MIAMI, Florida -Las elecciones para delegados municipales del Poder Popular tuvieron en esta ocasión una pincelada que rompió la habitual rutina de estos eventos en Cuba. Las síntesis biográficas de dos disidentes ocuparon un lugar hasta ahora inaccesible para ellos en dos circunscripciones habaneras. En esos barrios por vez primera el voto de los ciudadanos tuvo la opción de una candidatura disonante con los lineamientos que caracterizan este tipo de eventos en la Isla.
Como era de esperar los disidentes no pudieron obtener la cantidad suficiente de votaciones para superar a los aspirantes favoritos del sistema. Era mucho pedir. Pero a pesar de este resultado vale apuntar algunos datos. El primero es que a pesar de las campañas denunciadas y las presumibles presiones de las autoridades ante lo que parece ser un hecho insólito, los ciudadanos que propusieron a Hildebrando Chaviano y a Yuniel López afrontaron el reto hasta las mismas urnas.
El número de votos obtenidos por los disidentes muestra otro aspecto. Mientras Chaviano sacaba 138 papeletas en su circunscripción en el Vedado, Yuniel logró quedar segundo con 233 votos frente a los 576 del ganador, sin lugar a dudas el elegido oficial. Si se tiene en cuenta que este resultado tuvo lugar en Santa Amalia, un barrio bastante pobre de la periferia citadina, la diferencia muestra el influjo de la situación social en el ánimo de una población que ya no oculta su desaprobación y cansancio ante un modelo que pide a gritos ser renovado.
A pesar de las alegaciones sobre una población con poca visión de libertades enfrentada además a la confusión que supone informaciones adversas introducidas en las fichas de ambos candidatos para señalar sus conexiones con el extranjero, que no trabajan y sus vínculos con actividades implícitas en su identidad contrarrevolucionaria, uno como jurista independiente y otro militando en un partido político proscrito cuyo fundador fuera el Comandante Hubert Matos, resulta altamente llamativo que se les haya propuesto sino que decenas de vecinos decidieran mantener su decisión de llevarlos a las urnas.
Contrasta esta situación con aquel intento de 1997 cuando diez militantes del Movimiento Cristiano Liberación presentaron la candidatura como diputados a la Asamblea Nacional con el apoyo de firmas ciudadanas. Es la primera vez que algunos ciudadanos se presentan como candidatos con apoyo popular y sin ser del gobierno. Un esfuerzo precursor que fue bloqueado por la acción de las autoridades políticas y represivas del gobierno.
No debe calificarse por tanto como una derrota este resultado obtenido por dos disidentes que rompen las normas establecidas por el sistema, logrando apoyo ciudadano a contra corriente de lo “políticamente correcto”. De haber sido elegidos, las cosas no hubieran sido necesariamente mejor. El reto ante demandas infinitas de una población que busca soluciones a problemas acumulados por décadas les habría colocado ante el dilema que afrontan los delegados que cuentan con el respaldo oficial. En las actuales circunstancias Chaviano y Yuniel verían multiplicarse obstáculos y trabas para hacerles imposible el mandato confiado por sus votantes.
Varias interrogantes quedan abiertas ante el futuro que marcan los nuevos tiempos en eventos como este. ¿Se trata de un paso tímido del régimen hacia aperturas posibles sin que ellas supongan aflojar las riendas del poder? ¿Estamos ante un experimento para comprobar la reacción popular ante posibles propuestas de candidaturas independientes? ¿O es en definitiva el paso previo a la disposición de algunos asientos en la Asamblea Nacional del Poder Popular para poner en práctica la idea de un gobierno plural dentro del socialismo?
Paralelo a estos cuestionamientos y las posibles respuestas, está el tema de la conveniencia de apoyar el nuevo giro de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba desde las posibilidades que se abren al apoyo de corrientes de ideas, pensamientos y acciones independientes que confieran un mayor empoderamiento a la sociedad civil que nace en un nuevo entorno.