Cuando se cumplen cien años del natalicio del extraordinario poeta cubano Gastón Baquero, exiliado en España desde 1959 hasta su muerte en Madrid, acaecida el 15 de mayo de 1997, parece ocasión especial para acordarnos de él, quienes a menudo lo recordamos por razón de un verso (de la memoria de un verso suyo), es decir, sus leales de siempre y para siempre, sus lectores sin “peros”, tan vergonzosos estos como vergonzantes.
También le han venido recordando por estos días, sus amigos verdaderos, los que en vida del poeta lo fueron: Pío Serrano, Felipe Lázaro, y otros, cuyos nombres desconozco, y compondrían sin dudas una lista exigua, pero importante de afectos que rodearon al autor en vida. Inevitable o lamentablemente, también le recuerdan otros, los que lejos de recordarle en vida, intentaron sumirle en una muerte y un olvido anticipados e inmerecidos. Hay quien diga que “hay muertos útiles”.
Lo ha repetido como cosa buena de afirmarse sin bochorno, la propaganda de los comunistas cubanos, a la que fue contraria desde el comienzo el hombre Gastón Baquero, de manera que apuntarse también estos a los homenajes con motivo del natalicio del poeta, resulte oportuno. Pero aún ante los muertos que puedan resultar útiles, cabe hacer distinciones a tono con aquella observación del personaje orwelliano de la granja: “Todos somos iguales, pero algunos somos más iguales que otros”. Y es que con motivo del centenario del natalicio de Gastón Baquero, y más concretamente de la aparición de un libro que reúne ensayos de este autor, al cuidado del estudioso Alberto Díaz Díaz, se han suscitado toda clase de declaraciones, en las que los reseñadores no pueden prescindir de colgar al muerto toda clase de epítetos y etiquetas, que resultan a la postre en desmedro del gran poeta que este día recordamos especialmente.
Entre las calificaciones más obvias, (al menos para quienes tenemos abiertos los ojos) resaltan aquellas que le endilgan calificativos como “conservador” y “senador de Batista”, ahiladas diestramente a otras en las que no faltan “el mulato” y “el homosexual discreto”. Una reseña del libro de Díaz Díaz en El País, de España, para no ir más lejos, declaraba que el poeta no había logrado desembarazarse nunca de su ideología, con lo que precisamente, se subraya un sesgo ideológico de parte de la reseñadora, que debía resultar naturalmente superior a aquél que señalaba ex propósito.
En otra parte, (o en las mismas páginas de este diario, no importa) he leído una observación que, si bien buscaba ser pertinente, era todo lo contrario: Baquero habría sido “conservador” mas no “reaccionario”. Se presume aquí que un “reaccionario” —lo que esto sea— está muy próximo a un conservador, y ya se sabe (o se presume) que no hay “conservadores” ni “reaccionarios” de izquierda. Todo esto tiene innegablemente un punto de partida en el dictum guevarista que calificó al poeta desde muy temprano como “la voz de la reacción”. Se me dirá si el conocido guerrillero comunista era de vocación librepensadora.
También desde Cuba, donde comienzan los esfuerzos oficiales y oficiosos por “rescatarse” —es decir, apropiarse para sus fines propagandísticos al poeta exiliado—, (al margen de que existan poetas jóvenes genuinamente interesados en el legado baqueriano), llega a afirmar uno de quienes prohíjan la reivindicación del exiliado, a partir de su conocimiento de último momento del poeta, cuando le trató en Madrid: “Creía encontrar a un hombre resentido y muy de derechas, y en su lugar hallé a un cubano risueño y locuaz, añorando su tierra y con deseos de unidad entre sus compatriotas. Se oponía al desencuentro que algunos fomentaban entre los cubanos emigrados y los residentes en la Isla”.
Se da aquí por sentado, primeramente, que ser “un cubano de derechas” significa ser “un resentido”, si bien no se indaga por las causas y razones que inspirarían ese presunto resentimiento del sujeto. La comprobación inusitada, parecería haberle bastado a convencerse de que en efecto, no habría en primer término motivos en que pudieran estar fundados estos.
En segundo lugar, “un cubano risueño, y locuaz, que añora su tierra” no podría en opinión del comentarista de marras, haber coincidido en cuerpo y alma con alguien de derechas. ¡Sólo los revolucionarios son capaces de estos nobles sentimientos, es decir, de no resultar en la caricatura de una persona! Si no hay en estas declaraciones (y en otras del autor) una obvia carga ideológica, no sabemos qué podría considerarse tal, pero seguramente sólo los reaccionarios como el poeta Gastón Baquero —perdón, el conservador, pero no reaccionario Baquero— son incapaces de poder librarse de sus taras ideológicas, según se afirma en El País.
Como el autor de la cita que comentamos, escribe para Cuba, o desde Cuba más bien, (puesto que allí no podrán leerle muchos cubanos sin acceso a internet) remata lo dicho anteriormente con esa muestra desprovista absolutamente de cargas ideológicas que debemos tomar por una verdad absoluta: «Se oponía al desencuentro que algunos fomentaban entre los cubanos emigrados y los residentes en la Isla».
¿Quiénes son estos, “algunos” fomentadores de “desencuentros” entre los cubanos “emigrados” y los “residentes en la isla”? ¡Naturalmente, no quienes en capacidad efectiva de hacerlo forzaron siempre al exilio (no como simples “emigrados” sino exiliados para siempre) a los poetas como Baquero, y a tantos otros que no lo eran, pero sí igualmente cubanos! ¡No! La vaguedad del “algunos” no tiene carga ideológica de ninguna clase, ni busca tapar el sol con un dedo ubicuo. ¿Quiénes, por otra parte —pregunto yo— fomentaron siempre la ruptura entre cubanos por razones ideológicas?
¿No fueron las esferas oficiales? Vale añadir aquí, a manera de declaración, que a lo que sí nos oponemos muchos cubanos que vivimos en libertad, y estamos informados de las constantes maniobras de supervivencia del régimen, a cargo de sus intelectuales orgánicos (vivan estos en Cuba o residan hoy, autorizadamente, fuera de la isla), es a las componendas y a las falsificaciones de la verdad histórica, en que tan diestros han demostrado ser los comunistas de todas las latitudes y momentos. Si López Lemus, autor de las declaraciones antes citadas, se sorprendió de lo que dice, al encontrarse con Baquero, hacía mejor que confesarlo, reflexionar (frente al espejo) en las limitaciones que su propia formación ideológica le habría impuesto, de lo cual tal vez resultara una epifanía desconcertante para él.
No acaban aquí, sin embargo, mis reparos a las descalificaciones embozadas que se le dedican por estos días, a diestra y a siniestra, al poeta muerto en exilio, de parte de muchos de quienes dicen apreciar su poesía. Me molesta particularmente aquello de “senador de Batista” conque se busca dar crédito a la acusación subyacente. Habría aquí que desenmarañar a la vez dos infamias.
Haber sido senador bajo Batista, no significa en absoluto haber sido un apéndice o acólito del mismo, como si lo fueron por otra parte, en su oportunidad y oportunismo político, intelectuales como Juan Marinello o Carlos Rafael Rodríguez, ministros sin cartera durante el primer gobierno de “el hombre”, a quien, de paso, le cantaron desde el poeta comunista chileno Pablo Neruda, hasta el Partido Socialista Popular a coro. No hay un solo verso de Baquero dedicado a exaltar a Batista en ninguno de los momentos estelares que gozó éste en política. Existe, sin embargo, un artículo suyo, al que me he referido en otra parte, con el que el periodista Baquero se despide de sus lectores cubanos, en el cual afirma su desacuerdo con lo que estaba sucediendo bajo el dictador, y reafirma su certeza de no poder estar de acuerdo con lo que está sucediendo bajo la naciente tiranía de Castro, a la que escapa.
No debe olvidarse, tampoco, que Batista cometió una felonía, al dar un golpe cuartelero, pero a la vez habría que señalar que se trata probablemente del único ocurrido en América Latina donde no hubo derramamiento de sangre, como por otra parte sí ocurrió cuando Castro sacrificó a un grupo de incautos para hacerse de un nombre, cuando atacó traicioneramente un cuartel militar donde murieron o fueron asesinados muchos jóvenes cubanos. ¿Y qué factores hicieron posible un golpe cuartelero sin sangre? ¿Por qué disfrutó Batista de tanto apoyo popular, hecho innegable? Porque entre otras cosas Batista, hombre de origen humildísimo, elevó al negro, e hizo posibles muchas oportunidades para estos y los pobres del país, cosas que deben afirmarse cuando se mencionan sus manejos sucios de gobierno, y otras atrocidades que también se atribuyen a su última administración.
Deberíamos preguntarnos, si no debería acaso el propio Gastón Baquero, su ascenso al puesto pre-eminente que ocupara en el Diario de La Marina, al influjo del movimiento revolucionario del que Batista fue parte importantísima en la década de los cuarenta, y a partir de la cual se origina asimismo una noción más elevada del negro? Batista representó para gran parte de los cubanos de su momento, una fuerza vista como “positiva”, y estaba muy lejos de ser el “criminal” y “delincuente” sin par en que la propaganda castrista lo convirtiera efectivamente luego; la misma propaganda que no se atribuye ninguno de sus propios crímenes a lo largo de más de medio siglo de latrocinio y asesinatos. Los que acuden a éste y otros “peros” ya señalados al referirse al poeta, para curarse en salud de la proximidad de Gastón Baquero, podrían igualmente alabar al generalísimo Francisco Franco por no haber sido nunca batistiano, pero sí, decidida y efectivamente fidelista, según se encargan de demostrar los hechos.
Rolando D. H. Morelli, Ph.D., docente, narrador, poeta y ensayista cubano exiliado. Ha sido profesor universitario en prestigiosas universidades norteamericanas. Pertenece al Pen Club de escritores. Co-fundador y director de las Ediciones La gota de agua. Reside en Philadelphia.
- Publicado en el Blog de Zoe Valdés