Los intereses de las víctimas

Después de las bárbaras ejecuciones de dos periodistas norteamericanos por el Estado Islámico de Irak y Siria, el presidente Barack Obama anunció una nueva estrategia. Después de 6 años de indecisión, el Presidente debería también reconsiderar su estrategia hacia Cuba y Corea del Norte.
En La Habana Raúl Castro tiene un rehén: Alan Gross, contratista de la Agencia para el Desarrollo de Estados Unidos. Gross está enfermo y ha perdido más de cien libras en las cárceles castristas. La Habana quiere “cambiarlo” por sus espías en prisiones norteamericanas que fueron condenados por “conspiración para matar a nacionales estadounidenses, destrucción de aviones, y asesinato”. Los espías infiltraron bases militares norteamericanas y ayudaron a planear las muertes de cuatro miembros de Hermanos al Rescate, que piloteaban pequeñas avionetas sobre el Estrecho de la Florida en espacio aéreo internacional buscando balsas con refugiados con necesidad de ayuda. Raúl Castro, ahora presidente de Cuba, era entonces ministro de las Fuerzas Armadas y ordenó a los pilotos de los MIGs que derribaran a los pequeños Cessnas.
La propuesta de canje ofrecida por los Castro pone en conflicto el deseo de la familia de Gross de liberarlo y traerlo a casa, y el de las familias de los pilotos asesinados en el Estrecho de la Florida. Para los seres queridos de los pilotos, los espías responsables por sus muertes deben cumplir sus condenas.
Desde el comienzo de su mandato, el presidente Obama extendió una mano de amistad a Cuba y a Corea del Norte, dos brutales regímenes comunistas. Pero nada verdaderamente importante ha cambiado en ninguno de los dos países. Y como reportó el servicio de noticias Bloomberg el año pasado, Corea del Norte declaró que sus militares tenían “autorización final para atacar a Estados Unidos, posiblemente con armas nucleares”. La amenaza es seria porque todavía hay tropas norteamericanas en la frontera de las dos Coreas.
Gross es inocente. Todo lo que hizo fue regalar una computadora portátil y un teléfono satélite a un grupo de judíos cubanos para que se conectaran al internet. Ya estaba a bordo de un avión para regresar a Estados Unidos cuando fue detenido.
Por varias semanas no lo acusaron de nada. Entonces un tribunal sin las menores garantías procesales lo condenó a 15 años de prisión, de los cuales ya ha cumplido cuatro. Cuando Fidel Castro asaltó al Cuartel Moncada, donde murieron muchos cubanos, también fue condenado a 15 años de prisión.
La arbitrariedad de la sentencia solo puede explicarse como otro esfuerzo para chantajear al gobierno norteamericano. Obama ha hecho lo indecible pidiendo la libertad de Gross. Cuando uno de los espías castristas todavía cumpliendo su condena quiso visitar a su madre enferma en Cuba, Obama lo permitió; pero cuando Gross pidió visitar a su madre también enferma en los Estados Unidos, Raúl Castro dijo que no. La Sra. Gross murió sin poder ver a su hijo.
En el pasado, La Habana ha extorsionado a Washington consiguiendo que pagara rescate para liberar a los cubanos capturados durante la invasión de Bahía de Cochinos. Los cubanos habían sido entrenados y equipados por el gobierno norteamericano. En otra ocasión, La Habana inició y manipuló una crisis de refugiados, obligando al presidente Clinton a reinterpretar las leyes con el resultado de que los refugiados interceptados en alta mar fueran repatriados a Cuba en vez de ser llevados a puertos norteamericanos y a la libertad.
Hace años La Habana trató de canjear a los espías por 75 activistas de derechos humanos que habían sido injustamente condenados a largas condenas. Pero los disidentes, que habían sido declarados prisioneros de conciencia por Amnistía Internacional, respondieron que eran patriotas que buscaban la libertad de Cuba, no espías y que se oponían al canje. Después, debido a la presión internacional, Raúl Castro desterró a los disidentes y a sus familiares a España “sin el derecho de regreso”.
¿Y Alan Gross? Gross es inocente y para conseguir su libertad se requiere cortar el vínculo entre su caso y el de los espías y una nueva política de Estados Unidos que le imponga un alto costo a La Habana mientras lo mantenga en prisión. Y es por eso que la Administración y los que lo hemos defendido deberíamos rechazar cualquier arreglo que resulte en más rehenes y pérdida de vidas norteamericanas. Si Gross muere en prisión, Raúl Castro será personalmente responsable por ello.
Raúl Castro mantiene a Gross preso porque los Castro creen que es la forma de chantajear a Obama para liberar a los espías. Pero aunque parezca increíble, mientras La Habana protesta por sus espías en cárceles federales continúa su labor de espionaje. Hace poco la prensa reportó que un espía de los Castro, cuyo nombre no ha sido revelado, había sido condenado a trece años por espionaje en contra de un sistema de inteligencia norteamericano. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que La Habana secuestre a otro norteamericano inocente para utilizarlo como pieza de canje?
La diplomacia es útil, pero a veces llega el momento cuando algo más es necesario. Ese momento ha llegado. Solo cuando la Administración Obama o la próxima administración decidan tomar medidas políticas o económicas que impacten verdaderamente en La Habana, Alan Gross será liberado para reunirse con su familia, y los que favorecen los secuestros y las muertes de americanos inocentes lo pensarán dos veces.
Orginalmente publicado en El Nuevo Herald