LA HABANA, Cuba, noviembre (173.203.82.38) – La violencia de género es una realidad. Los debates sobre el tema ocupan múltiples espacios en toda la nación. El machismo sigue poniendo traspiés a la mujer, y la discriminación por sexo no tiene para cuándo acabar.
Mujeres abusadas física o psíquicamente se ven a montón. Obligadas a trabajar de sirvientas también. Excluidas de funciones sociales por considerarlas ineptas o débiles, esto ocurre cada día en todo el país.
De nada sirve que las telenovelas cubanas de turno revelen la violencia contra la mujer. La gente sólo dice: “Sí, sucede, ¿y qué podemos hacer? Si ella lo aguanta, ese es su maletín. Entre marido y mujer nadie se debe meter”.
Bajo estos conceptos comienzan a resquebrajarse los niveles de autoestima que algún día mostraron las mujeres en el país. La inseguridad económica, en medio de la crisis social generalizada, vuelve a hacer de las suyas en el contexto nacional.
Mujeres que pagan con su cuerpo el arreglo del baño de su casa, como señalara sin ninguna solidaridad de género Mariela Castro Espín, presidenta del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), y continúan prostituyéndose porque le levanten una pared, son una imagen cotidiana de la discriminación.
Por supuesto, a Mariela no le hace falta, pero a la mayoría sí. Muchachas que todavía no han empezado a vivir, ya cuentan con larga experiencia en la prostitución.
La noticia de un perro con la mano de una niña de 13 años víctima de la prostitución en Bayamo recorrió el país, pero al parecer a Mariela no le llegó. Seguro la niña no se entregó para que le arreglaran el fogón.
Pero la violencia de género no se queda entre las cuatro paredes de la casa, la calenturienta promiscuidad de un barrio, o en las pantallas del televisor: se adueña del entorno sonoro también. El espacio de debate mensual Mirar desde la sospecha, que organiza el Programa de Género y Cultura del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero, en esta ocasión versó sobre la violencia de género en la música popular.
Sin embargo, a pocas les interesa la noticia y la mayoría no conoce ni dónde queda la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), sede del encuentros este mes.
No comprenden que frases de canciones como: “pun pun, te maté”, “Le gusta el bate a la mujer del pelotero” y “Dime cuánto es que ella vale”, entre otras citadas en el periódico Juventud Rebelde, las devalúan y le ponen precio a su condición de mujer.
Mi vecina Anabel apenas se inmutó cuando le enseñé el periódico. Me dijo que eso eran reuniones de viejos. Que hay que gozar la juventud.
Todavía tenía un ojo morado y dolores en la espalda porque su marido, El Chino, la golpeó con un gato que apenas maulló. Se reconciliaron con ron y a ritmo del “Chupi Chupi”, otro tema discriminatorio de la mujer que se escucha por radio y televisión.
Gracias que la gran mayoría de las cubanas no son así, como Anabel y otras mil. Exigen y merecen el respeto de la sociedad, a contrapelo del machismo cavernícola que aún rige en el país.
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