MADRID, España– La Unión Europea es discreta a la hora de mostrar su cercanía, su complacencia, su entrega total y su afán por negociar sobre los escombros de la economía cubana. Pero, eso sí, el guión para esa política es tenaz, implacable y certero. La semana que viene Federica Mogherini, la máxima figura de la diplomacia del viejo continente, llegará a La Habana para darle el toque final a un acuerdo político y de cooperación de los 28 países del bloque con la dictadura.
La funcionaria europea, que ya viajó a Cuba en marzo del año pasado, desembarcará el próximo día 11 con toda la papelería lista y una gran disposición a dialogar sobre temas políticos y de derechos humanos con el régimen comunista. Eso, una conversación etérea y formal porque los asuntos económicos y comerciales quedaron resueltos y en buen puerto durante una reunión celebrada en Bruselas hace poco más de dos meses.
Esta visita, que debe marcar el inicio de un vuelco definitivo de las relaciones entre la Unión Europea y Cuba, se realiza 10 días antes que la del presidente Barack Obama. Por lo tanto, además de la prudencia natural de los europeos, la diplomática llega bajo el velo mediático del viaje del líder estadounidense que propone una escena tan espectacular como que en el cuento infantil el lobo del bosque fuera a cenar con la Caperucita Roja y su abuela.
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