LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 -En la prensa mundial se ha reflejado la situación inusitada surgida ahora en Venezuela: El presidente reelecto Hugo Chávez, que se encuentra aún en La Habana a resultas de la operación que padeció por sufrir de cáncer, no pudo tomar posesión de su cargo en la fecha precisa señalada por la Constitución vigente.
Con ese motivo se ha dado una peculiar interpretación de la carta magna, pues el Vicepresidente Ejecutivo y los ministros han continuado en el ejercicio de sus funciones después del 10 de enero, sin que Chávez haya evacuado el trámite de juramentarse para el nuevo período presidencial.
En ese sentido se han pronunciado el heredero designado y actual mandamás Nicolás Maduro —que es, como resulta obvio, el primer interesado en ese novedoso enfoque—, el presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello y los restantes caciques bolivarianos. De ese modo todos cumplieron con la consigna dada por el teniente coronel antes de operarse.
De particular interés resulta la postura asumida en este asunto por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo. Se supone que este órgano jurisdiccional sea garante del texto supralegal, pero en este caso se reveló como un instrumento más de la maquinaria chavista. Se probó de nuevo —pues— que en la Venezuela de hoy la independencia se los poderes públicos es una ficción.
Lo más curioso de todo este engendro es que la alternativa a la situación actual no era que la jefatura del Estado fuese asumida por algún opositor. Por el contrario, la opción era que se aplicara el principio general que la Constitución contempla —aunque sólo para los casos de falta absoluta del Presidente— y se encargara del Poder Ejecutivo el mencionado rector de la Asamblea Nacional, que es otro chavista furibundo.
Toda esta situación es fruto del propio instaurador del régimen. Tras asumir el poder en 1999, el mandatario bolivariano inauguró el camino que después seguirían Evo Morales, Rafael Correa y otros jerarcas del “socialismo del siglo XXI”: el de echar abajo la Constitución vigente para sustituirla por otra hecha a su conveniencia.
Aunque se invocaron como propósitos “empoderar al pueblo” y “refundar el país” (a partir de entonces se habló de la Quinta República), el objetivo central del cambio era permitir la reelección presidencial inmediata —que prohibía el texto anterior— y abrir la vía para el posterior control de todos los poderes públicos.
En cuanto al sustituto del Jefe del Estado, se optó no por la elección conjunta de un Presidente con su Vice, como en tantos otros países. En su lugar, los chavistas satisficieron los deseos de su jefe y crearon un Vicepresidente Ejecutivo, que puede ser nombrado y removido con absoluta libertad por el primer mandatario. Como resultado de esa opción, surgida del propio Chávez, se da ahora la situación arriba descrita.
Observaremos cómo se desarrollan los acontecimientos en la fraterna Venezuela. De inicio se dieron noticias triunfalistas sobre la situación actual del presidente canceroso: se afirmó que se mantenía “segundo a segundo” al tanto del escenario nacional y mundial; se aludió a una supuesta conversación telefónica de varias horas.
Pero la manipulación se hace cada vez más obvia. Nadie que no pertenezca al círculo de sus más íntimos o incondicionales ha tenido acceso al enfermo. Hasta hoy no se ha informado de manera oficial qué tipo de cáncer es el que padece el Jefe de Estado venezolano. Durante la campaña para su reelección, se afirmó que el paciente estaba curado, y Chávez mismo dijo que “ni se acordaba” de su mal.
Es natural que no sólo los numerosos opositores, sino también muchos seguidores chavistas, se sientan defraudados por tantas mentiras y medias verdades, por tanta manipulación. Hoy resulta evidente que al pueblo se le ocultó la realidad para que pensara que el candidato estaba apto para continuar dirigiendo y votara por él. No en balde las elecciones fueron adelantadas de diciembre —cuando se sabía que el teniente coronel tendría que estar hospitalizado— para octubre.
Cuba guarda un hermético silencio sobre la situación de Chávez. Las informaciones y comentarios acerca del estado actual del operado provienen sólo de los mismos jerarcas venezolanos, que son los primeros interesados en ocultar las circunstancias reales, para de ese modo poder seguir medrando a la sombra del líder enfermo.
Pero la mentira tiene alas cortas. Hace unas horas, dos presidentes latinoamericanos —la argentina Fernández y el peruano Humala— visitaron al teniente coronel en La Habana, mas en medio de la mayor reserva. Lo último que se ha dicho del ingresado, para evitar emplear la palabra “grave”, es que se encuentra “estable dentro de su estado delicado”. También Maduro ha venido —una vez más— a la capital cubana; lo mismo hicieron otros altos jefes: Cabello, Rafael Ramírez y Cilia Flores.
Veremos qué les depara el destino a Venezuela y a los capos chavistas. Por supuesto que éstos tratarán de alargar todo lo posible la situación actual, que les permite seguir al frente del país sin correr los peligros de enfrentar una nueva elección presidencial, de resultado incierto.
No se olvide que, aun tratándose de “un Chávez curado”, de cada veinte venezolanos, once votaron por éste, pero los otros nueve lo hicieron por su contrincante Henrique Capriles. Basta con que dos se harten de las manipulaciones o decidan no apoyar a Maduro para que la situación se invierta.