LA HABANA, Cuba, agosto, 173.203.82.38 -No me refiero en esta crónica al Ulises de Homero, ni a sus peripecias en su viaje de regreso a Ítaca, su reino, y su añoranza por reencontrar a su sufrida Penélope. Me refiero a los problemas de un Ulises criollo en su enfrentamiento con una hidra de infinitas cabezas: la burocracia cubana.
Resulta que el destacado barítono Ulises Aquino, con entusiasmo y arduo trabajo, desarrolló el formidable grupo Ópera de la Calle, que ha conquistado el cariño y el respeto del pueblo en toda Cuba, el cual aprecia que aun en las difíciles condiciones imperantes, cuando existe capacidad intelectual y voluntad creativa se puede hacer progresar proyectos artísticos originales exitosos, perfectamente comparables por su calidad a los realizados en cualquier parte del mundo.
El problema surgió cuando el reconocido cantante lirico decidió fijar su sede en un almacén abandonado en el municipio Playa, denominándolo “El cabildo”, que como Aquino señala “se construyó con mis manos, con mis medios, los que puse a disposición de la sociedad…”. Con una agrupación de más de 80 personas comenzó a realizar las actividades culturales que desde hacía tiempo efectuaba en las calles, centros de trabajo y asistenciales. A ello agregó, como él explica, la oferta de servicios gastronómicos. Los ingresos monetarios, deducidos todos los gastos, incluidos el pago de altos impuestos, se repartían entre los artistas, técnicos y otros, ya que lo recibido del Ministerio de Cultura en calidad de subvención resultaba insuficiente para solventar las necesidades existenciales mínimas.
El éxito de esta iniciativa debía haberse considerado como ejemplo y referencia para el fomento de otras, pero inmediatamente chocó con los intereses de grupos de la burocracia cubana, cuya prioridad es el dominio absoluto de la sociedad y que nadie pueda progresar independientemente. Una concepción que ha sido la génesis de la mediocridad que florece por todas partes en el país. Recuérdese que suerte similar tuvo la Fundación Pablo Milanés en los años 1990, que con autonomía pretendió la formación profesional, incluidos cursos de administración empresarial.
Si algunos proyectos promovidos por algunos cantautores, compañías de ballet, músicos, pintores y otros artistas, han podido fructificar han sido sobre la base de complejas relaciones personales, cerrar los ojos ante la debacle nacional y en ocasiones altas dosis de servilismo. Todo aquel que decentemente ha procurado establecer métodos novedosos sin someterse al poder ha tenido problemas en algún momento. Por otra parte, las directivas del gobierno están claras: no permitir que alguien sea libre económicamente, y según el Punto 02 de los Lineamientos aprobados en el VI Congreso del Partido Comunista “la empresa estatal socialista es la forma principal en la economía nacional”, mientras en el Punto 03 se define “en las formas de gestión no estatales no se permitirá la concentración de la propiedad en personas jurídicas o naturales”. Es por ello que los barberos a los que se arrienda el local de trabajo, solo pueden tener 3 sillones, y ahora se prevé que los que se arrendarán para establecer restaurantes solo podrán contratar una plantilla de hasta cinco personas.
En cuanto a la contratación de personal, el pago de impuestos por la utilización de fuerza de trabajo está diseñado para aumentar progresivamente a partir de 5 trabajadores de forma tal que cuando sean 15 o más, los impuestos a pagar, más la obligatoria contribución social, prácticamente sobrepasan los salarios a abonar, lo que imposibilita que las iniciativas privadas puedan crecer. Indudablemente la concepción prevaleciente es permitir solamente negocios de sobrevivencia, tipo bonsái. Esto se une a que los impuestos sobre los ingresos personales son progresivos y llegado un punto hacen imposible el desarrollo de los negocios. Por supuesto, hay también otros elementos que impiden el progreso de la iniciativa individual, como es la carencia de un mercado mayorista y el constante asedio de un enjambre de inspectores, que como en el caso de lo sucedido a Ulises Aquino y su agrupación, llegan a interrumpir actuaciones hasta en el escenario en una institución como el Centro Memorial Martin Luther King.
En realidad las personas envueltas en esta trama, abarcan algo más que simples burócratas de poca monta. Son principalmente los que desde las alturas del poder “temen que el obrero, el intelectual y el artista encuentren un camino productivo propio, no son revolucionarios, son conservadores, disfrutan la comodidad del poder, que solo les sustenta la facultad (como en esta ocasión) de decidir sobre las obras humanas, para destruirlas no para potenciarlas”. Excelente y abarcadora definición, bridada por Ulises Aquino, en su carta a las instancias provinciales que bloquean su proyecto, que sirve perfectamente para dar una imagen exacta de los males que han llevado Cuba al desastre.