidad de solución, principalmente para la población cubana residente en Ecuador”, afirmó Lázaro Ramos, líder de ANCE.
Así las cosas, el éxodo continuará, nuevas crisis serán desencadenadas en Centroamérica y la situación de los cubanos en Ecuador se tornará cada vez más difícil. Las soluciones serán solo fugaces mientras el origen del éxodo permanezca cual sombra espectral, que sigue provocando los males a una nación que merece cambios radicales y contundentes.