VALENCIA, España, febrero -Un frente frío con lluvias y vientos del noroeste, la paranoia política en torno a la cita judicial de la infanta Cristina y el derroche de emociones desatado por la entrega de los premios Goya a las mejores cintas y actores del 20013 marcaron el fin de semana pasado en España.
Si, del 7 al 9 de febrero España conjugó tres tiempos en uno: el castigo del clima, la pasión política y la alegría del arte de las imágenes y sonidos. El frente frío que atraviesa la península ibérica perturbó con sus enormes olas y precipitaciones a Galicia y el Cantábrico, extendiéndose por Extremadura, Castilla y León, La Rioja, Navarra y zonas del centro hasta Andalucía.
Como si fuera poco la Ciclogénesis reportada por meteorólogos y periodistas hubo un aluvión informativo por el interrogatorio realizado en el Juzgado de Palma de Mallorca a la Infanta Cristina en calidad de imputada por los negocios ilegales de su marido, Iñaki Urdangarin.
El “martirio” de la hija del monarca activó los radares políticos y puso en jaque al Rey Juan Carlos, quien ha sido operado varias veces y confía que tras el examen judicial el caso se archive. Está por ver si la Infanta va al banquillo o al archivo. Por el momento, ella y su esposo ponen en crisis la confianza en la Casa Real, cuya inquietud colinda con el morbo de los ciudadanos y políticos que apuestan por enfrentar la corrupción a cualquier nivel.
La desconfianza que llueve sobre la sociedad española en tiempo de crisis se reflejó el domingo en la Gala de entrega de los Premios Goyas 2014. Tras la alfombra roja y las estatuillas hubo emotividad a granel, evocaciones, gratitudes, feminismo, sátira sobre la limitación del aborto y la ausencia del ministro de educación y cultura al espectáculo. Casi todos los premiados aludieron a la atmósfera de recortes.
El humorista Joaquín Reyes “trajo” a escena en toples plástico a las activistas de Femen en alusión a la nevada de impuestos que frenan al cine y el teatro en la vieja Iberia.
Un aluvión de premios sorprendió a los actores y realizadores de los filmes Las brujas de Zugarramurdi, Vivir es fácil con los ojos cerrados y La gran familia española; mientras Amor, del francés Michael Haneke, recibió el Goya a la Mejor película europea.
El temporal y la nieve del fin de semana congelaron la sonrisa de los nominados no premiados. Alzaron la estatuilla del gran Francisco Goya la veinteañera Natalia Molina, Mejor actriz revelación; la conmovedora Marián Álvarez, Mejor intérprete femenina; Terele Pávez, Mejor actriz de reparto; Javier Cámara, Mejor Actor y David Trueba, Goya de dirección, entre otros que inscriben su nombre en el libro dorado de la Academia del Arte Cinematográfico de España.
Se apagaron las luces del Goya pero renace el deseo de visualizar las películas premiadas a pesar de la nieve, las lluvias y el temporal político que pone en los medios de información el problema de la corrupción, tan generalizada que hasta una infanta de la Casa Real “espera” que el juez dicte sentencia.