LA HABANA, Cuba, noviembre (173.203.82.38) – René González, uno de los dos ciudadanos norteamericanos integrantes de la Red Avispa que espiaron a favor de la inteligencia cubana, fue liberado hace casi un mes, el viernes 7 de octubre.
Tras franquear los muros de la prisión, se fundió en un abrazo con sus hijas, después ocupó el asiento trasero del vehículo conducido por su padre, cantó al unísono canciones interpretadas por Silvio Rodríguez, conversó vía telefónica con su esposa y las imágenes fueron reproducidas en la televisión cubana hasta el cansancio.
Juzgado como un vulgar delincuente (a los espías se les trata por igual en cualquier parte del mundo) se le sentenció a 15 años de prisión, más una moción que le precisa a permanecer durante 3 años en Miami bajo libertad supervisada, ahora René tendrá que soslayar la miradas inquisitivas de sus traicionados compatriotas y los exiliados cubanos que conservan trazas de rencor en sus corazones.
El malogrado agente de inteligencia, ¿sentirá pánico ante la posibilidad de que grupos extremistas le organicen actos de repudio o pretendan agredirle, como arremeten “las turbas de respuesta” contra los disidentes cubanos, violencia que aquí no encuentra barreras ni ante las mujeres?; ¿percibirá similar sensación de secuestro, como la sufrida por más de 11 millones de personas que permanecen apresadas a sólo 90 millas de su actual lugar de cautiverio?; ¿será asediado por un montón de “terroristas” que pretenden arrancarle la cabeza, como vaticinan los integrantes del equipo de portavoces del régimen, quienes reciben un jugoso salario para sublimar el calvario de René? A la “campaña de los cinco héroes” se le adicionan ahora nuevos gastos por publicidad y por la manutención y los viajes de los familiares del espía; todo a costa del maltrecho PBI de la isla, o sea a costa del hambre de los cubanos.
Sin embargo, a Paco, Jorge, Rolando, Chicho, Félix y cuanto cubano consulté, les importan un bledo las tribulaciones de René y los restantes espías apresados; a ellos le interesa más los problemas domésticos.
¿Por qué el transporte público está tan malo, mientras las fuerzas represivas tienen tantos carros?—se preguntan—. ¿Por qué los mercados permanecen desabastecidos?; ¿por qué el salario que percibe un hombre trabajador no le alcanza ni para llevar comida a la mesa de su familia?, ¿por qué hay tanta corrupción?, ¿por qué el techo de sus casas se les viene encima?, ¿por qué no pueden viajar adonde les dé la gana?, ¿por qué les prohíben ver el beisbol de la grandes ligas?, ¿por qué Cuba es gobernada por los que no saben gobernar?, se preguntan a diario en las esquinas la inmensa mayoría de los cubanos, a quienes no les preocupa el regreso de los titulados “cinco héroes”.
La campaña por la liberación de los “cinco espías” ha servido para publicitar a algunos artistas y actores hollywoodenses con carreras en declive; dar protagonismo a algunos frustrados; buena vida a los parientes de los espías y, sobre todo, ha servido de pantalla al régimen para desviar la atención de sus verdaderas contradicciones internas.
El reiterado “volverán”, es un elástico que aprieta el pescuezo del pueblo cubano, el verdadero prisionero condenado a cadena perpetua.