LA HABANA, Cuba, mayo, 173.203.82.38 -Con la nueva ley de la vivienda desaparecen algunas trabas burocráticas y otras se agilizan. Ya que ahora se puede vender y comprar libremente la casa, un número progresivo de personas acude diariamente a las diferentes entidades encargadas de viabilizar los trámites.
La cola para hacer gestiones en la Dirección Municipal de la Vivienda del municipio habanero de Playa comienza desde las primeras horas de la madrugada. La oficina no abre hasta las ocho y media de la mañana. Hay tiempo suficiente para que los integrantes de la cola se conozcan y conversen sobre sus aflicciones frente a la burocracia.
Muchos son asiduos y han tenido que aprenderse todos los recovecos de la nueva ley de la Propiedad, porque están lidiando con ella. Los que vienen por primera vez a iniciar trámites, escuchan atónitos el tortuoso camino que les espera por recorrer. Los reincidentes se consideran presos de la burocracia, vienen una y otra vez, a veces por lo mismo.
El caso más general es la cantidad de errores que comenten los burocratas durante la confección de los documentos, y que luego los afectados deben subsanar. El primero de la cola era un hombre de cierta edad, que repetía su historia: El Estado había entregado a trabajadores destacados un edificio de apartamentos en Miramar. A él le tocó un apartamento de tres cuartos. Y estaba, contra reloj, solicitando la propiedad, para comenzar a pagarlo, porque una militante del partido del mismo edificio se lo estaba disputando, pues el de ella era de solo dos cuartos.
El hombre contó que había tenido que hacer un periplo por todas las unidades militares en la que trabajó, buscando avales que certificaran su entrega total a la revolución, incluyendo su medalla internacionalista de primera clase en la guerra de Angola y sus años a cargo del huerto personal del comandante Ramiro Valdés.
Dijo que después de reunir todos los documentos, y ya dictada la resolución que lo convertía en propietario, había tenido que regresar tres veces a la oficina de la Vivienda, por errores en el nombre, o en datos del arquitecto.
En la cola casi todos argumentaron que estaban allí por errores en los nombres o en los datos técnicos, un inconveniente que detiene otros procesos pendientes, para los cuales, entre los documentos que exigen, es indispensable poseer el título de propiedad.
Es cierto que con la nueva ley se eliminan ciertas trabas, pero aparecen otras. Este sistema parece estar diseñado para que estemos dando vueltas en el mismo sitio. Es un mecanismo catastrófico, donde la única opción posible es la paciencia. Gastar todo el tiempo que ellos quieran, para que quizás algún día todo quede bien escrito y ya no falte nada. Solamente para poder pasar al próximo trámite, y a la nueva subsanación de errores. Es una frustrante espiral sin fin.