LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 -El recién terminado año 2011 ha traído acontecimientos de importancia para los fuerzas pro democracia dentro de Cuba. Los más trascendentales de ellos se centraron en la excarcelación de presos políticos y los cambios ocurridos dentro del emblemático movimiento de las dignas Damas de Blanco.
El proceso de liberación de cautivos generado por la histórica huelga de hambre y sed escenificada en Santa Clara durante 135 días por el prominente líder opositor licenciado Guillermo (Coco) Fariñas Hernández, tuvo por núcleo la salida de la cárcel de todos los presos de conciencia reconocidos por la organización Amnistía Internacional.
Es cierto que las autoridades que intervinieron en el proceso presionaron para que los beneficiados por la medida abandonaran el territorio nacional, condición que fue aceptada por la mayoría de ellos. No obstante, cuando aún no existía la certeza de que los que decidiesen permanecer en Cuba saldrían en libertad, una docena de valientes adoptó la decisión de negarse al cruel chantaje.
La presencia en las calles de nuestro Archipiélago de hombres como el doctor Oscar Elías Biscet, José Daniel Ferrer, Iván Hernández Carrillo y Ángel Moya Acosta —por sólo mencionar a algunos— reforzó la lucha pacífica por la democracia y constituye un mentís a las calumnias del régimen castrista, que intenta presentar a todos los que se le oponen como mercenarios que sirven al extranjero y carecen de patriotismo.
La excarcelación y el consiguiente exilio de la mayor parte de los presos del Grupo de los 75 afectó —a no dudarlo— la misma actividad de las Damas de Blanco, surgidas como una agrupación de las esposas y madres de los luchadores pacíficos que durante la Primavera Negra de 2003 fueron víctimas de la arbitraria represión comunista.
Debemos suponer que, a raíz del proceso de liberación y destierro masivo, el régimen y su policía política confiaban en la extinción del hermoso movimiento. Ese desenlace hubiera resultado ideal para ellos. La muerte en circunstancias harto turbias de la líder del grupo, Laura Pollán, habría constituido el colofón de ese escenario que tanto deseaban los totalitarios.
Pero reza un conocido refrán que quien vive de ilusiones muere de desengaños. Los sueños de los castristas no se hicieron realidad. La dirección de las mujeres fue asumida con decisión por la mano derecha de la difunta Laura y portavoz oficial del valiosísimo movimiento, Berta Soler, quien ha aplicado medidas reorganizativas que la Seguridad del Estado de seguro no esperaba, las cuales han servido para fortalecerlo.
De un plumazo se borró la diferencia entre las Damas de Blanco propiamente dichas —mujeres y parientas de Los 75— y las consideradas como “de apoyo”. Al propio tiempo comenzó la vertebración del movimiento a escala nacional, con la constitución de delegaciones en distintas provincias y ciudades del país.
Esas sabias medidas han sembrado un renovado entusiasmo en las filas del aguerrido grupo femenino, que se ha visto activado y rejuvenecido. Ahora bajo el liderazgo de Berta Soler, las Damas de Blanco siguen la línea trazada por la mártir de 2011: “Nuestra agrupación existirá mientras haya un solo preso político en Cuba”.
Mientras tanto, el régimen totalitario, como el perro huevero del refrán, continúa enviando a la cárcel a nuevos opositores, lo que justifica la actividad y ratifica la vigencia de las valerosas mujeres, insuflando nueva vida a su movimiento.
Frente a esa firmeza, no ha faltado algún intento de dividir la agrupación o cuestionar a su actual dirigencia, pero esos esfuerzos se han estrellado contra la unidad que muestra la generalidad de las damas. Ejemplo de esto último es la constructiva conducta asumida por otra líder histórica: la matancera Alejandrina García de la Riva.
Sí, a pesar de la terrible pérdida que representó la muerte de Laura y no obstante la permanencia de la represión —manifestada sobre todo en el aumento del número de detenciones arbitrarias—, podemos decir que 2011 fue un año fructífero para la disidencia interna cubana.