SANTA CLARA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Una institución estatal fue asiento de un ritual yoruba. Tal vez no sea la única ocasión en que eso ocurre. El hotel Rivierita, en Santa Clara, de la empresa de Restaurantes y Alojamientos del Poder Popular, constituyó el escenario escogido para “oficiar” el ritual protector del tercer, cuarto y quinto encuentros de enfrentamientos entre los equipos de béisbol de Matanzas y Villa Clara.
Un video casero captó fragmentos de las imágenes. Los santeros amigos de Víctor Mesa hicieron sus ofrendas, lanzaron los conjuros y “limpiaron” con hierbas y brebajes a los peloteros, vestidos algunos con sus camisetas representativas.
No era la primera vez que los rituales afrocubanos se apoderaban de las gradas y otros escenarios beisboleros en los que interviene el equipo de Matanzas, dirigido por el sagüero Víctor Mesa. Incluso, en la selección nacional de Cuba, con las riendas de ese director, se realizan esos rituales de santería.
Así fue apreciado en Matanzas, en Sancti Spíritus y también en Santa Clara, gracias a cámaras digitales y teléfonos celulares. Las videocámaras de televisión nada almacenaron. O mejor dicho, les prohibieron poner al aire atributos guerreros, gallos “sacrificados” en reconocimiento a los espirituanos, jugos de naranja envasados en pomos, frutas frescas referidas a las parciales villaclareñas y pequeñas lanzas que invocaron a “trabajos” de santería hechos por los seguidores de Víctor Mesa.
Las gradas superiores y hasta inferiores, y los bancos en que se ubicaron los matanceros en los estadios, fueron lugares predilectos de los asientos religiosos. Eso trascendió en el tercer y cuatro juegos del Sandino, en Santa Clara. Era la coronación de las ofrendas religiosas practicadas en el Hotel Rivierita, que acogió en esa ciudad a los peloteros yumurinos. Víctor Mesa, otrora estelar , no contó con la justa indiferencia de sus dioses. Tampoco con la imparcial mano de la naturaleza.
El lunes 17 de junio, a las seis de la tarde, día planificado para el quinto encuentro entre Matanzas y Villa Clara, llegó una lluvia fuerte a Santa Clara, la cual “barrió” todos los maleficios practicados por santeros y parciales del equipo Matanzas. El fuerte aguacero de verano impidió celebrar el juego.
Algunos piensan que los orishas “protectores” y los “guerreros” le fallaron a Víctor Mesa. Otros creen que, al contrario, decidieron ser más benignos con el equipo de Villa Clara, entre cuyas filas también abundan sin duda los creyentes. Por lo demás, es de suponer que ni siquiera a los dioses de Víctor Mesa les pareciera de buen gusto su mala educación y su pobre espíritu deportivo, demostrados en aquella escapada, al final del juego, cuando no quiso saludar a los peloteros vencedores del Villa Clara y salió como “bola por tronera” del estadio Sandino.
Por otro lado, Víctor Mesa ni siquiera ha dado pruebas de ser un buen creyente, en tanto intenta valerse de la fe religiosa que profesan muchos cubanos para sacar ventajas que sólo debe conseguir a través de la inteligencia y la destreza deportivas.
Por ejemplo, Lázaro Vargas, el mentor de los Industriales, se vio en el compromiso de no aceptar el collar de dientes de cocodrilos que Mesa quiso regalarle en aquel memorable enfrentamiento de play off escenificado en la serie nacional 51, en el estadio Latinoamericano de La Habana. Creyera o no en el presunto maleficio de la prenda (que estaba “untada”, según vox pópuli), Vargas debió asumir el ofrecimiento como un intento de agresión y una mala jugarreta de efecto psicológico.
Ramón Moré, el director del equipo Villa Clara, casi seguro, como todo cubano, tiene sus creencias religiosas. Recuerden que muchos “dicen que no están en na, pero van a consultarse por la madrugá”, según el estribillo de una canción de Adalberto Álvarez. El mentor villaclareño estaba sobre aviso de todas las trapisondas de Mesa, y aun cuando tuviese creencias religiosas, no creyó en estas sutiles amenazas. Así que optó por el juego legal, de acuerdo con la tradición que funde deporte y cultura. Tal vez por eso, piensan los creyentes, los orishas le alumbraron el camino.
El destacado centerfield de la pelota cubana se cree la “bocaza profunda” del béisbol. Directivos deportivos y peloteros le temen. ¿Será bajo la influencia de sus mañosas prácticas y rituales? Recordemos que, como ningún otro manager, desafía a árbitros y a periodistas, y ofende a jugadores, “regaña” como nadie y tira tierra a los ojos de un umpire. Siempre aparece el perdona vidas que lo deja en un idéntico lugar: director del equipo Cuba. A él le convendrá que muchos piensen que su impunidad es obra divina, pero ciertamente todo indica que aún mucho más que por los orishas, está protegido por el régimen.