LA HABANA, Cuba, septiembre (173.203.82.38) – Mucho se ha hablado por estos días de las celebraciones por el centenario del nacimiento de Virgilio Piñera, ese importante escritor cubano que fue marginado en los años setenta por el solo “delito” de ser homosexual.
Según el periódico Granma, “una de las más grandes deudas de la cultura cubana quedará saldada con estos festejos”. Estoy segura de que Virgilio hubiera muerto feliz si el gobierno se hubiera dado cuenta antes, del error que cometía.
Tuvieron que pasar más de cuatro décadas para que Fidel Castro reconociera la responsabilidad de su revolución en la fiera represión que se orquestó contra los homosexuales durante los años 60 y 70; para que admitiera que aquello había sido “un error muy grande”.
Hasta Antón Arrufat, que fue otro de los marginados por ser homosexual o tener criterios políticos diferentes a los oficiales durante el llamado “quinquenio gris” (1971- 1975), además de ser amigo y albacea literario de Piñera, tuvo que esperar más de cuatro décadas para homenajear y reconocer el valioso aporte de este dramaturgo, poeta, novelista y crítico a la cultura cubana.
Si bien es cierto que no sirve de nada pedir ahora las cabezas que debieron rodar en aquel momento, tampoco es suficiente que los intelectuales y el gobierno intenten, con homenajes póstumos restañar las heridas de aquel período.
Los homosexuales que formamos hoy las generaciones que han seguido a todos aquellos que fueron víctimas de tantos crímenes homófobos; como las UMAP, los acuerdos del Primer Congreso de Educación y Cultura y el ostracismo, somos los responsables máximos de acabar con la discriminación y lograr el respeto pleno de los derechos de las personas LGBT. El inicio de ese camino debe ser exigir al gobierno homofóbico de esta isla, sobre todo al autor intelectual de aquellos crímenes, Fidel Castro, unas sinceras disculpas.
Exigimos, a nombre de los vivos y los muertos, víctimas de tanta homofobia y tanto odio, que se disculpe públicamente quien, al frente de esta revolución, dejó sin sonrisa, sin futuro y sin sueños, a tantos seres humanos.
Si el gobierno tiene verdadera intención de saldar su deuda con los homosexuales cubanos, lo emplazamos a que nos permita -a la comunidad LGBT- establecer un diálogo respetuoso con él, exponer nuestras demandas y, sobre todo, a que comience de una vez, a respetar los derechos humanos que por tanto tiempo les han sido negado a los homosexuales, los bisexuales, los transgéneros y también a los heterosexuales en esta Isla.