MIAMI, Estados Unidos.- Las democracias terminan cuando se hacen demasiado democráticas. Es el argumento central de Andrew Sullivan en un vitriólico artículo preelectoral anti Trump en The New York Magazine (Mayo 2016). Sullivan, a quien la revista Forbes clasifica entre “los 25 liberales más influyentes en la prensa de EEUU”, sustenta su ampuloso caso en lecturas retorcidas de Platón y los padres fundadores.
El artículo alerta que en nuestros tiempos “híperdemocráticos”, mientras la autoridad de las élites se desvanece los valores del establishment ceden ante los populares; el componente emocional de la política se inflama, y la razón retrocede porque la élite tiene menos árbitros que establezcan lo que sea cierto o relevante. Concluye que necesitamos élites para proteger la democracia de sus propios excesos desestabilizadores, y pretende medidas antidemocráticas para salvar la democracia de sí misma.
La democracia está en crisis, pero la causa no es “demasiada democracia” como señala Sullivan. El Índice Democracia 2016, informe anual del estado mundial de la democracia, ofrece los datos. El Índice califica los países en cinco categorías: procesos electorales, libertades civiles, funcionamiento del gobierno, participación política, y cultura política. Basado en las calificaciones, cada país es clasificado como totalmente democrático, democracia defectuosa, régimen híbrido, o estado autoritario.
Artículo publicado originalmente en El Nuevo Herald. Para leer el texto completo, haga clic aquí.